lunes, 23 de enero de 2012

Una pausa...




Me declaro nerviosa.
Dos semanas haré pausa en esto de los recuerdos.
Tendré la cabeza en otro lado y llenaré mis ojitos curiosos de imágenes.
Una experiencia más en mi vida...

Luego regreso...

Foto mía desde el Teleférico, Barcelona 2006...




Mafalda desde si misma...



viernes, 20 de enero de 2012

La escribana contagiada...





Me gusta trasladarme a lugares lejanos sólo con cerrar los ojos. Fue así como comenzó esta aventura de narrar historias, de inventar personas, de correlacionar situaciones. Fantasear me ha proporcionado grandes beneficios: fuga, análisis, catarsis, solución. Alguien me ha enseñando a darle fluidez, aplicar sazón, condimentar de manera adecuada cada uno de mis relatos. Acudir los jueves a leer, escribir y aprender, se convirtió en algo fundamental y adictivo. Parte de lo que soy está ahí, en mis letras, al mismo tiempo, mucho de ese trabajo me es desconocido, porque sin darme cuenta, lo que escribo se forma y toma caminos que en el nacimiento de la idea no estaban planeados. Un día descubrí que cada historia tiene vida propia y en algún momento –que desconozco–, deja de ser mía para tener su propia personalidad.
Yo, la que escribe, sigue aprendiendo, principalmente continúa en la lectura, permanezco en el presente...


Recuerdo del día: Preferiría no hacerlo, dice "Bartleby el escribiente", un cuento extraordinario de Herman Melville. Bartleby, un hombre tristemente ausente, repite una y otra vez: preferiría no hacerlo. De esa manera desata, en el lector, una sensación de que algo falta, de que ese hombre está atorado en otra realidad y por consiguiente atora a los demás. La triste existencia de Bartleby es dolorosa; nos arrastra por donde él camina, hacía un sendero de angustia, entonces sufrimos el desatino de ese hombre, experimentamos una estática desesperante. Al final del relato, agradecida, terminé diciendo, prefiero mil veces mi vida... Sí, así es, como se darán cuenta, Bartleby me contagió...




Mafalda desde si misma...





jueves, 19 de enero de 2012

Contra viento y marea, te extraño...






Él fue el compañero ideal. Cautivo y a la espera. Silencioso y adictivo. Calmante y enfermizo. Fijador y estigmatizante. Estaba ahí al despertar y juntos clausurábamos el día. En la alegría, durante la tristeza y en los momentos de angustia, no me abandonó. Algunos no lo toleraban y para muchos pasaba desapercibido. Disfrutamos muchas lecturas y creamos vida a base de letras: formando personajes de cuentos y relatos. Quemamos el tiempo, sí, de ese tamaño era nuestra complicidad, y, sin remordimiento de por medio, dábamos cuerda al reloj para consumir los minutos y sahumarlos también. A su lado fui varias mujeres: la nerviosa, la pensativa, la estudiante, la novia, la intelectual, la residente, la romántica, la amante, la doctora, la sensual, la interesante, la escribana, la desafiante.
Mi amigo tuvo que irse, se convirtió en otro ausente más de mi lista. Lo extraño. Ahora me verán realmente sola, en mi eterna cafetería, sin poder acariciarlo con mi mano derecha, buscando su presencia con el olfato...



Recuerdo del día: Hace unos años hice un cuento, que por cierto tengo pendiente de editar; cuando le descubrí el final y lo escribí, experimenté un arrebato de enojo e impotencia, la misma que uno de mis lectores sintió (lo sé porque lo dijo abiertamente). Fue buena la vía que tomo el fin de ese relato.
Cuando terminé de leer la novela "Contra el viento del norte" de Daniel Glattauer, sentí la misma experiencia, tal vez porque es parecido a mi final. Emmi, la protagonista femenina, provoco mi envidia. Se trata de una novela por correspondencia al estilo moderno. Las cartas por correo electrónico le infunden lo actual sin perder lo entrañable en el aspecto epistolar. La sutileza de las palabras bien elaboradas trasmiten a través del sistema que lleva hacia la sensibilidad, entonces, se desborda la pasión y el deseo. Leo Leike es el hombre ideal que me gustaría encontrar en el ciberespacio, sí, en ese lugar donde predomina la pose, las máscaras, lo burdo, incluso lo pornográfico en el flirteo.
Otro imposible más en la suma de mis quimeras...





Mafalda desde si misma...


miércoles, 18 de enero de 2012

La herencia perdida...






Me gustan los días lluviosos, de manera extraña me traen buenos recuerdos. Lolita, una compañera de la facultad, vivía en una colonia al sur de la ciudad, en aquellos tiempos habitaba poca gente por esos rumbos. Para ir a la casa de Lolita, teníamos que llegar al metro taxqueña, tomar un camión que nos subía hasta la entrada de una unidad habitacional que constaba de casa distribuidas en pequeñas lomas. Fui varias veces, y nunca falló la lluvia o el clima nublado. Tenían una especie de chimenea, era un boquete acondicionado de tal manera que su papá metía ahí un calentador. Los compañeros de Lolita rodeábamos la boca de la chimenea y su mamá nos llevaba chocolate caliente. Se trataba de reuniones para estudiar en grupo. Fue una época difícil para todos nosotros, estudiantes de medicina, chamacos asustados, confundidos, que intentábamos aprender un nuevo idioma: el médico. Conscientes de que un buen porcentaje podría quedarse sólo en el intento, sin lograr avanzar, no llegando a realizar un sueño: terminar una carrera. Estudiábamos hora tras hora, incluso existieron días que no dormíamos, y, temprano, el papá de Lolita, nos subía a su camioneta para llevarnos a la universidad y contestar nuestro examen. Elegíamos los días lluviosos para ir "al desierto de los leones" a comer quesadillas, tirarnos en el césped, fumar, besarnos (los que éramos parejas), jugar tochito, platicar de fantasmas o simplemente caminar sin rumbo y luego, regresábamos a casa de Lolita mojados y contentos. Me gustaba ir a esa casa, la de Lolita. ¿Qué habrá sido de ella, la dubitativa Dolores?

Recuerdo del día: El análisis de una relación o de una fijación con ojo crítico sólo puede ser llevada a cabo por una mente especial e inteligente. Debo aceptar que cuando conocí a Lajos y a Eszter, personajes de la novela de Sándor Márai "La herencia de Eszter" sufrí una transformación: creo que se presentó, para mi, una probable respuesta a una de mis múltiples preguntas.
"... El bien y el mal. Son puras palabras Eszter. ¿Has pensado alguna vez en que la mayor parte de nuestras acciones no tiene ningún sentido ni ningún fin? Uno hace lo que hace, sin pensarlo, sin obtener ningún beneficio ni ningún placer por ello. Si examinas tu vida, te darás cuenta de que has hecho muchas cosas sin querer, simplemente porque se te ha presentado la ocasión para hacerlas. […] es muy incomodo reconocerlo, Eszter. Al final de la vida, uno se cansa de cualquier acción encaminada a un fin en concreto. A mí siempre me gustaron las acciones que no tienen explicación posible..."

Así de esa forma Lajos se explica hacia Eszter. Digo: se explica; refiriéndome a dar un porque a su forma de "amar" a Eszter.

"... Naturalmente, de una manera demostrable o legal, no tengo derecho a exigirte nada. Pero también hay otro tipo de derechos, otro tipo de leyes. Quizá no lo sepas todavía, pero ahora te vas a enterar de que aparte de las leyes morales hay otras, igual de poderosas, igual de válidas. ¿Cómo decirte?... ¿Lo sospechas ya? La gente corriente no es consciente de ello. Pero tú tienes que enterarte de que a las personas no solamente las atan las palabras, los juramentos y las promesas; y que ni siquiera son los sentimientos y las simpatías las que rigen las relaciones humanas. Hay algo diferente, una ley más severa, más dura, que determina si dos personas están ligadas o no… Es como la complicidad. Esa ley es la que estableció que yo tuviera que ver contigo..." "...Creo, Eszter, que en realidad, de nosotros dos, soy yo el que tiene el carácter más fuerte. Claro, no en el sentido de los manuales de moral. Pero soy yo –el errante, el infiel, el fugitivo- quien ha podido permanecer, con todo mi empeño y convencimiento interior, fiel a esa otra ley que no figura en los manuales ni en los códigos penales, y que, sin embargo, es la verdadera. Es una ley dura. Atiéndeme. La ley de la vida dicta que acabemos lo que un día empezamos. No es precisamente un motivo de alegría. En la vida nada llega a tiempo, la vida nunca te da nada cuando lo necesitas. Durante largos años, nos duele ese caos, esa demora. Pensamos que alguien está jugando con nosotros. Sin embargo, un día nos damos cuenta de que todo ha ocurrido determinado por un orden perfecto, encajado en un sistema maravilloso… Dos personas no pueden encontrarse antes de estar maduras para su encuentro… Maduras, no desde el punto de vista de sus inclinaciones y de sus caprichos, sino en su fuero más íntimo, obedeciendo la ley irrevocable de sus destinos, de sus estrellas, de la misma manera que se encuentran dos astros, en la infinitud del universo, con una exactitud perfectamente determinada, en el instante previsto, en el instante que pertenece a los dos, en la infinitud del espacio y del tiempo, según las leyes de la astronomía..." "...No basta con querer a alguien. Hay que tener valor para amar de verdad. Hay que amar de una manera tal que ningún ladrón, ninguna mala intención, ninguna ley –ni la ley humana ni la ley divina- puedan hacer nada en contra de ese amor. Nosotros no nos amábamos con valentía… ése fue el problema. Y es tu responsabilidad, puesto que el valor de un hombre resulta ridículo en materia de amor. El amor es cosa de mujeres. Sólo destacáis en eso. Y en eso fracasaste tú, y contigo fracasó todo lo que pudo haber sido, todos nuestros deberes, el sentido entero de nuestras vidas. No es verdad que los hombres sean responsables de su amor. Hubieras tenido que amarme como ama una heroína. Sin embargo, cometiste el mayor error que una mujer puede cometer: te enfadaste, te echaste atrás. ¿No lo crees así?"

Vaya usted a saber cómo ese Lajos convenció a esta lectora (yo) y calmó su alma. No hay conclusión más auténtica que la que dicta y desea nuestro propio corazón...


Mafalda desde si misma...



martes, 17 de enero de 2012

De corazones blancos y saltarines...






*Dedico esta entrada a la doctora Patricia Frontana por su profesionalismo y por ser un extraordinario ser humano. Pronto será su cumpleaños y yo le regalo esto...


Existe en mi entorno cada medicucho digno de ser convertido en personaje de novela. Yo también soy un ente raro, una mujer antisocial, tontamente territorial, pero creo, sin temor a equivocarme, que no tan fuera de lo común. Los galenos nos caracterizamos por llevar un gen mutante –ya que se revela en distintas formas y grados– de vanidad. Por supuesto que soy vanidosa, pero el grado de mutación que tengo es una variante que cargamos un porcentaje bajo de doctorcitos. Hay quienes se suicidan (un chiste frecuentes entre médicos) lanzándose desde su propio ego, imaginarán de qué tamaño es. Algunos caminan como haciéndole un favor al piso: "¿Vanidoso, yo?", estos, son los pretenciosos de mal gusto. Otros: "No me considero Dios, pero él me dotó de este don y se lo agradezco", ¡vaya pues!, estos son los típicos que transforman sus incapacidades y alienaciones en credos, puaff. "Seamos humildes y agradezcamos nuestra profesión", decimos, y estoy segura que algunos lo hacen con falsa modestia. Así vamos, ínter"actuando"; intentando equilibrar nuestra deficiencias, ausencias y traumas. Mentiría si no acepto que tengo el gusto de conocer seres humanos que merecen ser llamados DOCTORES en todo el sentido que la palabra conlleva y son pocos por cierto (uno de ellos es a quien dedico este post).
Hace unos días sucedió algo chusco, que si no fuera porque conozco al protagonista del asunto, tal vez creería que el destino, las causas y el azar, jugaron un papel fundamental. No había visto el video –que en estos momentos circula y es famoso en Youtube – del "corazón huidizo", ese, que por poco se escapa a saltitos de ser trasplantado. Jajá, ese personaje, me refiero al corazón, jeje, estoy segura que llevó a cabo el papel secundario, porque el medico al que se le cayó la víscera palpitante, ese sí que se lleva el papel principal y se podrían escribir páginas y páginas con anécdotas suyas...



Recuerdo del día: Tiene muchos años que no acudo a una boda de amigos o amigas. Los que se casaron, en la actualidad, son padres y uno que otro es abuelo y abuela. Cuando alguien se casa, ese alguien nace hacia una nueva vida. No es que se pierda o se gane algo, más bien se llega a un lugar diferente, con una perspectiva o situación novedosa. Cuando nacemos tenemos un corazón limpio, blanco. Cuando se llega al matrimonio se abre paso a una corriente nueva, de inicio blanca. Saber o no saber, es una de las cuestiones que con el tiempo, en esa nueva vida de pareja, empieza a circular en el ambiente y es una de las inquietudes que Juan Ranz, personaje de la novela "Corazón tan blanco" de Javier Marías, tiene después de su matrimonio. Una novela de secretos y tonalidades, suspenso y sobresaltos, con un final inesperado. Dice Javier Marías en voz de su personaje Juan Ranz: "Quién no ha tenido sospechas, quién no ha dudado de su mejor amigo, quién no se ha visto traicionado y delatado en su infancia...también hay un compañero que dice: he sido yo; la primera forma de reconocimiento de las responsabilidades...En la vida adulta, dominada por las palabras, no se oye un sí y un no, nadie dice: he sido yo; o: yo no he sido; las heroicidades pasan a engrosar la lista de los errores".




Mafalda desde si misma...



lunes, 16 de enero de 2012

El primer beso y un buen libro...






Mi primer beso resultó una sorpresa. Estoy segura que lo delicioso de la experiencia marcará de por vida una parte de mi erotismo. Guillermo, así se llamaba el que acarició mi boca, se encargó de infundirle arte y sensaciones a la primera expresión íntima de mi ser. Con su mano derecha rozando mi babilla acercó su nariz a mi boca, animándome a darle chupaditas. Luego se abrió paso entre mis labios con ligeros sorbitos; su lengua fue caballerosa e impulsiva también: al tiempo que existió reconocimiento entre mi intimidad y la suya, me trasladé a otro sitio donde la confusión se desbordó. Me perdí entre humedades, roces, palpitaciones, y él, Guillermo, más experto que yo, detecto el instante mismo de mi debilidad porque cuando ésta apareció, de inmediato sostuvo mi cabeza con su mano derecha y dirigió sus labios a mi cuello; ahí se montó de lleno en mi pulso, lo aspiro. Casi en la inconsciencia, logré abrir los ojos, justo en el momento que Guillermo saboreaba uno de mis pezones...



Recuerdo del día:
"...No hay que poner en orden el mundo: el mundo es el orden encarnado. A nosotros es a quienes nos corresponde ponernos en concordancia con ese orden, conocer cuál es el orden del mundo por oposición a los órdenes ilusorios que intentamos imponernos unos a otros..." "...Es una suerte que carezcamos de poder. Primero tenemos que adquirir visión, después disciplina y paciencia..." "...La posesión no es nada si no puedes entregarte..." "...La realidad más profunda y auténtica pertenece al mundo del inconsciente..." "...Una buena mentira revela más de lo que la verdad pueda revelar..." "...Debemos morir como yoes y renacer en el enjambre, no separados y autohipnotizados, sino individuales y relacionados..." "... Lo que pasa es que en la actualidad el arte es un lujo. Yo podría salir adelante sin leer nunca un libro ni mirar un cuadro. Tenemos muchas otras cosas: no necesitamos libros y cuadros. La música, sí... la música siempre la necesitaremos. No necesariamente buena música..., pero música. En cualquier caso, ya nadie escribe buena música..." "...Tal como yo lo veo, el mundo se está echando a perder. No se necesita demasiada inteligencia para salir adelante, tal como están las cosas. De hecho, cuanto menos inteligente eres, mejor posición tienes...." "...El arte te vuelve inquieto, insatisfecho..." "...Nos desnudamos y caímos en la cama de hierro, con hambre sexual de seis semanas. Nos lanzamos al asunto como un par de luchadores que se hubieran quedado a desenredarse en un ruedo vacío después de que se hubieran apagado las luces y de que la muchedumbre se hubiese dispersado. Mara luchaba frenéticamente para llegar a un orgasmo. En cierto modo había quedado separada de su aparato sexual; era de noche y estaba perdida en la oscuridad; sus movimientos eran los de un durmiente luchando con desesperación por volver a entrar en el cuerpo que había empezado a ceder. Me levanté para lavármela, para refrescarme con un poco de agua fría. No había lavabo en la habitación. A la luz mortecina de una bombilla casi extinta, me vi en un espejo resquebrajado, tenía la expresión de un Jack el destripador buscando un sombrero de paja en un orinal. Mara yacía boca abajo en la cama, jadeando y sudando, tenía el aspecto de una odalisca apaleada compuesta de pedazos de mica mellados..."
Qué es esto, dirán ustedes; se trata de uno de mis libros favoritos, que dejé subrayado y con indicaciones (flechas) distribuidas en muchas páginas. Cuando uno de mis libros termina lleno de referencias y rayones, es que me encantó. Eso sucedió con "Sexus", de Henry Miller; el primero de la trilogía: Sexus, Plexus y Nexus. Un libro sexual sin prejuicios y literario en un amplio sentido de la palabra.



Mafalda desde si misma...


viernes, 13 de enero de 2012

Nada que no suceda todos los días y del niño que no crece...







Llovía mucho. Aún así no me quedó de otra que correr y alcanzar la entrada al metro taxqueña. Bien me hubiera caído una mojada de esas dimensiones en otra situación, pero en ese momento sólo enmarcó mi estado de ánimo. Lo que menos imaginé fue a Juan llegando a su casa y que todo se saliera de control. Se supone que Leticia me invitó para explicarme que él no le interesaba, y cuando Juan llegó, el mundo dejó de existir para mi. Efectivamente, Leticia no aceptó a Juan, yo amé a Juan durante mucho tiempo más y Juan, había dejado de quererme porque se enamoró de Leticia.

Esta es la historia de uno de tantos reveses en mi vida.

Nada que no suceda todos los días...






Recuerdo del día: No existe terror más auténtico que el que se experimenta al reconocer la naturaleza humana. Me sucedió con Óscar Matzerath, personaje pícaro y malévolo. El muy cínico decide no crecer y manipular a la gente con su tambor. Un personaje amoral y pragmático, acompañado de su banda de rufianes. Una novela dividida en tres libros, y cada uno de ellos estigmatizado por una muerte en la cual tiene que ver Óscar, el niño manipulador. Es una lectura encantadora y al mismo tiempo aterradora, donde no hay inocencia infantil, sino inteligencia malvada. Entrelazando personajes maravillosos: la abuela de las mil faldas; en ambientaciones entrañables: "El bodegón de las cebollas"; en tiempos externos: la segunda guerra mundial, la postguerra y la guerra fría; es que se desarrolla esta historia: "El Tambor de Hojalata" de Günter Grass.



Foto de Rafał Kurs




Mafalda desde si misma...


jueves, 12 de enero de 2012

De Pips y Estelas está cargado el mundo...







Me ha entrado la inquietud de hacer un listado de lecturas. No se trata de reseñas, sólo un recordatorio de lo poco que he leído. Una compañera de taller mencionó en una ocasión que ella olvida la trama de las novelas o cuentos que lee. Desde ese día surgió en mi la inquietud del no recuerdo. Tenemos tan poco tiempo para disfrutar tantos libros que existen, y luego, resulta que nos damos a la tarea de leer de vez en cuando alguna historia, ¿para que termine en los ríos del Alzheimer?, no me parece justo. No sabía cómo hacerlo y mucho menos cada cuándo. Decidí hacerlo así, desarrollando una idea cualquiera, sin relación con el libro o cuento del que hablaré o relacionándola, no importa eso. Lo principal es escribir y al mismo tiempo recordar mis lecturas. No tengo idea cuánto tiempo me tardaré en hacerlo. En estos pocos días de inicio, me ha encantado recordar, disfruto meterme de nuevo en la trama, incluso, estoy segura que re-leeré alguna que otra historia.





Recuerdo del día: Me encanta caminar sin dirección y sin finalidad. Fue que llegué a un puesto callejero: una librería de viejo sobre ruedas. Me entretuve mirando y terminé sentada en el suelo y rodeada de libros por todos los costados. Compré algunas gangas. Cargando mi bolsita de plástico me metí a la primera cafetería que se cruzo en mi camino. Leí "Grandes esperanzas" de Charles Dickens casi de una sentada. El local cerraba, me dejaron la cuenta en la mesa y no entendí la indirecta hasta que fue directa. Es la novela de Dickens que más me ha gustado. Para muchos el personaje de Estela les resulta aborrecible; y el amor que Pip le profesa lo perciben patético. Algunos se quejan de la excesiva descripción de algunos capítulos. A mi me gustó la psicología de los personajes, principalmente la de Pip, al cual aborrecí, odié, me enterneció, me desesperó, etcétera. Existen tantos Pips en este mundo, después de leer esta historia, reconozco los síntomas cuando los veo y además creo saber dar el tratamiento...







Mafalda desde si misma...


miércoles, 11 de enero de 2012

Mi pasión por él y por la filosofía...






Resulta contradictorio que alguien cele a una persona con otra, y que esa otra sea nada más y nada menos que la mujer a la que, la celosa, le robo el novio. Espero me de a entender, porque si no, lo siento, no diré más.

Cuando lo conocí resultó que experimenté una sensación incontrolable, similar a un hervidero de sangre. El amor no se planea, simplemente surge, es el resultado de algo que sucede (el hervidero de sangre). Resulta que después de un tiempo, él se dejo robar por una cabellera más hermosa que la mía, y, desde ese momento, para mi no hubo vuelta atrás. Entonces, fue que me dediqué a caminar por la vida de manera diferente a la que había estado visualizado, tenía que encontrarle el gusto al presente, aprender del pasado y olvidarme del futuro. Hubo un tiempo en que seguí una vía fácil: no creer ni siquiera en Dios. Y, como no tendría hijos, le sonreí al no apego. Lo que me salvó por completo fue que me sumergí en el arte de las letras, de pronto, desperté ya curada del dolor. Un día de angustia extrema, recuperé la fe en algo supremo y me sentí reconfortada.

En este momento estoy segura que sé cuál es la tarea para la que nací en este mundo, estoy dispuesta a hacerla lo mejor que mis capacidades puedan. Voy a morir, porque soy mortal. Quiero que la muerte me encuentre, si no haciendo lo que me gusta, reconfortada y conforme con lo que tengo y soy.

Sigo sin entender por qué la de la cabellera hermosa me tiene celos...





Recuerdo del día: Leí que uno de los libros que marcó a Jorge Camil fue "La filosofía actual", de J. M. Bochenski, se trata de una introducción al mundo de las doctrinas filosóficas. Yo no lo he leído, eso sí, me entró curiosidad, en cuanto tenga oportunidad me haré de un tomo.

En lo que respecta a este tema, a mi me pareció encantadora una novela sobre la historia de la filosofía: "El mundo de Sofía", de Jostein Gaarder. Una idea inteligente para despertar a cualquier persona, sea de la edad que sea. La intención de despabilar a los jóvenes me resultó fascinante, abrirlos hacia la curiosidad, sacarlos de la oscuridad que es vivir al día. El adulto que descubre este libro recupera la capacidad de asombro. Y por extraño que parezca, descubre que el sólo hecho de preguntar resulta cautivador y al mismo tiempo peligroso.

Foto de Jib Peter




Mafalda desde si misma...


martes, 10 de enero de 2012

El fantasma del adulterio en ellas...





"El agrio", es el primo de un vecino. Cuando lo conocí, me produjo un estado de irritación extrema, y más porque estaba destinada a bailar con él en la fiesta, yo era la causa de que fuera invitado. Sólo de recordar el papelón que hizo mi vecino para convencerlo de ir, me provoca un torzón de tripas. Le dijo que tendría una pareja de baile simpática y excelsa en lo que respecta el movimiento de piernas. Y bueno, la cosa es que "El agrio" acepto a regañadientes. Antes de saludar, se lanzó con una lista de quejas extensa: el frío, el retumbar de vidrios por la música, el ponche caliente, la cantidad de gente, las niñas fresa, las piñatas de súper héroes, el reggaeton, la tradición de pedir posada, lo caro que está todo y el desperdicio de fruta (y eso que él no compró nada). Bailamos y durante el movimiento de esqueleto, me platicaba acerca de ballet clásico, de la ópera y yo sin decir nada, pero aunque hubiera sido experta en esos temas, aún así, me habría quedado callada. Después el vecino me pidió disculpas: "fue una mala idea de mi parte presentarte con este tipo, pensé que podrían platicar, ya que a ti te gusta la música y la lectura y a él el arte", concluyó.

Mucha gente pseudo culta y pseudo intelectual se cree tan elevada que muestran de buenas a primeras sus carencias. Algunos actúan como adultos antipáticos, otros como adultos malévolos. Este espécimen, "El agrio", es uno de los últimos, creo que en verdad no es un ser humano malo, sino que ha renegado tanto de esto, aquello, de aquel y de él mismo que la gente que lo ve (me incluyo), lo advierte como un cadáver viviente. Estos humanoides de verdad odian todas la cosas y a todas las personas, pero principalmente se odian a si mismos.



Recuerdo del día: Las mujeres adúlteras tienen un brillo especial. La frialdad y en ocasiones la crudeza de sus actos les da un aló emocionante y por momentos encantador. No todos los personajes de este tipo podrían definirse como yo lo he hecho, pero sin duda uno de los que más me han inquietado es el de Hester. Esa adúltera que dejaba en libertad su imaginación y de esa manera especulaba y actuaba en contra de lo que la sociedad le imponía; pero fuera de ese mundo propio, imaginario y solitario ella, Hester, se amoldaba sin respingar y con resignación a los reglamentos externos de esa sociedad cerrada y moralista. Cargaba el estigma de adúltera cosida en la ropa: una inmensa letra escarlata en el pecho. La novela de Nathaniel Hawthorne, "La letra escarlata", relata de manera precisa el abatimiento del alma sentenciada por la enfermedad moral y la culpa. Los vasos comunicantes existentes entre el arrepentimiento y la responsabilidad.







Mafalda desde si misma...


lunes, 9 de enero de 2012

Recuérdame entre los cuerpos sucesivos...





—Doctora, ¿me voy a morir?

—Espero que hoy no, Don Arturo, tamaño susto me daría y además ando muy ocupada en otros asuntos.

—En serio, doctora, ¿estoy muy grave?

—A ver, de qué se trata tanto fatalismo. Ya quedó claro que usted es hipertenso, que se tomará su medicamento todos los días, que cuidará su dieta, que dejará de fumar, que iniciará un régimen paulatino de ejercicios, que cada año se realizará un chequeo cardiaco que...

—Mi compadre Rutilio falleció la semana pasada después de estar cumpliendo su deber de esposo con la comadre. Que quesque' le dio un paro cardiaco por el esfuerzo. Ni dos meses tenía de que le habían dicho que andaba mal de la presión.

—Mmm, bueno, seguramente su compadre tenía más tiempo con el problema y ...

—¿Usted me asegura que dentro de dos meses no moriré?

—...Don Arturo, lo único seguro en esta vida es la muerte. Si en realidad lo que usted me está preguntado es la fecha, permítame decepcionarlo. No la sé. Espero que no sea hoy, eso sería un revés importante tanto para usted como para las estadísticas.





Recuerdo del día: Dice Manuel Vicent en su novela "Cuerpos sucesivos": "No es el amor, sino el odio el que te hace libre. La piedad te ata. Bastaría con alimentar el odio contra quien desees liberarte para lograrlo". Se trata de la historia de Ana y David. Él, un hombre apasionado y maduro. Ana, una adolescente atormentada por ataduras y tristezas. Un romance que por momentos me recordó al de Laura Avellaneda con Martín Santomé. "Un hombre está acabado cuando la belleza lo pone triste", dice David cuando ve por primera vez a Ana. Durante la evolución de la novela se van creando lazos salvavidas para ambos, una seducción basada en la descripción de anhelos y batallas perdidas.

La novela, toda, sal pimentada con poesía, tanto de Pedro Salinas (uno de mis favoritos):

Cuando dices: "Me quieren

los tigres o las sombras"

es que estuviste en selvas

o en noches, paseando

tu gran ansia de amar.

No sirves para amada;

tú siempre ganarás,

queriendo, al que te quiera.

Amante, amada no.



Como de Cernuda:

Beber dos veces de la misma agua,

y al invocar la hondura

una imagen distinta respondía,

evasiva a la mente,

ofreciendo, escondiendo

la expresión inmutable,

la compañía fiel en cuerpos sucesivos,

que el amor es lo eterno y no lo amado.



"...había que optar entre dejar de sufrir y dejar de amar; entre el deseo y la ansiedad dolorosa se movía David y no salió de este círculo diabólico hasta que no supo que sólo se ama aquello que no se posee por completo..."


Si algún día TÚ, la lees...recuérdame...






Mafalda desde si misma...


viernes, 6 de enero de 2012

Quisiera ser Ludmilla...





No sé rezar, dijo, y creo que apenas logró visualizarme porque las lágrimas se lo impedían. Lloró en espasmos mucho rato, yo me movían inquieta por un lado suyo y sobre el banco de madera, sin atinar qué decir o hacer. Sus gemidos resonaban alto en el pequeño santuario. Abraham se rompía por dentro y yo, me sentía asustada al descubrirlo vulnerable. Pensé que se tiraría al suelo en cualquier momento. Hubo un lapso que percibí muy prolongado en el cual no se movió, no sollozó, no habló, incluso sospeché que se había dormido. De reojo vi que mordía su labio inferior y, un hilillo de sangre, escurrió manchando su playera color caqui. Miré sus hombros rígidos levantados y rozando sus orejas; se aferraba fuerte con las manos a sus rodillas, hasta cortarles la circulación, por eso las miré pálidas. No recuerdo bien que fue lo primero grito, estoy segura que se trató de algo raro, ya que no quedó grabado en mi cabeza asustada y loca, pero lo que siguió, eso sí que lo sé: ¡Ya estás muerta!, esto es todo, ni una lágrima más. Te debo el rezo; papá se encargará de los padres nuestros. ¡Adiós, mamá!

Así despidió Abraham a su madre que tanto amó y admiró aquel lejano 20 de junio. No volvió a llorar ni hablar de ella. Yo tampoco dije ni le pregunté más acerca de eso, porque aunque él no me lo dijera, Rebequita, se instaló para siempre en el alma de Abraham para cauterizar su dolor y proporcionarle calor...



Recuerdo del día: Me gustó el nombre de Ludmilla, me encantó el jugueteo con Marcos. Ludmilla es una auténtica hedonista, una polaquita tan quitada de la pena, atenta a las cosas tan importantes y las insignificantes también; por un momento hablando del la lucha latinoamericana y en otro instante solicitando explicación acerca de las hormigas. Ludmilla desnuda escuchando a Joni Mitchell. Ella, instalada en prosa, en verso, en segunda, en tercera y por momentos en primera persona. Recopilando, junto con Susana, Heredia, Gómez y Marcos, recortes de periódico, noticias y absurdos para el libro de Manuel. Se puede encontrar placer con dos almohadas cinco estrellas dos cobijas dos vasos la lampara en el piso la luz como de almendra y el silencio; para después entrar en escena cuatro piernas dos vientres dos manos sobre dos senos un pene dentro de una vagina y movimiento. "Libro de Manuel" de Cortázar, nos

motiva a armar y

transgredir en todos los sentidos

incluido el gramatical ...




Foto de Sylvain Norget



Mafalda desde si misma...


jueves, 5 de enero de 2012

Esteban, ¿dónde estás?..





Existe un espécimen que me ha mantenido entretenida desde hace ya varios meses. Lo observo. Acepto que la tecnología me proporciona una forma de "mirarlo" sin que él lo sepa. Hay veces que me enternece (pocas), aunque las más ¡caray! me irrita tanto. Es un especialista en la falsa autocrítica. Es tan frívolo; la frivolidad la manifiesta en su constante cinismo. El típico que le da más importancia al saber, ya que él conoce lo que se logra con el verbo y la pose de sabio: poder, incluso perdón a su arrogancia. Es el típico ingenuo contrariado que se la pasa diciendo que la pinche vida ya se la sabe de memoria, que todo está mal, que todo es mierda: el clima, el tráfico, el gobierno, sus maestros, sus compañeros, las mujeres, la ciudad, el país, el mundo.

No se confundan, él no es misántropo, hasta para ser misántropo se necesita una verdadera autocrítica...



Recuerdo del día: En "Crónica de la intervención", Juan García Ponce muestra un juego de espejos bastante interesante. Intervienen situaciones absurdas que le dan un toque especial al clímax de la novela. Los juegos olímpicos de 1968, marcando el escenario.

"...llegar al espejo, no ver su reflejo, saber que se ha ido al escuchar sólo el grito...". Cuando leí el libro, sucedió que en varias ocasiones, al mirarme en el espejo, me sentía Mariana: sensual, desprendida, intensa. La María Inés se manifestaba en mi como una sensación de inexplicable tensión, una necesidad de sacar lo animal, lo primigenio que por momentos se me esconde. Es una novela de identidad y contemplación, de intervención y de reclamo sutil, de historia y análisis, de la mirada de García Ponce hacía el erotismo femenino.



Foto de Benjamin Goss



Mafalda desde si misma...


miércoles, 4 de enero de 2012

Tengo una cita con él en "La mano de la buena fortuna"...





Contrario a lo que se espera, él me buscó a mi y no a ella. Temo pensar que la suerte jugó un papel importante, lo digo porque yo no creo en la suerte como explicación a un deseo mutuo. Si dos lo desean, las causas aparecen, se cruzan, enredan, entonces, llega el azar implacable y efectúa. El caso es que fue a por mi. Me gusta pensar que mi actitud lo convenció, no deseo restarle inteligencia, él no tiene ni la menor idea del trabajo que me costó desprenderme de todo, pero nunca sabrá que maldije hasta la madre que lo parió.

Ahora me rebano el seso pensando cómo le voy a explicar que de puritita rabieta fui y quemé las escrituras de los terrenos. Me haré taruga con lo que respecta al dinero que gasté en la terapia consabida para las mujeres tristes, esa que consiste e ir y gastar en garras y zapatos. Lo contentaré poniéndome cada noche un vestido y le bailaré en el tubo, a ver si con eso se le olvida reclamarme también lo de la camioneta chocada. Ya hablé con el amigo que les vende música pirata a mis sobrinas, a ver si me consigue, aunque sea en CDs, los acetatos de colección antigua que rompí en uno de mis ataques de furia, esos que les cuento donde maldije a la suegrita. Lo que estoy segura no lo va a enojar, es no encontrar ninguna garra suya en el closet, la regalé toda. Al fin que él siempre puntualizó que los hombres para vivir sólo necesitan un par de zapatos negros, unos tenis, un pantalón de mezclilla, uno de vestir de color negro, una camisa blanca, tres playeras (roja, azul y verde), una corbata, una chamarra de vestir y una de mezclilla, diez trusas y diez pares de calcetines y un cinturón, estoy dispuesta a acompañarlo a renovar su guardarropa. Aquí viene, miro su sonrisa desde donde estoy.

¡Ay el amor!, cosa tan, pero tan rara...







Recuerdo del día: Petrović, en su libro "La mano de la buena fortuna", habla acerca de un personaje que tuvo una idea genial, dejar "el legado", que no es más que un realidad alterna hecha de letras, o sea, un libro. Anastas, es el nombre del personaje que escribió "el legado", logró una manera de encontrarse con su amada por medio de la lectura simultánea. Más que leer, Petrović te invita a vivir dentro de lo escrito, palpitar en el centro mismo de las cosas que se describen, formar parte en la historia. El tiempo y el lugar del que lee con convicción desaparecen en el momento que se coincide con otras personas en ese mundo alterno, que sólo puede ser habitado por lectores.

Hace poco conocí a un niño (en ocasiones los niños son mejores lectores que los adultos) que aseguraba haberme visto montada en un columpio frente a las letras que Adam hizo en bajorrelieve en el frontón de la casa, y repitiéndolas una y otra vez: *Verba volant, scripta manent.



*Las palabras vuelan, lo escrito permanece.






Mafalda desde si misma...


martes, 3 de enero de 2012

Raptada por Oliver...





El olor a vainilla y madera anunciaban su presencia. Lo primero que hacía al llegar era prender su pipa atiborrada de tabaco y darle la primera calada, entonces, nos sahumaba a todos. Me gusta conocer personas que se distinguen por un estigma. El de él era su aroma y su pipa. Yo le decía, por supuesto: "hombre pipa". Su voz, otra extravagancia: rasposa, sensual, penetrante. Peinaba de lado su pelo entrecano. Al entrar a la sala, sólo su figura alta y huesuda era, para mi, todo el panorama: el mástil de la embarcación.

Los demás a su alrededor, sólo marineros, no más.

Lo miraba de lejos. Me distraía analizando sus movimientos, la fortaleza de sus manos y admirando ese perfil grotesco, enmarcado de pipa y nariz gibosa. Lo descubrí un día mirándome, y desde ese momento se extravió mi cordura. Hicimos tantas cosas juntos y separados que en estos tiempos no sé cuáles fueron realidad y cuántas producto de mi ansiedad juvenil.

Me gusta recordar al "hombre pipa", y más cuando me rodean personas que creen que la personalidad sólo consiste en echarse litros de perfume, sin tener un mínimo de esencia propia.



Recuerdo del día: Al leer "El rapto del cisne", me encontré con un personaje masculino (Oliver), que dicho sea de paso, me enloqueció, y no por contagio. Sugiero a cualquier lectora que tenga a bien leer la obra de Kostova, y que además le atraigan los hombres complejos, misteriosos, inteligentes y artísticos en varios sentidos; tener cuidado. Porque pasó que durante varias semanas encontré a Oliver pintándome en paisajes donde yo aparecía vistiendo mis sombreros y gorras, que tanto me gusta usar. Además, agudicé mi rechazo hacía los hombres poco apasionados.



Foto de Mr. Flawless





Mafalda desde si misma...


lunes, 2 de enero de 2012

Estuve en Macondo...





Los Mayas han inquietado al mundo. Mientras eso sucede, habrá que hacer cosas.

Hay quien se anima a colocarse botas y mallas calientitas, acudir a trabajar, sentarse por un lado de su compañera de trabajo (ambas con sus respectivas computadoras), leer libro y periódico del día, tuitear en algún momento. Burlarse de la frustración de los vanidosos que se empeñan en mostrar lo que no son y reafirmarse en su necesidad de ser importantes. Desearles que les vaya como quieran que les vaya, aunque no depende del deseo de otros, el porvenir propio y viceversa. Mostrar la ironía en imágenes literarias. Beberse los tres cafés rutinarios de la mañana. Viajar por minutos en compañía de la irresponsabilidad mental, prima hermana del anhelo: recordando el pecho florido del ausente y su columna vertebral, sólo hasta el intervalo que comprende el inicio de las nalgas, ya que estas últimas tiene su momento especial. Bajar del ensueño en el instante que el rubor le delate.



Recuerdo del día: Cuando leí "Cien años de soledad", realicé, en una libreta y a mi manera, un árbol genealógico de la familia Buendía, de esa forma iba a mis apuntes para no desorientarme durante la lectura. Ahora aconsejo hacer eso a cualquiera que se adentre en el pueblo imaginario de Macondo. Aquel que logre detectar su rabito de cochino, es que logró meter su persona en alguna de las siete generaciones.


Foto de Leslie Moroney




Mafalda desde si misma...


Seguidores

Safe Creative #0909034355844

Blog Archive