Existe un tiempo en todos nosotros en el que no existe el tiempo y se está siempre en el centro del día, un único día, un solo día, siempre diferente y siempre el mismo, porque sus diferencias te hacen sentir que nada cambia mientras seas sólo el receptáculo en el que esas diferencias se hacen posibles.
Muchas semanas habían pasado y Ximena, por fin logró entender la complejidad de sus recuerdos, de la no presencia. Cálculos, sumas, divisiones, pagos, auditorias, la sumergían en un continuo absoluto numérico, fuera de él, sólo estaba presente la denotación y la confirmación de una ausencia. De Lunes a Viernes en punto de las 18:00 hrs pm, iniciaba para Ximena el caminar secuencial de los recuerdos, lo intrigante. Siempre era el mismo, el mismo recuerdo repetido, y cada día que pasaba se sumaban detalles diferentes.
18:00 hrs pm: Ximena sale del trabajo a enfrentarse a su soledad, la hora de compartir el tiempo con su propia respiración, con sus pasos, con las cuatro paredes de su apartamento y con sus recuerdos. No sabía exactamente cómo la infinidad de sucesos se fueron imponiendo, armando y construyendo; no intento convertirlos en una unidad, aunque sólo después comprendería que esa unidad estaba encerrada en un sólo instante, en una imagen única, que es la expresión de todo y es la que se comunicaba constantemente con ella.
La vida de algunas personas avanza en línea recta y la de otras parecería que carece de dirección. La vida de Ximena careció de dirección durante muchos años; no fue una estudiante avanzada ni brillante. Gustaba de observar a sus compañeros de colegio, apartada, solitaria, con rostro, gestos y actitudes que anunciaban una distante nostalgia. Tuvo muchos amigos, generalmente personalidades con un dejo de fortaleza (la nostalgia y la fortaleza son características reconocibles) sus amistades la definirían como una mujer con cierta capacidad de ausencia, de habitarse a si misma. Esta personalidad le confería misterio, que más que otra cosa era su atractivo para el sexo opuesto.
Ximena no era fea, no era gorda, no era rubia, no era alta, nunca provocaría un duelo pasional, era poseedora de un gran sentido del humor y de su realidad. El primer beso le fue dado a los diecinueve años, edad por la que todos hemos pasado.
A los diecinueve años Ximena no esperaba ni deseaba nada y encontró todo, pero como no se puede vivir en la totalidad porque a esa edad no se le reconoce, la perdió. Tal vez entonces no sabía en que consistía esa totalidad, pero lo que la acompañaba y guiaba todo el tiempo era una ligerísima sensación de absoluta irresponsabilidad. La verdadera naturaleza de esa irresponsabilidad era una pura ausencia, la negación de cualquier peso, la libertad sin límites. Ximena a sus diecinueve años no era nadie y no habitaba el verano sino que el verano la habitaba.
Cuando el profesor de Biología organizó una práctica de campo en el estado de Guerrero, cercano a una población llamada Chilpancingo, -que es la capital- en una pequeña cabaña que pertenecía al docente y además cercana a un río; Ximena presta solicitó permiso a su madre. Con lista de material y varias cosas más se enfrascó varios días en conseguir una bolsa de dormir, lámpara, frascos vacíos, algodón, alimentos enlatados y ropa adecuada. Partieron un jueves para permanecer durante una semana. Y en esos días fue que lo conoció.
Tantos lugares, tantas impresiones y sólo uno los encierra y les da significado a todos. Víctor era también estudiante de preparatoria en Chilpancingo. Como rutina caminaba por las inmediaciones del río, se sentaba en un pequeño paraje a fumar y a tocar guitarra, así como para dejar viajar su mente. Ximena apareció, siguió las notas musicales de la guitarra y encontró al que las producía. Aún Ximena no puede explicar todo lo que implicó la figura de Víctor para ella, todo lo que la sola presencia de él encierra ahora. La única imagen es la que puede ser un chico de veinte años en los ojos de una chica de diecinueve. Simple y sencillamente: la imagen del amor.
Lo único que recuerda Ximena es haber platicado con Víctor ese primer día, después él apareció cuando el grupo de estudiantes en práctica recolectaban insectos y plantas, la esperó pacientemente, tomaron refrescos y fumaron. Platicaban, sonreían, se besaban. Los días se sucedieron rápidamente y llegó el momento del regreso a la realidad. Ese día Víctor la besaba en el pelo, en la frente, en las mejillas, en la boca. Ella era la inocencia intocada, siempre intocable y siempre presente. De esta manera concedió a Víctor a través de su pura existencia la posibilidad de conocer y diferenciar.
Todo esto que Ximena lograba recordar en forma incompleta, no encerraba más que un instante y no tenía sucesión, mientras lo recordaba lo veía, tal como lo vería probablemente antes de morir, no había antes ni iba a haber después.
Ximena subió al autobús lo miró a través de la ventanilla, le sonrió apenas, como lo hacía siempre, inclino la cabeza ligeramente, un gesto común en ella, y sin que lo supiera se había quedado fija la imagen de Víctor que recuperaría después. Se escribieron durante algunos meses largas cartas. Luego de pronto Ximena no sabe aún por qué, consideró que no tenía sentido vivir para escribir cartas y dejo de hacerlo. Creció, conoció a varios amantes, no muchos, incluso perdió las cartas. Ahora sólo tiene fragmentos de recuerdos que han ido apareciendo a lo largo de los meses en la fatídica hora: 18:00 hrs pm.
Cuando Ximena logró definir la complejidad de sus recuerdos amputados; como un ritual y a solas, se prepara un café, prende un cigarrillo, enciende el estéreo y busca la canción adecuada para hacer aparecer esa imagen que por fin logró recuperar. Tiene que ponerla fuera antes de que entre al lugar en el que encontrará para siempre la plenitud que le corresponde. La plenitud de la inocencia perdida.
"Odio la sucesión, odio el tiempo, odio que uno sienta tener muchas vidas y no ser dueño ni siquiera de la única que lo justifica"
Juan García Ponce
La canción que escuchó Ximena y que al Ser de este mundo le inspiro escribir este cuento es la siguiente: (me hubiera gustado subirla al post para compartirla con ustedes, pero no sé cómo... perdón)
"Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero
desde que sé que no vendrás más nunca.
He vuelto a ser aquel cantar del aguacero
que hizo casi legal su abrazo en tu cintura.
Y tu apareces en mi ventana
suave y pequeña, con alas blancas.
Yo ni respiro para que duermas
y no te vayas.
Que maneras más curiosas
de recordar tiene uno,
que maneras más curiosas,
hoy recuerdo mariposas
que ayer solo fueron humo,
mariposas, mariposas
que emergieron de lo oscuro
bailarinas, silenciosas.
Tu tiempo es ahora una mariposa,
navecita blanca, delgada, nerviosa.
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo.
Así eras tú en aquellas tardes divertidas,
así eras tú de furibunda compañera.
Eras como esos días en que eres la vida
y todo lo que tocas se hace primavera.
Ay, mariposa tu eres el alma
de los guerreros que aman y cantan,
y eres el nuevo ser que se asoma por mi garganta.
Que maneras más curiosas
de recordar tiene uno ...
... se repite...
Mariposas
Silvio Rodriguez
FIRMA: Un ser de este mundo
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