sábado, 17 de junio de 2006

MARIPOSAS








Existe un tiempo en todos nosotros en el que no existe el tiempo y se está siempre en el centro del día, un único día, un solo día, siempre diferente y siempre el mismo, porque sus diferencias te hacen sentir que nada cambia mientras seas sólo el receptáculo en el que esas diferencias se hacen posibles.
Muchas semanas habían pasado y Ximena, por fin logró entender la complejidad de sus recuerdos, de la no presencia. Cálculos, sumas, divisiones, pagos, auditorias, la sumergían en un continuo absoluto numérico, fuera de él, sólo estaba presente la denotación y la confirmación de una ausencia. De Lunes a Viernes en punto de las 18:00 hrs pm, iniciaba para Ximena el caminar secuencial de los recuerdos, lo intrigante. Siempre era el mismo, el mismo recuerdo repetido, y cada día que pasaba se sumaban detalles diferentes.

18:00 hrs pm:  Ximena sale del trabajo a enfrentarse a su soledad, la hora de compartir el tiempo con su propia respiración, con sus pasos, con las cuatro paredes de su apartamento y con sus recuerdos. No sabía exactamente cómo la infinidad de sucesos se fueron imponiendo, armando y construyendo; no intento convertirlos en una unidad, aunque sólo después comprendería que esa unidad estaba encerrada en un sólo instante, en una imagen única, que es la expresión de todo y es la que se comunicaba constantemente con ella.

La vida de algunas personas avanza en línea recta y la de otras parecería que carece de dirección. La vida de Ximena careció de dirección durante muchos años; no fue una estudiante avanzada ni brillante. Gustaba de observar a sus compañeros de colegio, apartada, solitaria, con rostro, gestos y actitudes que anunciaban una distante nostalgia. Tuvo muchos amigos, generalmente personalidades con un dejo de fortaleza  (la nostalgia y la fortaleza son características reconocibles) sus amistades la definirían como una mujer con cierta capacidad de ausencia, de habitarse a si misma. Esta personalidad le confería misterio, que más que otra cosa era su atractivo para el sexo opuesto.
Ximena no era fea, no era gorda, no era rubia, no era alta, nunca provocaría un duelo pasional, era poseedora de un gran sentido del humor y de su realidad. El primer beso le fue dado a los diecinueve años, edad por la que todos hemos pasado.
A los diecinueve años Ximena no esperaba ni deseaba nada y encontró todo, pero como no se puede vivir en la totalidad porque a esa edad no se le reconoce, la perdió. Tal vez entonces no sabía en que consistía esa totalidad, pero lo que la acompañaba y guiaba todo el tiempo era una ligerísima sensación de absoluta irresponsabilidad. La verdadera naturaleza de esa irresponsabilidad era una pura ausencia, la negación de cualquier peso, la libertad sin límites. Ximena a sus diecinueve años no era nadie y no habitaba el verano sino que el verano la habitaba.
Cuando el profesor de Biología organizó una práctica de campo en el estado de Guerrero, cercano a una población llamada Chilpancingo, -que es la capital-  en una pequeña cabaña  que pertenecía al docente y además cercana a un río; Ximena presta solicitó permiso a su madre. Con lista de material y varias cosas más se enfrascó varios días en conseguir una bolsa de dormir, lámpara, frascos vacíos, algodón, alimentos enlatados y ropa adecuada. Partieron un jueves para permanecer durante una semana.  Y en esos días fue que lo conoció.
Tantos lugares, tantas impresiones y sólo uno los encierra y les da significado a todos. Víctor era también estudiante de preparatoria en Chilpancingo. Como rutina caminaba por las inmediaciones del río, se sentaba en un pequeño paraje a fumar y a tocar guitarra, así como para dejar viajar su mente. Ximena apareció, siguió las notas musicales de la guitarra y encontró al que las producía. Aún Ximena no puede explicar todo lo que implicó la figura de Víctor para ella, todo lo que la sola presencia de él encierra ahora. La única imagen es la que puede ser un chico de veinte años en los ojos de una chica de diecinueve. Simple y sencillamente: la imagen del amor.

Lo único que recuerda Ximena es haber platicado con Víctor ese primer día, después él apareció cuando el grupo de estudiantes en práctica recolectaban insectos y plantas, la esperó pacientemente, tomaron refrescos y fumaron. Platicaban, sonreían, se besaban. Los días se sucedieron rápidamente y llegó el momento del regreso a la realidad. Ese día Víctor la besaba en el pelo, en la frente, en las mejillas, en la boca. Ella era la inocencia intocada, siempre intocable y siempre presente.  De esta manera concedió a Víctor a través de su pura existencia la posibilidad de conocer y diferenciar.
Todo esto que Ximena lograba recordar en forma incompleta, no encerraba más que un instante y no tenía sucesión, mientras lo recordaba lo veía, tal como lo vería probablemente antes de morir, no había antes ni iba a haber después.
Ximena subió al autobús lo miró a través de la ventanilla, le sonrió apenas, como lo hacía siempre, inclino la cabeza ligeramente, un gesto común en ella, y sin que lo supiera se había quedado fija la imagen de Víctor que recuperaría después. Se escribieron durante algunos meses largas cartas. Luego de pronto Ximena no sabe aún por qué, consideró que no tenía sentido vivir para escribir cartas y dejo de hacerlo. Creció, conoció a varios amantes, no muchos, incluso perdió las cartas. Ahora sólo tiene fragmentos de recuerdos que han ido apareciendo a lo largo de los meses en la fatídica hora: 18:00 hrs pm.

Cuando Ximena logró definir la complejidad de sus recuerdos amputados; como un ritual y a solas, se prepara un café, prende un cigarrillo, enciende el estéreo y busca la canción adecuada para hacer aparecer esa imagen que por fin logró recuperar. Tiene que ponerla fuera antes de que entre al lugar en el que encontrará para siempre la plenitud que le corresponde. La plenitud de la inocencia perdida.


"Odio la sucesión, odio el tiempo, odio que uno sienta tener muchas vidas y no ser dueño ni siquiera de la única que lo justifica"

Juan García Ponce



La canción que escuchó Ximena y que al Ser de este mundo le inspiro escribir este cuento es la siguiente: (me hubiera gustado subirla al post para compartirla con ustedes, pero no sé cómo... perdón)





"Hoy viene a ser como la cuarta vez que espero
desde que sé que no vendrás más nunca.
He vuelto a ser aquel cantar del aguacero
que hizo casi legal su abrazo en tu cintura.
Y tu apareces en mi ventana
suave y pequeña, con alas blancas.
Yo ni respiro para que duermas
y no te vayas.
Que maneras más curiosas
de recordar tiene uno,
que maneras más curiosas,
hoy recuerdo mariposas
que ayer solo fueron humo,
mariposas, mariposas
que emergieron de lo oscuro
bailarinas, silenciosas.
Tu tiempo es ahora una mariposa,
navecita blanca, delgada, nerviosa.
Siglos atrás inundaron un segundo
debajo del cielo, encima del mundo.
Así eras tú en aquellas tardes divertidas,
así eras tú de furibunda compañera.
Eras como esos días en que eres la vida
y todo lo que tocas se hace primavera.
Ay, mariposa tu eres el alma
de los guerreros que aman y cantan,
y eres el nuevo ser que se asoma por mi garganta.
Que maneras más curiosas
de recordar tiene uno ...
... se repite...

Mariposas
Silvio Rodriguez









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lunes, 12 de junio de 2006

SENTIMIENTOS SURREALISTAS







Al salir de su casa aproximadamente a las 17:00 hrs, recordó que la agenda abierta había quedado en la mesa de centro, por un lado de la taza de café. Regreso lo más pronto que pudo y la colocó en su bolso. Era la cita que sus instintos le habían anunciado semanas previas, se sentía nerviosa. Su esposo le aviso que no lograría llegar a buena hora para cenar con ella, posterior a la llamada se comunicó con Nicolás y concertaron la cita. Nicolás la esperaba en una librería cercana, había tenido suerte de llegarlo a conocer precisamente en una librería, donde ella en cunclillas y con las piernas adormecidas, se encontraba enfrascada en la lectura de un libro:  Siete pecados capitales de Milorad Pávic. Nicolás la observaba a lo lejos. Cecilia le producía cierta sensación de éxtasis ya que imaginaba a esa pequeña mujer de ojos inmensos trasladada a un mundo imaginario; él estaba seguro de eso por la expresión de su rostro, el leve rubor de sus mejillas y su casi nulo parpadeo. Nicolás caminó entre las mesas atiborradas de libros, leyendo portadas posteriores, tomando algunos ejemplares al azar de los estantes. Conciente se descubrió que de manera inconciente estaba atento a cada movimiento de Cecilia.  ¿Cuántos minutos pasaron? 20, 30, 45 y ella inmersa en la lectura. Nicolás se acerca caerás en la gula literaria... ¿no tienes miedo?  Cecilia apenas percibe el comentario, aparta la vista del libro  ¿perdón? aún con el sonrojo en las mejillas. Pecas, amiga, que gula de leer a escondidas. En el intento de ponerse en pie y con las piernas casi insensibles pierde el equilibrio, se sostiene de un librero endeble, provocando la caída de una torre de libros.  El estruendo alertó a los vigilantes del local quienes molestos se dirigen a Cecilia. El bochorno y las disculpas que siguieron al incidente produjeron una sonrisa burlona en Nicolás quien a la salida de la librería se acerca a Cecilia, presenta sus disculpas y además se presenta a si mismo. Dos encuentros más provocados por ambos en el mismo lugar determinaron la sucesión de acontecimientos posteriores.
Entablaban charlas amenas, prolongadas, las cuales terminaban irremediablemente en una cafetería. Nicolás era Odontólogo, divorciado, Cecilia Arquitecta y con 4 años de casada. El temperamento de Nicolás era el de todo hombre de talento, consistía en una mezcla de misantropía, sensibilidad y entusiasmo, Cecilia era de una belleza serena, conceptos complejos y miedos internos.
En forma constante Cecilia se repetía a si misma que Nicolás era sólo un amigo. La preocupación a cerca de sus sentimientos llegó cuando por necesidad, Nicolás abandonó la ciudad por unas semanas. Cecilia se deprimió, se sintió perdida. Reconocemos la magnitud de nuestros sentimientos cuando echamos de menos a la otra persona. Existe un principio de insuficiencia en todo ser humano, para sentir que existimos nos dirigimos hacia otro, que lo impugna y en ocasiones también lo niega, al privarse de la presencia del otro nos hace conciente del entorno real, ese estar y ser sólo nosotros-insuficientes. El regreso de Nicolás provocó un cambio radical en su estado de ánimo.
Nicolás estaba conciente de los sentimientos provocados así como de sus deseos, era difícil para él no amar a Cecilia. Para Cecilia también era difícil no amar a Nicolás. Él era un misterio impenetrable, cada día buscaba algo dentro de él y descubría también algo nuevo.
Aspiración e incertidumbre, prisa y espera, espera impaciente, pero siempre espera. Cecilia en la búsqueda de su propia satisfacción se obligaba a no traspasar el límite, extremo de la extrema satisfacción.
Fueron meses de caricias visuales, lenguajes corporales, coqueteo subjetivo, líneas imaginarias infranqueables.  Hoy quiero estar completamente contigo.  Esa fue la promesa de Nicolás a Cecilia en para esa cita. La fuerza y la tonalidad de las palabras le anunció a ella el deseo contenido de las mismas.
Nicolás llegó con una hora de anticipación a la cita.  Disfrutando de la emoción del encuentro, la interrogante de la primera vez por lo menos con ella. Conocería sus gestos de placer, sus sonidos, su olor profundo. Cecilia salió de su casa, sus pasos se fueron convirtiendo en pausas, hasta que en un momento se detuvo en seco.  No deseo destruir la realidad proveniente de lo más hondo de mi alma, la realidad de mi Nicolás, la imagen tal vez surrealista que me creé de él, no deseo destruirla con la realidad convencional.   Encendió un cigarrillo, después otro y otro. De pie en la calle mira la hora, unos minutos después, recorre sus pasos de regreso a casa. Nicolás espera inútilmente horas, días. Una mañana de un día cualquiera, despertó y siguió caminando.


"Es difícil amar a alguien que no sea un misterio impenetrable, pero cuando en la persona no hay nada de misterioso, es igualmente difícil amarla.
Si te conociese no podría depositar en ti mis propios deseos. El amor es anuncia y búsqueda, es conquista. Pero la satisfacción de los deseos lo mata, es la desesperación en la contradicción de los elementos, es la soledad entre los elementos contradictorios, pero es también esperanza.... esperanza siempre entre esos elementos contradictorios..."

Jersy Andrzejewski


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lunes, 5 de junio de 2006

ES TARDE AMOR






Que la muerte no se entere que he muerto...

Cuando despertó, la luz de la mañana entró hiriente en sus cansados ojos, se los restregó con ambas manos, miró por unos segundos en silencio el techo de la habitación, estiró cada extremidad y respiró profundo. A punto de levantarse, retiene el aliento y agudiza el oído... nada. No escucha nada. Su mirada se dirige a la ventana, no logra escuchar el sonido del viento, el ruido de los autos, el bullicio humano.... nada.  Oye su respiración, el sonido que producen sus movimientos, incluso los latidos acelerados de su corazón... sólo eso y nada más.
De prisa se calza las pantunflas y sale de la habitación. La sala de estar permanece como la había dejado antes de ir a la cama:  un cenicero atiborrado de colillas de cigarro, los discos tirados por el piso, el estéreo prendido pero sin reproducir música, latas de cerveza vacías, libros, escritos amontonados en la mesa de centro, el teléfono descolgado y el alambre del mismo arrancado.
En cualquier casa habitada por una sola persona hay un aroma muy profundo que corresponde a su alma. Ernesto después de muchos años de habitar el departamento no había detectado su propio aroma.
Aspira profundamente y percibe la esencia que han dejado por allí algunas visitas cuya parafina aún permanece en el aire. Si las paredes pudieran reproducir y hablar, contarían tantas historias, tantos secretos.
Está asustado, está confuso por no escuchar nada fuera de lo que el mismo produce; estoy soñando piensa. En forma mecánica aspira profundamente y de esa forma aprovecha el aumento en su sensibilidad. Entonces, la siente, la percibe, huele el alma de Carolina. Como un animal, explora cada rincón del apartamento.  Descubre en el ambiente, -mezclado con el calor que exhalan los muebles, de los estratos de sabores que salen de la cocina, del ligero hedor que sale del fregadero, de la humedad caliente que se ha agarrado de las paredes del cuarto de baño y sobre todo del sudor de las sábanas del dormitorio- que está la esencia de Carolina. Detecta el aroma de su sexo, de su sudor. El olor amado sensibiliza al oído, entonces, logra escuchar sus gemidos de placer, sus palabras de amor, su éxtasis.
En transe se viste con rapidez y sale a la calle... nadie...  sigo soñando  se dice a si mismo. Aún la siente, aún la escucha, sus pasos lo llevan por instinto.
Cada ciudad contiene un plano secreto que levantan los amantes con todos sus pasos que han recorrido en la niebla de otoño, o bajo las acacias en primavera; también esta trazado en los cristales empañados de los cafés en invierno o en las señales que ellos han fijado con las rodillas en las praderas de los parques cuando se amaron en verano, sus besos oscuros permanecen sin sus labios en algunos cines.
Ernesto sigue el plano, la puede sentir, escuchar, oler. En un instante la tristeza insoportable se instala abasalladora, lágrimas incontenibles caen por sus mejillas y el frío hiere sus mejillas.  En cámara lenta  también, inicia la lluvia constante y melancólica.  Ernesto se resguarda en una acera para protegerse de la cortina de gotas de agua.
De pronto la ve. Carolina está sentada en una banca de un solitario parque, con la mirada perdida, completamente mojada por la lluvia. El primer impulso de Ernesto es acercarse, pero sus piernas no responden  sigo soñando  concluye. Sí, sí es Carolina. ¿Llora? ¿Por qué?  Ernesto intenta decirle : No te aflijas mi amor, aquí estoy, mírame, siénteme como yo a ti.  Carolina se pone en pie, se enjuga las lágrimas  y dice:  Que pozo tan profundo hay aquí, cuanto amor se necesita para matarse.  Toma un sendero y se aleja a paso lento. Ernesto la observa y emite un grito desgarrador: ¡¡ TE AMO !! quiero que lo sepas ¡¡¡TE AMO!!!  Perdóname por ir así buscándote tan torpemente.
Entonces, tomó la decisión de no morir más mientras siguiera vivo.



"En las tardes azules del estío, por los senderos
iré, picoteado por los trigos, a pisotear
la yerba menuda: soñador, sentiré su
frescura en mis pies.
Dejaré que el viento bañe mi cabeza desnuda
No hablaré, ni en nada pensaré,
pero un infinito amor en mí sentiré arder
y al igual que un bohemio, lejos, muy lejos,
iré, por el campo, feliz como junto a una mujer"


Rimbaud

 



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jueves, 1 de junio de 2006

RECETA DE MUJER





"Que las muy feas me perdonen pero la belleza es fundamental. 
¡Ah! dejadme decir que es preciso que la mujer que allí está 
como la corola ante un pájaro sea bella 
o que tenga por lo menos un rostro que recuerde un templo. 
Sea leve como una brizna de nube, 
pero que sea una nube con ojos y nalgas. 
Las nalgas son importantísimas, ojos en tal caso...

Es preciso que las extremidades sean delgadas, 
que unos huesos sobresalgan, 
sobre todo la rótula al cruzar las piernas y los puntos de la pelvis... 
Una mujer sin clavículas es como un río sin puentes. 

Es indispensable que haya una hipótesis de barriguita, y que sus senos 
sean una expresión grecorromana más que gótica o barroca 
y puedan iluminar la oscuridad con una capacidad mínima de cinco velas. 
Sobre todo es pertinente 
que esté la calavera y la columna vertebral ligeramente a la vista 
y que tengan bonitos huesos. 

Que haya un cierto volumen de músculos, 
y que sean lisos, 
lisos como pétalos y cubiertos de suavecísimo vello 
y sin embargo sensibles a la caricia en el sentido contrario. 
Es aconsejable en la axila un dulce césped 
con aroma propio apenas perceptible, 
con un mínimo de productos farmacéuticos. 

Que las concavidades y los pliegues tengan una temperatura 
que nunca sea inferior a los 37 grados centígrados, 
pudiendo eventualmente provocar quemaduras de primer grado. 
Que los ojos sean de preferencia grandes 
y de rotación cuando menos tan lenta como la de la tierra. 

Que ella surja, no venga, parta, no vaya. 
Y que posea una cierta capacidad de enmudecer súbitamente, 
y hacernos beber la hiel de la duda. 
Y en su incalculable imperfección 
constituya la cosa más bella y más perfecta de toda la creación innumerable"

Vinicius de Moraes



FIRMA:  La Mafaldilla emocionada por ser tan hermosilla y bella... jajajá.


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