jueves, 29 de enero de 2009

Aprendiendo a llenar vacíos...


Foto cargada por Lazy Soup.


"…sosteniendo este libro
bajo tus dedos sientes el frío
de la piel serpentina
de la uróboro,
cuya entrada eres también tú,
quien lees esto,
quien estás en la búsqueda
de ti mismo,
quien viajas tras ti mismo,
sin estar consciente
que también tú eres el muerdecola,
con el principio y el fin
desconocidos…"
*Descripción del dibujo de la serpiente uróboro.


“...Ateh, has logrado entrar, ahora tienes que ejercitarte para lograr mirar. Ejercitarte para que puedas mirarme en los lugares, donde transitamos al mismo tiempo trasportadas por las mismas letras. Yo aprendí Ateh a base de debilitar la voluntad. Porque a lo que no entendemos le colocamos a veces el nombre de “milagro”, y los milagros con el tiempo y con la fuerza de voluntad se transforman en incredulidad.
Ateh, piensa bien lo que te voy a preguntar. ¿Alguna vez me has soñado? Intenta recordar...”

- Desde que Ateh cumplió veinte años, tiene un sueño constante, no lo transita a diario. En ese sueño está presente una mujer, que le dice a alguien por un teléfono antiguo: “Todo lo que existe en el universo, tiene su propio sueño. Cada todo se tiene que sumar con su sueño, de esa manera tendrá forma y sentido de ser. Nada puede estar completo, si no se mira con su sueño a cuestas”. Yo la escuche contárselo a Karina, su eterna amiga, un miércoles de duda y de lluvia; de lluvia tupida que no me dio la oportunidad de comer mi terrón de azúcar en el jardín, y mirar a Ateh preguntando cosas a las margaritas -les cuenta Cornelio a los peces.

“Yo he estado presente en tus sueños, porque tú has estado presente en los míos. Somos y estamos por eso. Imagínate Ateh si no existieran los sueños. El vacío reinaría. El vacío no tiene sueño que le de dimensión o forma.
Luchar contra el vacío es el trabajo continuo que asumimos de forma innata como humanos querida Ateh, nuestros pensamientos, el crecimiento personal y nuestros sueños, llenan vacíos, atacan vacíos. Evita querida Ateh, que los vacíos ataquen tu alma, se apoderen de tu memoria y te dejen ciega.
Ateh, quien hojea la historia de adelante hacia atrás, logrará llegar y entender el inicio.

Una margarita de respuestas absolutas para ti, y también un beso.


Dorotea”


- Ahora, Ateh peina sus rizos negros y luego les coloca la peineta de colores brillantes. Mira más atenta por la ventana. Sonríe con más facilidad. Y cuando se sienta a trabajar en sus cuentos, suspira con frecuencia. Aunque ahora me es mucho más complicado entender sus historias.
El vecino(si), ya no tira tantos clavos por la calle. Y en el café llega a diario una historia, que estoy seguro, Ateh contará. Por cierto, ¿ustedes no se aburren de nadar en este cubo burbujeante de agua? -Cornelio dice a los peces.



FIRMA: Un ser de este mundo.





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viernes, 23 de enero de 2009

On the turning away...







Foto cargada por crack jackson jr.








El día que llegó, Cornelio estaba inquieto. El dolor de cabeza me había taladrado constante durante horas el viernes, lo cual me impidió reunirme con Anibal, Rita y Carlos. Me refugié en casa temprano, tomé un analgésico y me metí a la cama.

El sol sabatino penetró por la ventana, las cortinas disminuían la intensidad de su reflejo. La resaca del dolor me pulsaba en la frente, abrí las cortinas y miré desde el balcón a Cornelio con su piquillo, picando la casita del correo. Bajé a prepararme un café. La cafetera se puso a trabajar y yo fui a mirar lo que emocionaba a Cornelio. Abrí la puerta del depósito, había cinco sobres, cuentas de banco y… una carta. Estarán de acuerdo que en estos tiempos resulta raro recibir cartas con timbres y remitente. Fuera de cobros y publicidad, yo no recibía cartas por esa vía, el internet ahora es la moda. Observé los timbres, eran de Canada, su aspecto llamó mi atención. A un mismo tiempo miré el papel del sobre y comprendí, que se trataba de una carta… ¿antigua? Cornelio se posó en mi hombro para leer al mismo tiempo que yo. Antes de iniciar me serví café en una taza, y empecé la lectura.








Ottawa, Canada, 12 Abril de 1912




Querida Ateh:

Te sorprenderá que alguien a quien no conoces primero, te escriba y segundo, se dirija a ti con familiaridad. Siempre hay una respuesta cuando estamos involucrados en la historia y en cualquier acontecimiento.
Tu nombre, Ateh, lo conozco porque yo lo elegí desde siempre. Apareciste en mis sueños cuando yo contaba con veinte años de edad. Y desde ese día nunca los abandonaste. Hoy, a mis cuarenta y tres años, y con los pies limpios después de largos caminos recorridos, deseo que me conozcas.
Te soñaba sentada sobre un suelo esponjoso, en medio de una oscuridad donde sólo tú, trasmitías luz. Peinabas tu pelo. Con absoluto ensimismamiento entretejías las mechas negras y largas. Entre los rizos de las puntas, ponías una peineta ensartada con un gancho. Terminabas el ritual, tu cabeza se escondía entre tus rodillas y empezabas a tararear una canción desconocida para mí. Al terminar la canción, me mirabas y decías: “Sabes Dorotea, por milenios nos han enseñado a caminar despacio entre las nubes, para llegar a los sueños. Otros aprendimos a pasar por las puertas de los espejos. Yo, Dorotea, represento cada mañana, durante una hora la vida de mi madre delante de los espejos”*.
Tu visita, o mi sueño, siempre terminan cuando tú, Ateh, concluyes el ritual: peinarte, cantar y decirme esas palabras. El ambiente puede ser diferente, un río, un bosque, un chalet solitario y abandonado, pero el ritual siempre está presente. Tu vestido en un sueño es rojo, en otro verde, en otro azul. Tu peineta siempre refleja los colores del arcoíris.
Estos últimos años me he dedicado a placeres mundanos, pero mucho más a leer. La Dama de blanco, me tenía volando, logré mirar a mister Walter Hartright caminando en solitario a unos instantes de encontrarse por primera vez con la mujer misteriosa. De pronto te miré Ateh. ¡Leías la misma novela de Collins que yo! Y ahí estabas conmigo, compartiendo sensaciones y escenas…


Al leer esto, mi confusión –que estaba presente desde el inicio de la misiva- fue aún mayor. Cornelio ahueco el ala asustado, y huyó para refugiarse en el cajón de la cómoda. Mi corazón se desbocó, la carta estaba en el piso, la sorpresa había invadido mis reflejos. Tres días previos había empezado a leer La Dama de blanco de Wilkie Collins. ¿De qué se trata esta broma? ¿Quién es el que la elaboró? Pensé con los nervios astillados. Sin atreverme a recoger la carta me dirigí a la cocina, intentando distraer las ideas, intentando no pensar.

Timbres antiguos, papel y sobre amarillo por el paso del tiempo, letra manuscrita de bordes definidos y con tinta de tintero. De pie en la entrada de la cocina, miraba en dirección a la sala. La carta en el piso, burlona, inyectaba curiosidad al ambiente.



Cornelio dos días después saldría de su escondite a contarles a los peces:“En pocas palabras la carta de Dorotea dice que llegó el tiempo de que Ateh llene los vacíos…”












FIRMA: Un ser de este mundo.



























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viernes, 16 de enero de 2009

Arte de clavarse por alguien o por algo...



Foto cargada por bcaptured.

De noche, cuando nos dormimos, nos transformamos todos en actores y cada vez salimos a un escenario
distinto para recitar nuestro papel. ¿Y de día? De día, en la realidad, aprendemos ese papel. A veces, no
lo aprendemos bien y entonces tenemos miedo de salir al escenario y nos escondemos detrás de los
demás actores que se han aprendido mejor que nosotros sus parlamentos y sus movimientos.
Y tú, tú eres el que entra en la sala para asistir a nuestro espectáculo, y no para recitar. Que tu mirada se
detenga en mí en el momento que me sienta preparada, porque ninguno de nosotros es bello y sabio los
siete días de la semana.
Poema de la princesa Ateh acerca de los cazadores de sueños. Incluido en el Diccionario jázaro. Se dice que ella, Ateh, fue la creadora
del diccionario (versión Judía). Pag. 194 libro amarillo, ejemplar femenino.



Él contaba los clavos tirados sobre la acera. Lo miré desde la esquina de la casa. No tengo idea si fue ocurrencia de Cornelio o de los peces, tirar a la calle todo lo que estuvo relacionado con clavarse.
Después de varios minutos de meditación, sonrió, espanto con la mano izquierda sus ideas, y continúo su camino. Dejó esparcidas cuadra abajo, tachuelas, chinches, tuercas y también algunos clavos. Pensé: “Otro más que descubrió que hay que tener cuidado, ya que el futuro puede destruir el pasado”.
Caminé hasta localizar los terrones de azúcar favoritos de Cornelio. Compré dos kilos. De camino hacia la casa pintada, volví a encontrarme con él. Dejaba cartas en un internet. Y también en ese sitio dejo una línea de tachuelas. Gritaba ausencia por los ojos.


Él, es mi vecino(sí). Cornelio les cuenta a los peces que por la mañana trabaja, por la tarde suspira, y por la noche recuerda. Me da risa ese Cornelio chismoso que va de ventana en ventana, trayendo y llevando historias.

Hace cuatro semanas empecé a escribir un cuento, Cornelio come su terrón por un lado del ordenador mientras yo tecleo, el calor de la computadora lo mantiene contento. Se asoma para mirar lo escrito, y por intervalos va a contarles a los peces: “Dice que escribir es mentir, es mentirse a si mismo. Le gusta dar definición a las cosas, aunque para eso tiene que irse hacia lugares con fronteras invisibles, que se encuentran entre la realidad y la fantasía; y desde ahí mira y las entiende mejor. Dice que escribiendo calma un deseo, el deseo incontenible de escribirse. También cura y apacigua culpas, dolores y algunos miedos…”
Un martes, yo trabajaba en el cuento. Amenizando las ideas con un tinto Merlot Catamayor uruguayo y con Like a Stone de Audioslave. Cornelio entró lanzando vuelo intenso, tiro con una de sus alas un bote con tizas de colores. ¿Cuál será la prisa? Pensé. Luego lo oí decirle a los peces: “No cabe duda que estos dos están bien raros. El vecino(si) escribe en su computadora que ama, hace el amor, es feliz. Describe a una mujer que él toca y toca, y toca. Cuenta que camina por bosques, por lagos, con amigos. También escribe acerca de conciertos donde canta todas las canciones en todos los idiomas. Habla de una sarta de cosas que yo no lo miro hacer. Ahora, esta de acá, escribe que una piedra amarilla se le perdió; que conoció al hombre del espejo; que ese hombre vive con ella, que le enseño a soñar y caminar a través de los sueños. Que ella vive la mayor parte del tiempo entre la realidad de las cosas, y cercana a la muerte. Esto último me asustó mucho, fui de volada a ver si toma otras medicinas además de las del dolor, ese que le da cada mes y el de cabeza”. Los peces después de escuchar a Cornelio, de inmediato se inquietaron y convocaron a una reunión de aleta en el muelle de manera ¡urgente!
Jajajá…Yo, me divierto con Cornelio. Si supiera que escribir es una forma con la cual es fácil sentir, tocar, escuchar, pasear, hacer el amor, besar y ser besado. Todo esto en un espacio construido con párrafos, con comas, con puntos...

Tal vez para el vecino(sí) y para mi, la forma más complicada es…amar.






FIRMA: Un ser de este mundo





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lunes, 12 de enero de 2009

Receta para el ego...



Tengo dos semanas dándole vueltas al asunto. El asunto tiene meses que está concluido. La conclusión resulto ser absurda. El absurdo es lo que tiene triste a Cornelio. Cornelio no se esconde el martes. Yo, no espero.

Cornelio me mira desde el marco vacio de la foto escondida. Se cansa de no ser el centro de atención y se va volando a quejarse con los peces. Leo y escribo con el ego extraviado. Encontré sus correos. Fue un golpe de suerte, en caso de que la suerte sea la que lastimó mi ego, y la fortuna haya sido la causante de que después de roto y con moretones ande perdido. Pero antes de perderse ya andaba jodido. Lo sentía disperso, inquieto. No convencido de haber convencido. Cuando se sospecha, y luego te dan la nueva buena de que serviste para pura jodida cosa, cualquiera siente que se lo lleva la fregada. Andaba agachón, enojado.  Colocaba en sus manos tizas, hojas en blanco, lápices para que rayara, rayara, o escribiera, escribiera, escribiera.


En las mañanas, le pregunto al espejo si mi ego anda escondido por algún ángulo de oscuridad. Me responde, mostrando mi imagen igual que en otros tiempos. Entonces, me enojo. Le escupo su paternalismo. Como si no tuviera suficiente con haber tolerado palabras de consuelo, consejos milenarios. ¿No han inventado otros? Qué falta de imaginación.

¿No se dan cuenta?, ¡carajo! Perdí mi ego. Pero antes de extraviarse lo sentí disperso, inquieto.

Un día despertó mentando madres. Aseveró que la puta vida no tenía sentido. Que de que servía la verdad, si era compensada con realidad. Estaba tan decepcionado que lanzó platos con maldiciones. De inmediato los peces y Cornelio tomaron nota, así son cuando de maldiciones se trata. Ellos se dicen limpios de alma, y cada maldición la anotan así como anotan día y hora de ajuste de cuentas.
Primero se enfermo y ahora anda perdido. Cuando cure sus heridas regresará. Antes de que desapareciera me dijo al oído: “Ahora entiendo lo que él sintió cuando le dije que nunca logró desprender de mi la sensación de soledad”. Le pregunté lo que sintió: "Me sentí inútil. Todo fue una pérdida de tiempo”. Estoy segura de que mi ego anda en la búsqueda de su huella, en caso de haber dejado alguna. 

Si saben de alguna pócima, o de alguna receta efectiva, favor de dejar datos.
Aunque sé que cuando compruebe que existen personas que no dejan huella en ningún lugar y en ninguna persona regresará de nuevo convertido en cronopio.


FIRMA: Un ser de este mundo.
Pintura de Yann Cherelle
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jueves, 8 de enero de 2009

Días y flores...


Subida a Flickr por raisinsawdsut

Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo. Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo, lunes, martes…
¡Hola! ¿En algún momento te has detenido a pensar qué día de la semana es el mejor para vivir?
Mis peces odian el lunes, incluso se esconden en la proa del barquito hundido de su pecera y contienen la respiración para que no los detecte. Mi instinto de responsabilidad me impone esperar a que salgan para alimentarlos; he llegado tarde al trabajo por esa tonta aberración de mis peces por los días lunes.
Cornelio, un colibrí lisiado y rehabilitado en mi casa, de pronto decidió que el mejor día para esconderse de mí era el martes. Así es que llego de trabajar; en su pequeño plato coloco agua con azúcar; me siento en el sillón del estudio con un libro, una soda fría; y fumo un tabaco aromático. El martes se convirtió en espera. Cornelio aparece al día siguiente, pero me gusta esperarlo el martes. (Esto lo pintaré de verde, como el amor).
Creo haberles contado que coloqué las ventanas de mi casa en dirección hacia el sur. En caso de que no haya especificado la orientación, aquí la pongo. Ventanas miran hacia el sur. (Esto lo pintaré de rojo). El levante del sol inicia del lado izquierdo tomando de referencia las ventanas. Entonces con recorrido lento y en semicírculo, el lado derecho de las ventanas recibe el atardecer. Las margaritas del jardín florecen todo el año. Me gusta mirarlas desde las ventanas. Los miércoles es el día de la duda; entonces voy y corto un ramo de margaritas para deshojar. Les pregunto acerca del mejor día para vivir e inicio la lluvia de respuestas traducidas en pétalos…lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado, domingo, lunes…
Los jueves decido no ser responsable, no esperar, no dudar. El peso inexplicable de la inactividad, no me deja erguir el cuello. Termino el día con el cuello torturado por la tortícolis.
Un miércoles de duda pregunté acerca del morir. Nada relacionado con la forma y la experiencia. Mi pregunta se baso en el día. Quería averiguar si hay un día adecuado para morir. Cornelio y los peces decidieron por su lado que ni el lunes ni el martes resultaban adecuados; que los miércoles tenían su encanto de lluvia floral y dudas; que los jueves patéticos no tenían valor si terminaban matando al individuo. Tanto los peces, Cornelio y las margaritas (que no tienen ni un palmo de duda) llegaron a la conclusión de que el mejor día para morir es el viernes. Ya que de esa manera acuden al velorio la mayoría de los conocidos, y también al sepelio. Pueden entonces el lunes laborar sin desvelo o cansancio moral que les aflija.
Ahora sucede que los viernes los peces desayunan contentos y temprano, no dejan de menear aleta todo el día. Cornelio ejercita el ala izquierda planeando una y otra vez por toda la sala y en el jardín. Y yo salgo a caminar, o a comprar libros, o a conciertos, o al cine, o a…retar al azar…

¿Ustedes que hacen los sábados y los domingos? Digo, para ir a visitarlos. (Esto lo pintaré de naranja).


FIRMA: Un ser de este mundo.







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domingo, 4 de enero de 2009

2009 y el absurdo...

cargada por De La Luz.
Iniciaré el 2009 cogiendo del gañote a lo absurdo, le robaré el saco y me cubriré con el.
Este año, sospecho que no me tocará admirar ninguna lluvia de estrellas. Aún así voltearé muchas veces al cielo. Me sentaré frente al ordenador a escribir una lista larga de absurdos . Escribirlos resulta menos complicado.
Este año, estoy segura que las torceduras de tobillos y rodillas, las encontraré escritas en hojas de papel, dobladas en cuatro y guardadas en paños de seda. Protegidas como si fueran figuras de porcelana. No me mudaré de casa; llegué a esta pintada con tiza y té. En ella me quedo.
Escondida en cestos por debajo de la cama, estará la historia acerca del rayo de luz que Casiopea dejo caer por un recoveco de la ventana. También voy a escuchar una y otra vez mi canción, la que pedirá ser cantada por su voz.
Este año, no voltearán a verme admiradas otras mujeres porque él me acompaña. Ni lloverá mientras miro el brillo de unos ojos capuchino, que observan mi escote rojo poco protegido del frío. Ya no se escucharán suspiros detrás de las puertas, ni existirá incertidumbre marcando pisadas o latidos. La certeza ha llegado con paso fuerte. Es por eso que este año, disfrutaré más lo que se vestirá del color de lo absurdo . (Esto lo pintaré de azul).
Este año, como él estará lejos (ya que si estuviera aquí a mi lado, no tendría sentido escribir de él, por él y para él) enviaré las palomas más hermosas que encuentre. Las enviaré a buscar al ausente. Les haré un plano pintado con mis tizas favoritas de arcoíris. En cada lugar donde deban detener su vuelo, dejaré –como señal- boronas de pan y alpiste. Quiero que se reúnan por lo menos veinte pares de alas, para que el gorgoreo de paloma, avise al alba; y juntas, clamen el nuevo día en su ventana. (Esto lo pintaré de rojo).
Este año, lo escribiré, sólo porque es absurdo . Y como dije, escribirlo resulta menos complicado. A todos nos pasa lo mismo. De pronto escuchamos palabras que percibimos arrogantes, groseras; esto sucede cuando están relacionadas con lo que sentimos. Por eso es mejor escribirlas.
Así lo haré, cada palabra comerá de mi mano. Los verbos se conjugarán en presente y futuro. Los sentimientos tendrán color y propio talento. Con tiza verde se pintará el amor, rellenando los bordes de las letras con té. Será absurdo aunque más sencillo. (Esto lo pintaré de verde).
Descubro que resulta igual lo que esté sobre la mesa: mi corazón o un zapato viejo; entonces arrugo papeles con letras, los hago bolitas y los lanzo al bote de basura. Un zapato/corazón quedó abandonado sobre una banca del parque. ¿Verdad que resulta absurdo , que lo que dictó un día el corazón ahora sea un golpe de suerte? (Esto lo pintaré de morado).
Este año, estaré en la casa pintada, a la que se me ocurrió abrirle ventanas desde las que miraré entrar tu barco, en caso que decidas regresar.
Cuando se está solo, ocurre que brillan las mejores ideas. Abres cajones y todo lo que guardas en ellos quiere hablar, desea llamar la atención. Incluso hay recuerdos que de inmediato levantan la mano para ser tomados en cuenta.
Pero como los recuerdos son pasado, y sólo se permitirá presente o futuro; se llegó a un acuerdo fundamental, donde el pasado olvidará recordarse, y prometerá revivirse. (Esto lo pintaré de marrón).
Uno empieza así, como jugando a enamorarse de alguien, luego se pregunta una y mil veces: si se está en lo correcto, si no se está cayendo en el absurdo, si se tiene que utilizar la razón. Al fin de cuentas, uno no sabrá nunca bien donde se mete.
Durante el día y la noche, el aire corre, esparciendo (intentando equidad) coincidencias en experiencia y pequeñas dosis de sentimientos; así como se esparce azúcar glass o canela al pan nuestro de cada día. Pero hay que recordar que no hay más voluntad que el azar. (Esto lo pintaré del color de sus ojos).
Llegamos a escribir miles de hojas con sentimientos, cuadernos anegados de música, y las pantallas en blanco terminan siendo disfraces del alma…
Este año, me disfrazaré de absurdo , y me escribiré.
A los solitarios nadie nos besa. Por cierto...nadie besa delicioso... (Esto lo pintaré de rosa).
FIRMA: Un ser de este mundo


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