"Sí, seré tu sacerdote y construiré un templo
en alguna recondita región de mi mente,
donde pensamientos entrelazados, recién nacidos con doloroso placer,
murmurarán al viento en lugar de los pinos:
en amplio círculo estos ocuros árboles agrupados
rodearán las agrestes montañas ladera por ladera;
y allí por medio de céfiros, arroyos, pájaros y abejas,
las dríades reclinadas en el musgo serán arrulladas hasta dormir;
y en medio de esta amplia quietud
un santuario rosado adoraré
con las enrejadas trenzas del cerebro que piensa,
con capullos, campanas y estrellas sin nombre.
¡Con toda la jardinería que la fantasía pueda imaginar,
que al cultivar las flores, no siempre cultivará las mismas.
Y allí habrá para ti todas las delicadas delicias
que el sombrío pensamiento pueda conquistar,
una brillante antorcha, y una ventana abierta en la noche
para permitir al cálido amor entrar!"
(Fragento de "Oda a psiquis", John Keats)
La imaginación es una de las capacidades que nos diferencian del reino animal. La mecánica existencial nos hace olvidar esa herramienta. Me gusta cortar dientes de león, sus espinas de seda blanca flotan a capricho del viento. "Te llegarán ideas", le gritaba. Soplando una a una las cabecillas erizadas, me entretenía y, según yo, le aportaba algo de fantasía.
Pescando al aire una que otra palabra, él las guardaba y luego les daba forma. Era un juego divertido. Un día me invitó a hacer lo mismo. Nos sentamos en el rincón más alejado de la explanada, a espaldas de la biblioteca. Unos matorrales pelones nos servían de biombos, y, ahí, escondidos, empezamos a imaginar.
Escribir por escribir. Así se inicia, sin buscar alguna finalidad. En esa época salió la historia de Juan Pinillas; también un cuento extraño al que le puse el título de Manos refritas así como un montón de frases y párrafos con y sin sentido. En la actualidad lo sigo haciendo. Voy aprendiendo poco a poco, para mi la finalidad es modificable.
Este post se lo dedico a mi pequeña Marichuy. A la que le recomiendo que no ande buscando musas ni musos. Imaginar no requiere de eso. Ahí está la naturaleza, siempre viva.
Permite que tu corazón de pollo se inflame con el trueno fecundo del rayo, o con la irradiación húmeda de un brote floral, o con el aleteo hipnótico del ave. Eso mi amiga, es gratis.
Firma: Un ser de este mundo
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