Canción: "Vasos de cerveza" René García Vidrio
No llegues tarde le dijo; ella apresuró el paso, la mejor clase de todas era esa, se recriminaría más tarde si perdía la oportunidad de escucharle. Llegó a la entrada del aula, cerrando los ojos respiró profundo, al abrirlos nuevamente, una puerta de madera vieja con el pomo grosero la recibió, la figura del pomo desde el primer día le había producido curiosidad y misterio: picándole las mejillas y el rubor incontenible la desenmascaraba. La figura era un pene en inmensa erección, los testículos adornaban los lados y podían ser utilizados como picaporte para jalar, a menos que deseara darle un saludo a la masculinidad desde la entrada. Los estímulos y reacciones que en esa aula se llevaban a cabo eran tan viejos como el material con el que estaba hecha la puerta. La abrió y el rechinido que provocó la delató; el Dr. Robledo silenció el diálogo y la recibió con la mirada. Una rápida inspección y encontró de inmediato el lugar adecuado y se sentó.
Introducción al Kamasutra I, clase obligada como parte de la formación de todo aspirante a ser médico, impartida por el Dr. Robledo, era una de las asignaturas que tenían como deleite el aprender a desprenderse de la realidad durante cuatro horas, dos teóricas y dos prácticas; el cuerpo y los escondites hacia el placer, zonas erógenas, inicio, preludio y éxtasis, eso era esa clase.
Un arrullo serrano era la voz del Dr. Robledo: volando delante de sí mismo, rebotando de una pared hacia otra, se elevaba hacia arriba y, de repente, caía; en ese momento ella percibía un hormigueo y como respuesta al mismo se presentaba pilo-erección de todas las vellosidades existentes en su cuerpo. Su voz volvía a escucharse fuerte, varonil: "Mmm jóvenes, es importante relacionar órgano y función", decía con hipnótico canto. "¡Santo Dios! como se atreve a ronronear de esa manera", pensaba ella entre irritada y excitada. Escuchar ese ronroneo salir de una de las zonas implantadoras de placer del Dr. Robledo, provocaba una sensación similar a la salida impetuosa de miles de semillas de luz, iguales a las que forman el haz multicolor del arco iris.
Aprendía en esa clase a lograr que el grado de densidad de la realidad cambiara, el tacto, la vista, el gusto, el oído, el olfato y su sexto sentido trabajaban al unísono. Gotas de sudor bajaban por su frente, algunas recorrían lentas el largo cuello, las manos no estaban exentas de ese fenómeno. ¡Válgame! por donde viera al Dr. Robledo podía encontrar un montón de hombre, un pecho que se daba sin que lo pidiera, que no hacía esperar, que no temía, que no asustaba, que no aplazaba, que no se reserva ni se mide, ni se frena, ni desconfía, ni calcula, como un banquete servido, lecho florido.
"Mmm", vuelve a ronronear el Dr. Robledo, ella lo mira a los ojos, deteniéndose en su mirada suave y fría, como el roce de la seda; en ese momento experimenta un arrastre de pequeños gorjeos y estremecimientos y, con la obstinación del pensamiento, logra atraerlo hacia ella, hacia el interior latido de sus partes de mujer. Los minutos se alargan; el cosquilleo, que había empezado inquietándole los párpados, baja por el cuello y burbujea en sus pechos clandestinos, imaginado exhibirlos ante él, esponjándose, ofreciéndose. Justo en el centro de sus concavidades, en medio del platón de la cadera, un espacio se humedecía y se entibiaba, urgido de acoger, reclamando inquilino, con el afán del imán al metal. La cálida cuna sufre estremecimientos, palpitaciones intensas y placenteras, por segundos llega a conocer el cielo. Upsss…. Mira a su alrededor. El Dr. Robledo está inclinado, revisando la disección de cadáver.
Tres horas después, sentada en el césped intentando estudiar, recuerda su efímero monumento postizo al placer, le sucede cada vez que acude a la clase de Anatomía Humana.
Auchhh... Dr. Robledo, como dice el poeta, por qué ese afán de hacerse lo posible si sabe que es lo que a lo mejor no podrá ser nunca…
El conocimiento de la Anatomía no viene de la mano del conocimiento del placer, juguemos con el erotismo para conocernos, para aprender el punto anatómico de la super respuesta, busquemos cada uno de nosotros a nuestro cartógrafo, para que nos explore y pinte su mapa sobre nuestra piel.
FIRMA: Un ser de este mundo