jueves, 28 de mayo de 2009

Si las nubes crean imágenes, yo también puedo hacerlo...










Foto de Tinta China2007












Hoy no me desgarraré con el inútil ejercicio del recuerdo. No es que no estén despiertos los pellejos y las sombras, lo que sucede es que no me da la gana andar tirando ansia y puchero. En la hoja en blanco, se colaron sonrisas y se ha incrementado el barullo. Los renglones tienen saltos y pasos de baile con ritmos alegres. Los glaciares se derriten al son del brillo de mis ojos.

Ustedes, no lean mis olores y no canten mis sonrisas. No se atrevan a escuchar el contenido de esta hoja en blanco, si no se encuentran en condiciones para deleitarse con una dosis adecuada de locura.

Desde hace muchos meses, las aves me hablan, las letras me bailan y mis dedos se impulsan sobre el teclado, para crear conflictos del color del fuego (naranja, azul y rojo), para dramatizar sentimientos, para desbordar por el filo de la hoja, imágenes y sonidos. Mujeres y hombres desfilan a través de su drama. La magia aparece, la realidad se impulsa, lo surreal flota, la poesía camina en puntas.
Mantengo gorda la imaginación con el alimento del día que es soñar, mirar y leer. No hay musos ni musas. Este principio con su respectiva definición me preocupó un tiempo. Mi solitario recorrido no incluía individuos, los evitaba. Ahora creo haber descubierto a la inspiración y la asocio al fundamento y si me late y además, amanezco con capricho, le echo la culpa al muso. Y si me forra el pragmatismo me defino inspirada. Lo que sea que me hace escribir locuras de colores no tiene nombre ni apellido.

Alguien me dijo que sólo necesitaba una tribuna para soltar el enorme discurso que traigo en el alma, puede que sea cierto. Pero también ese alguien me dijo, que por la pantalla de la computadora, vuelco muy cabrón mi melancolía, en esto sí le doy la razón. La mayoría de mis letras cargan melancolía.
Me pasa que inicio una historia y los personajes me indican el camino. Aunque tengo que reconocer que cuando llego al final, me convenzo de que ellos –mis personajes- saben más acerca de mi, que lo que yo sé de mi misma. Un ejemplo cruento de lo que les digo, es esta historia loca que inició en Enero del 2009. Decidí contarla de a poco, para rellenar el espacio de ideas que es mi blog. En esta historia participa lo ilógico y la magia. Los tropos hablan para esconder definiciones. Entonces, ustedes llegan y leen, se identifican con algo en especial o, sólo se dejan llevar. Hay algunos que insisten en querer encontrarle lógica a la ubicuidad con la que en ocasiones juegan mis personajes. Algunos la entienden, otros, la asocian a errores. Yo, solo la escribo. Nunca he llevado un curso de literatura universal, ni algún diplomado en literatura.

Soy una visionuda más de este mundo, un ser de este mundo.

Les contaré un secreto:
Cornelio, el ave de pecho colorado, es la ingenuidad de Ateh.
Los peces de colores, representan la indiferencia al medio de Ateh.
Dorotea, es el otro yo de Ateh, su voz interna, su otredad, su alteridad.
Emilio, es él y los muchos otros que existen que Ateh no ha conocido.
La casa pintada con tiza y té, son los logros de Ateh.

No es bueno explicar detalles. Así como tampoco es adecuado dar exactitud a las artes.
Estoy aprendiendo a escribir. Estoy aprendiendo a darle forma a la idea. Estoy aprendiendo…y, esta historia, es ejercicio para mi pluma. Ejercito voces narrativas, imágenes, ambientes, conflictos, escenarios, tramas…

Agradezco a todo aquel que siga la historia, gracias al que lea más allá de lo que dice.



FIRMA: Un ser de este mundo







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lunes, 25 de mayo de 2009

martes, 12 de mayo de 2009

Ya no será...



Pasan las horas… los días, y yo no avanzo hacia otro lado que no sea donde estuvimos cantando nuestra historia. Tú, me verás con los brazos abiertos y las manos escurriendo palabras que hablan de dudas. De nada me sirve anegarme de humores, de pieles, suspiros y sombras distintas; si al final regreso al olor de tus pasos y al musical respiro de tu cuerpo.
Lleno de sensaciones, voy y vengo. Por momentos quiero saber quién vive en mí, porque parecería que me he perdido en alguno de los senderos recorridos. Y la persona que se mueve, habla, come y piensa, es otra muy diferente a la que, con la pierna izquierda, dio la primera zancada para partir hacia la aventura.
Me he visto muchas veces extraviado, golpeando mi cabeza en la barda de la indiferencia. Pum, pum, una y otra vez. Intento controlar a ese otro. Entonces, pongo mi mano en el hombro de mí confundido yo, lo sacudo con enérgica paciencia. Cuando logro su atención, es que comprendo su aburrida monotonía de pescar aves blancas, de no atreverse a caminar por fuera de la línea establecida, de sacar el mismo cascajo cada día, de mirar la grieta en la escultura de la soledad.
Pero mi orgullo es ancho comparándolo con la humildad. Mi necedad es circular comparándola con lo cuadrado de la resignación.

Shhh,… ¡Tú! No lo cuentes a nadie. Lo cierto es que hay días en que me acomodo en el sillón de los recuerdos: le canto al oído, le narro aventuras, acaricio sus ojos, saboreo su lengua, me meto en su culo, muerdo sus pechos, me trago el momento…
Y quién iba a decir… me preocupa no saber si vive o muere… pero en mí.






Otawa Canada 1921




Querida Ateh:
He estado preocupada por ti. Primero por la melancolía que percibí en tu última misiva. Y segundo por las hordas negras que caen del cielo. Bueno, eso es lo que me decías en nuestro sueño.
Recuerdo que mi bisabuelo me contó su experiencia con la peste y la fiebre amarilla, de la sensación de terror martillando miradas.
Mi pequeña, me preocupé mucho por ti. Por tus enormes ojos, por tu sentido del tacto y del paladar. No pierdas la cordura y no te amargues los momentos. Digiere el sentido de las cosas y voltéalos hacía el lado adecuado. Verás que el color de las cosas puede cambiar, si le proporcionamos la combinación perfecta.
No cubras tu rostro, mejor protégelo. No talles tus manos, mejor límpialas.
No escondas tu alma… ¡Cuídala!


Te quiere, Dorotea.




-¡Hey , Cornelio! Acércate –le dice Ateh, al ave inquieta que chupa el néctar de las flores en el jardín-. Voy a leerte un bello poema.
Cornelio entra de inmediato. En su pico cuelga un listón amarillo, que deja caer sobre las piernas de Ateh.
-¿Y esto? ¿Qué es? -Ateh coloca el listón en la mesa de centro y Cornelio se agazapa encima-. Pon atención, Cornelio, verás qué bella cosa te leeré.



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*"Ya no será/ ya no/ no viviremos juntos/ no criaré a tu hijo/ no coseré tu ropa/ no te tendré de noche/ no te besaré al irme/ nunca sabrás quién fui/ por qué me amaron otros.
No llegaré a saber/ por qué ni cómo nunca/ ni si era verdad/ lo que dijiste que era/ ni quién fuiste/ ni qué fui para ti/ ni cómo hubiera sido/ vivir juntos/ querernos/ esperarnos/ estar.
Ya no soy más que yo/ para siempre y tú/ ya/ no serás para mí/ más que tú. Ya no estás/ en un día futuro/ no sabré donde vives/ con quién/ ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca/ como esa noche/ nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir".




*Ya no será, Idea Vilariño






FIRMA: Un ser de este mundo.



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