lunes, 26 de abril de 2010

Plan de vuelo para un futuro incierto...



Ella se levanta y  lava su cara. Sigue las recomendaciones para ocultar la melancolía que reseca la piel. Espía su propia mirada y no logra descifrar lo que otros le pueden leer. Lo que sí ve es el baúl viejo y largo a su espalda. Ese baúl que encierra otro más pequeño que es adonde guarda frases hiladas. Dentro de ese baúl de letras hay otro que atesora cenizas y, envuelto en franela roja está un baúl con silencios; tiene varios meses que ha notado que de los bordes mohosos se resbalan algunos silencios panzones que no logran acomodo dentro de la valija.



El destiempo la tiene molesta e inconforme. A su alrededor los otros juegan al juego de reír y ella ya está harta de resistirse a disfrutar del carnaval que satura las calles. Hay escases dé máscaras, por eso a sus conocidos no les quedó  más que disfrazarse de ellos mismo. 



Desde mi trono la observo.  Con decisión abre el baúl de frases, luego esculca en el fondo del closet hasta que encuentra una tiza. Se sienta en el suelo con la valija de frases en un costado, y lentamente empieza a escribir el plan de vuelo para un futuro incierto:



Llegar precavida a la cita y por el lado más oscuro de la calle. Acicalarse el pelo y colocarle un broche que brille con las luces de neón. Arreglarse el escote donde caerá su mirada sin remedio. Aguardar la llegada de su paso demorado y cauteloso. No demostrar la ansiedad aún y cuando se desborde en sístoles y diástoles. Estar consciente de lo inconsciente que es salir con él. Poner de pretexto la amistad e intentar sin mucho esfuerzo colocarle distancia al amor. Premeditar sin alevosía y aventajar con las semejanzas. Mirar de soslayo el furtivo deleite que siente cuando huele mi pelo y fingir que no lo noto. Evitar decir más de lo que pienso y siento. Oír con atención su grito silente que dice: “Chiquilla, me cuesta trabajo aceptarlo pero… desde que te vi traigo colgado tu peso en mi sexo. Duele, sé lo que te digo, me duele, pero estoy disfrutando este juego. Me he disfrazado y ese del espejo convexo es el que soy hoy, mañana…¿Quién lo sabe?” Entonces, después de escuchar, fumarse el cigarrillo de la duda. Espantar como moscas los recuerdos de vuelos equivocados, aviones volando bajo, lluvia en el Golfo y entrar de lleno a la niebla del Distrito Federal. Permitir que adivine  gustos, que lea a Neruda, que crea que enseña nuevos rumbos. Compartir el vino en vasos improvisados y comer por primera vez en el jardín de un Edén personal. Morder la manzana y atenerse a los acontecimientos. Oírlo murmurar: “Por cierto, preciosa, empiezo a tener miedo ¿estás segura que alguien no nos ha visto entrar al jardín?” y cerrar los oídos a la realidad. Regresar a casa y rezar la letanía: “Un solo beso no importa que sea breve, un beso a destiempo, uno solo”.

Continurá...


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Foto de inicio cargada a flickr por Noretta






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viernes, 23 de abril de 2010

Hoy en tú día...





Interrumpo el ensimismamiento para homenajear al mejor amigo del hombre…

EL LIBRO



Mi amiga Florenzano, la bella Ale, me decía hace algunos años: “Gachita, con eso de que ahora todo el mundo lee y es bien culto”.

Mi gremio tiene un porcentaje tristemente bajo de cultura general. Conozco a pocos (los cuento con una mano) que les gusta la literatura.

Entré a blogger en 2006 y me sorprendió encontrar por todos lados (cibernéticos) personas que crecieron rodeadas de libros. Gente que antes de caminar, gateaba hacia los libros, así, al más estilo  Matilda  (la de la película) ¡sopas!

Recuerdo que un bloggero al que yo era asidua mencionó en uno de sus comentarios algo más o menos así: “las mujeres se ven re’ chulas e interesantes con un libro entre las manos”.

Sospecho que la pose de ente-libro se ha convertido en lugar común , para de esa forma sentirse interesante, atractivo, misterioso, cautivador y no del montón.

En mi infancia me entraron las letras a golpe y porrazo. El gusto por las mismas lo obtuve en la preparatoria y no por mi mamá, que antes de andarme comprando un libro, mejor se abastecía de leche, pan y carne para alimentar a cuatro chamacos. Fue mi amigo Abraham el que abrió la puerta de la curiosidad y entré a ese mundo. Muchos años leí de prestado. Cuando gané mi dinero, lo primero que hice fue ir a comprar “Cien años de soledad” y lo guardé como mi primer tesoro (ya lo había leído de prestado).



Hoy, el regalo que deseo brindarle a EL LIBRO en su día, es quitarle el maquillaje de lugar común y vestirlo de autenticidad.



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Foto de inicio cargada en flickr por Fabienne Lin





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miércoles, 21 de abril de 2010

Con los pies desnudos…




Tiene sus ventajas protegerse para ver el sol, después, cada quien elige: silla, suelo, cama, etc,. Yo quise columpio. Pero no cualquier columpio. El indicado lo encontré a diez horas de distancia. Lo bueno es que ahí se puede beber o fumar, incluso llorar; cuando esto último suceda yo sé que de inmediato cada gota salada de llanto se convertirá en cristal, tin, tin, tin, así sonarán al caer sobre el suelo.

Pasaré al momento inicial, podría excusarme diciendo que se trató del más importante, en la lejanía del momento cualquier escenario dista de asemejarse al que se pisó en otro presente y, que desde el trono, ahora se visualiza con detalle.

Iniciaré entonces...

Ella entra en escena para actuar y yo desde mi trono le veo los tobillos desnudos, enseñando un tatuaje de gena en su pie derecho. Tanto le ha llovido que lleva una máscara de llanto, de esas que tienen una sonrisa franca al tiempo que comprimen  los ojos anegados de lágrimas. "Puede que la vida me dé alguna oportunidad", le decía cada tarde a su amiga Mara. El mundo se le caía en grandes trozos y le llovían pedazos de truenos desde los rascacielos.

Mira la hora y la máscara se le retuerce. Se percata de la fecha al mirar el calendario que cuelga en la pared. “De nuevo tarde”, murmura. Descuelga el calendario y le da vuelta como buscando momentos pasados. “¿Dónde estaba yo antes de este día? Anda, contéstame tragón de tiempo, mandilón de suertudos, marcador de ironías. ¡Méndigo informal!”, en ese momento se arranca la sonrisa y deja que le llueva la frustración a borbotones.



Continuará…





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Foto de inicio cargada en flickr por daniloFiore





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miércoles, 14 de abril de 2010

Fotogramas con besos...



Los columpios son transbordadores instantáneos, desde pequeña los utilizo para concentrarme y pensar. Me impulso una y otra vez; cuando el cosquilleo en la panza desaparece sé que estoy volando, entonces, miro desde mi posición privilegiada.

A diez horas de distancia, untada de bloqueador, con lentes polarizados, en el lugar adecuado, meciéndome sobre el columpio y con el sol reposando, logré mirarlo de frente.

Los frutos maduros tuvieron un proceso. Las ideas maduran con el análisis. Los humanos maduramos con ciertos trucos: Uno de ellos es la frialdad. El calor del momento coloca el punto de análisis, sólo es cuestión de dejarlo enfriar, sentarse y mirarlo con detenimiento y tranquilidad. Congelados los momentos clave, me mezo en el columpio y, despreocupada, dejo correr la cinta 8mm. El columpio cumple una función indispensable, es un trono. Frente a él, desfilan las imágenes como fotogramas tirados: un beso robado, una mentira, una duda, etc,.


Continuará…




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Foto de inicio cargada en flickr por alex in wonderland 





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miércoles, 7 de abril de 2010

Bloquear al sol...




Llegué de buen humor. Estoy segura que a muchos le ha sucedido así: un día se levantan sin dolor en el alma y sin ese peso adicional que les aplasta el ánimo, entonces, abren los brazos y se lanzan con la cara como primicia de entrada. Ya dije antes, mi finalidad era ver al sol de frente.

Bajándome del autobús me dirigí a la primera farmacia que se cruzó por mi camino para comprar alguna crema protectora.
-Señorita, me da un bronceador con factor de protección cincuenta, por favor –le solicité a una morena mal encarada que atendía el mostrador.
-Dirá usted bloqueador –contestó y de inmediato fue por la mercancía a los estantes.

Me bloqueé la cara, los brazos, las piernas y, con el pie derecho, di el primer paso hacia la aventura, no sin antes limpiar bien mis gafas de sol.

No chequé la hora, iba retrasada… de unos años a la fecha me sucede con frecuencia, llego tarde a muchas cosas, fue por eso que no me apresuré. De nuevo seré sincera, más que aventura se trató de curiosidad. Y sí, así fue, marqué el primer trazo de este viaje a destiempo.


Continuará…



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Foto de inicio cargada en flickr por dream_maze






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jueves, 1 de abril de 2010

Viajé a destiempo hacia el sol...





Hoy brilló el sol de una manera diferente. Tal vez se trata de la posición y el lugar adonde me acomodé para verlo; pero… ¡no, no tengo duda!, al sol le escurren obleas de miel por los costados. Me coloco abundante bronceador, lentes polarizados y decido mirarlo de frente. Planeé esta visita de un día para otro. Mmm, tengo que ser franca; confieso no haberlo planeado, solo sucedió.   

Preparé la maleta de prisa y con lo necesario. La central de camiones semejaba regenteo urgente de humanos desesperados. Logré comprar un boleto con asiento en ventanilla. Fueron diez horas de camino en donde intercalé música y lectura. Dormí lo que duró una película que se trataba de dos idiotas que no podían capturar a un niño altivo e insoportable. Temperatura ambiente a mi llegada: treinta y tres grados centígrados a la sombra.

“Escúchame por favor. Hasta siempre”, así terminaba el correo que me impulsó a ir y ver el sol de frente. Pero esta ocasión voy protegida. Espero no quemarme.



Continuará…



Firma:  Un ser de este mundo.

Foto inicial cargada en flickr por TJ Scott
 
 
 
 
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