Ser fiel a un sentimiento es una peculiaridad de pocos que muchos se adjudican. Cuando se relaciona sentimiento y fidelidad, el primero le resta seriedad al segundo. Con eso de que los sentimientos son efímeros: por lo tanto se trata de utopías, dirán los pragmáticos.
Si nos referimos a deseos o expectativas y de la fidelidad de nuestras acciones para llegar a ellos, los literales entonces dan saltos y votan acuerdos concisos y directos para reafirmarlos. Conozco a personas que marcan una línea de meta y no paran hasta que la cruzan con las manos en alto. Estoy segura que también saben de personalidades así, a lo mejor ustedes forman parte de ese grupo.
“Es fiel a sus sentimientos” dice alguien refiriéndose a determinado sujeto que en medio de las tempestades (no patológicas ni dependientes) continúa afianzado a un sentimiento; a aquel que reafirma su afecto echando mano del difícil arte de ajustar el equilibrio y, a partir del mismo, logra mantenerse nivelado.
La fidelidad es un acuerdo, de primera instancia, a uno mismo y de manera secundaria a la contraparte. No se debe confundir con aferración ni mucho menos con obligación.
¿En qué momento ser fiel a un deseo se convierte a los ojos de los otros en egoísmo?
Conocí una historia:
Una mujer de provincia que deseaba dejar atrás el estereotipo de ama de casa criadora de hijos; en su primera salida para conocer el mundo, se embaraza de un profesionista quien la convence para ser madre y esposa. Tiene con él dos hijos más y también, en secreto, persiste fiel a su deseo: volar, ser independiente, mirar lugares lejanos. La imposibilidad la transforma en sombra taciturna. Trabaja hora tras hora primero para sus hijos (eso se repite una y otra vez), después, cuando los hijos son profesionistas, para lograr ese deseo al que sigue siendo fiel en contraparte a la infidelidad de su esposo.
“No me conoció, no sabe quién soy, siempre estaba trabajando”, dice su hijo mayor quien la admira por su empuje. Aunque al mismo tiempo y cuando la ocasión lo amerita, menciona la valentía e inteligencia del padre profesionista para convencerla de no abortarlo a él, el primogénito. “Yo no estaría aquí, agradezco la oportunidad”, finaliza diciendo con cierto grado de emotividad.
Este es un ejemplo de fidelidad de un deseo, que si bien para algunos resultaría fuera de lugar y tiempo, para otros con mentes volátiles, les motiva a imaginar lo sucedido si la mujer hubiera abortado. De estos últimos: habrá quienes la critiquen, pensando que es un claro ejemplo de egoísmo, llevándola por los caminos intrincados del castigo divino. No olvidemos a los hijos, ¡juzgadores puntuales!
Se cargan las acciones como costal en la espalda; se cargan las consecuencias de las mismas en las plantas de los pies. Los deseos y sentimientos los guardamos bien doblados por debajo de la almohada, para actuarlos en ese otro lado...en el mundo de las ideas y de los sueños.
Pertenezco a las que saben ser fieles a ciertos sentimientos y uno que otro deseo.
¿What about you?
FIRMA: Un ser de este mundo
Imagen de inicio cargada en flickr por Helen Sotiriadis
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