lunes, 20 de diciembre de 2010

De la ausencia, del olvido...






Abandoné la secuencia. Deje de leer a muchos. Me ausenté por semanas. Un día quise cerrar los comentarios. Otro más decidí no dejar huella de mi paso en ningún blog.

Por semanas he disfrutado de la lectura. El stress se acompañó de fatiga que sólo logré mitigar con imágenes provenientes de relatos, novelas y cuentos. Tuve insomnio y para no desesperar, leí.

Me llegó cierta tranquilidad, entonces, intenté retomar el hilo de posteo, visita y comentarios. No lo logré y descubrí que no me preocupa volver a hacerlo.

Se acerca un año nuevo y este espacio se hará más viejo. Es mi lugar de reflexión y manifestación. Es donde habita mi yo acompañado de soledad.

Agradeceré al que se pasee por la biblioteca, al que elija alguna canción de la rocola, al que le regale un terrón de azúcar a mi Cornelio, al que me visite en silencio, al que de vez en cuando deje un saludo.

Me disculparé de antemano por no ser recíproca. Así es, no lo seré. Aquí estaré en la casa pintada con té sólo porque es MI hogar.  El que me visite lo hará por deseo sincero de estar presente y no por obligación o interés de que yo pasee por su blog. 


¡Hey, amigo(a)!, si me necesitas ya sabes en dónde encontrarme.



¡FELICES FIESTAS!




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lunes, 13 de diciembre de 2010

Mudanza...




He dedicado algunos días a escribir microficciones. No entiendo cómo lo hice, no son fáciles para mi.  Ojalá alguna sea buena.
Les comparto esta.
¡Ah!, y la imagen es para ustedes, escriban de ella lo que quieran...




Mudanza



por Mafalda



¿Cómo pudiste amar a una desconocida? No lo entiendo. Allí había silencio. Huertas sembradas de osadía. Devaneos ataviados de imágenes trucadas. Y te fuiste, hipnotizado, hacia la pantalla; al diálogo que parecía un manual de cortejo donde cada uno se inventa una historia. La palabra edificó magia, cercándolos. Fue una obra elaborada desde lo imaginario a través de la necesidad. Traspasaste la ventana de ese mundo. Ahora, busco tu nombre en la sección amarilla; te he perdido.


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sábado, 13 de noviembre de 2010

Aferrada a tu abrazo...




Estoy seca. No logro archivar en casa las ideas. Le daré vacaciones a la palabra. Hablarán las imágenes por un tiempo. Cornelio los acompañará en el recorrido. Él también sabe de mis gustos musicales, así que se encargará de darle vuelo a la rocola.  Los invito a dejarse llevar a través de la mirada.  Imaginen qué deseo trasmitirles y plasmenlo en letras. Creen historias, microficciones, relatos, locuras.


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lunes, 18 de octubre de 2010

Ella y la otra...



Ser una mujer territorial puede provocar guerras incomprensibles. Aislarse en su caso tiene una finalidad: evitar chismes en ambiente hostil.  Le incomoda andar llevando y trayendo información. Su personalidad es solitaria, nunca le gustó el protagonismo ni la popularidad. Conoció compañeras que sufrían mucho cuando se percibían amenazadas por otras populistas o protagonistas. Salían pelos y uñas volando durante los agarrones.  No le había tocado protagonizar una guerra laboral donde el enojo de una parte lleva escondida una razón patética. 

Ella es una isla, la otra un bullicio. En todo este tiempo ella no se preocupó, ni le interesó la necesidad de la otra de ser vista. Ella brilla a su manera y sin pitos ni serpentinas de por medio, eso lo sabe desde siempre. Tienen una afinidad (el laburo), no más.

La otra piensa que la gente está al pendiente de lo que hace. Su “perfección” es más bien preocupación de ser criticada y eso la angustia de sobremanera. Cada cosa que dice y hace tiene una finalidad: agradar y recibir aplausos, si no sucede…¡sufre!

Ella piensa: ¡Qué inseguridad!  La toleró por mucho tiempo.  Ella también tiene defectos y muchos por cierto. Por momentos la otra raya en lo superficial. Incluso a ella le divierte la inmadurez de la otra.

Ella se enteró que la otra, indaga cómo la definen -a ella- otros:   Es “ligth”, dicen.  Entonces, ella cree que la autoestima de la otra depende de andar preguntando, ya que no le encuentra sentido a ese tipo de cuestionamientos.

A ella el protagonismo de la otra le resulta risorio y por momentos incómodo.  La otra a su  protagonismo le dice “responsabilidad”.  La otra es capaz de hundir a ella por una dosis de vanidad o de salirse con la suya.  "Antes muerta que perder una batalla verbal", piensa la otra. 

La tolerancia de ella terminó cuando la otra intentó curar el no respeto que le manifiestan en otros lugares y  muchas personas, a costa de humillarla.

Lo bueno de esto es que ella descubrió que es imitable, envidiable. Por momentos su personalidad silenciosa, de manera secundaria, muestra la falsedad humana de otros.

"¡Lástima!", piensa ella, " la otra nunca aprenderá el significado de amistad, por eso está sola, sin amigas".  Ella, continuará observándola en su necesidad de ser aceptada.



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lunes, 11 de octubre de 2010

Una lucha de hermanas...




Arreglaba mis ojos y dos pestañas marcaron líneas al costado de mi nariz. Es frecuente que durante el arreglo pierda tres o cuatro por ojo. Uno de mis encantos son los ojos. Tengo semanas con mirada triste. Por más que intento imprimirles el brillo que les caracteriza no es posible, continúo con mirada triste.

Me llegaron novedades buenas que no he compartido abiertamente en este blog. Uno de mis cuentos ganó: Fue elegido y se publicará en una antología de relatos fantásticos de  Small Beer Press  en los estados unidos. Luego, se me entregó un reconocimiento de manos de Hernán Lara Zavala en la “Fundación Samperio”. Después, promocionada por el INBA, una noche leí algunos de mis relatos en "El centro de lectura condesa" . Mi maestro y cómplice (como le dice mi amiga W a Guillermo Samperio ) me dice escritora  frente al público. Y aún así continúo con mirada triste.

Ayer mi amigocha Alejandra me recordó que Mario Vargas Llosa dijo que la escritura es una disciplina de constancia. Juan Gelman mencionó también: “Pensar que el dolor o la alegría o lo que fuera es el motor del poema no es verdad. Hay grandes poetas a los que nunca les pasó nada, que nunca tuvieron un golpe; y al revés”.  Y yo sin golpe y con él; sin diciplina ni constancia no logro terminar algunos relatos que están ahí, a la mitad, a tres cuartos o casi concluidos…y con mirada triste.

No soporto ver triste a una mujer que ha dedicado su vida entera a brindar amor. Una dama que está llena de nobleza, que es desprendida, que aún en estos tiempos difíciles se atreve a creer en el ser humano, que no critica, que no guarda rencores, que se brinda sin reservas a los demás, que trasmite serenidad en cada uno de sus movimientos. Ella, con su escaso sueldo de maestra, pagó mi carrera de médico. No sé cómo quitarle el miedo a lo desconocido, cómo inyectarle confianza para superar los efectos secundarios que experimentará durante varios días. Ya logró dar el paso más difícil, aún le faltan semanas de lucha.

Ahí estaré a tu lado hermana mía como siempre hemos estado desde pequeñas…tomadas de la mano…

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Hace unos días escribí en mi twitter :  Esto 
Era bello tener tu abrazo, tu apoyo...




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martes, 28 de septiembre de 2010

En el mundo de las ideas y de los sueños...





Ser fiel a un sentimiento es una peculiaridad de pocos que muchos se adjudican. Cuando se relaciona sentimiento y fidelidad, el primero le resta seriedad al segundo. Con eso de que los sentimientos son efímeros: por lo tanto se trata de utopías, dirán los pragmáticos.

Si nos referimos a deseos o expectativas y de la fidelidad de nuestras acciones para llegar a ellos, los literales entonces dan saltos y votan acuerdos concisos y directos para reafirmarlos. Conozco a personas que marcan una línea de meta y no paran hasta que la cruzan con las manos en alto. Estoy segura que también saben de personalidades así, a lo mejor ustedes forman parte de ese grupo.

“Es fiel a sus sentimientos” dice alguien refiriéndose a determinado sujeto que en medio de las tempestades (no patológicas ni dependientes) continúa afianzado a un sentimiento; a aquel que reafirma su afecto echando mano del difícil arte de ajustar el equilibrio y, a partir del mismo, logra mantenerse nivelado.

La fidelidad es un acuerdo, de primera instancia, a uno mismo y de manera secundaria a la contraparte. No se debe confundir con aferración ni mucho menos con obligación.

¿En qué momento ser fiel a un deseo se convierte a los ojos de los otros en egoísmo?


Conocí una historia:
Una mujer de provincia que deseaba dejar atrás el estereotipo de ama de casa criadora de hijos; en su primera salida para conocer el mundo, se embaraza de un profesionista quien la convence para ser madre y esposa. Tiene con él dos hijos más y también, en secreto, persiste fiel a su deseo: volar, ser independiente, mirar lugares lejanos. La imposibilidad la transforma en sombra taciturna. Trabaja hora tras hora primero para sus hijos (eso se repite una y otra vez), después, cuando los hijos son profesionistas, para lograr ese deseo al que sigue siendo fiel en contraparte a la infidelidad de su esposo.

“No me conoció, no sabe quién soy, siempre estaba trabajando”, dice su hijo mayor quien la admira por su empuje. Aunque al mismo tiempo y cuando la ocasión lo amerita, menciona la valentía e inteligencia del padre profesionista para convencerla de no abortarlo a él, el primogénito. “Yo no estaría aquí, agradezco la oportunidad”, finaliza diciendo con cierto grado de emotividad.



Este es un ejemplo de fidelidad de un deseo, que si bien para algunos resultaría fuera de lugar y tiempo, para otros con mentes volátiles, les motiva a imaginar lo sucedido si la mujer hubiera abortado. De estos últimos: habrá quienes la critiquen, pensando que es un claro ejemplo de egoísmo, llevándola por los caminos intrincados del castigo divino. No olvidemos a los hijos, ¡juzgadores puntuales!

Se cargan las acciones como costal en la espalda; se cargan las consecuencias de las mismas en las plantas de los pies. Los deseos y sentimientos los guardamos bien doblados por debajo de la almohada, para actuarlos en ese otro lado...en el mundo de las ideas y de los sueños.

Pertenezco a las que saben ser fieles a ciertos sentimientos y uno que otro deseo.



¿What about you?



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Imagen de inicio cargada en flickr por Helen Sotiriadis






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martes, 21 de septiembre de 2010

Analfabetismo incipiente...



“Voy a ir, quiero ver qué tal se siente andar entre intelectuales”, me dijo un amigo por correo después que lo invité. Incluso me interrogó: “¿Darán café o vino?"  Éste cree que se trata de un congreso médico donde se derrocha chupe y comida. Se me ocurrió decirle que se comprara un capuchino en el Starbucks que está cerca del Centro de Lectura, y de paso uno para mi. Con lo que respecta a saber si se “siente” la intelectualidad, no supe que decirle. El gremio médico se acompleja cuando le hablan de literatura (no generalizo, conozco algunos garbanzos de a libra).

Estoy cohibida. Pocos saben que por momentos me siento a inventar historias. Son escasos los que tienen conocimiento de que asisto, desde hace varios meses, a un taller de cuento y microficción. Un grupo reducido ha sido al que le revelé que uno de mis relatos ganó para ser publicado en una antología de cuento (en diciembre 2011), junto con escritores reconocidos en  Small Beer Press  en los EU.

Estaba merodeando en internet para ajustar el ansia, y un twittero recomendó este fragmento de un libro de Jorge Ibargüengoitia, muy a doc con lo que siento en estos momentos.


Lo comparto con ustedes está fabuloso.

Mañana será mi debut.







¿USTED TAMBIÉN ESCRIBE?
Analfabetismo incipiente

Según parece, en los Estados Unidos el número de personas que han escrito una novela es monstruoso. Muchas veces mayor, por supuesto, al número de personas que han publicado una novela. En nuestro medio, inclusive, a pesar del elevado número de analfabetismo que tenemos, el número de personas que creen que podrían escribir una novela con las experiencias que han tenido en su vida, es tremendo. Un soneto es algo mucho más difícil porque hay que aprender a rimar y a contar sílabas. Pero una novela. ¡en prosa! es la cosa más fácil del mundo. Basta con sentarse frente a una hoja de papel y contar todo lo que nos ha pasado en nuestra vida, que es tan interesante. Lo malo es que no tiene uno tiempo, porque hay que trabajar para sostener a la familia, llevar a los niños a la escuela, ir a fiestas, lambisconear al jefe, etcétera. En realidad, escribir novelas es un trabajo de ociosos. Pero eso no quita que la mayoría de la gente tenga un talento novelístico innato, o mejor dicho, literario. La prueba está en las composiciones que hacíamos en la escuela y las dedicatorias que poníamos el día de las madres.
Eran geniales. 



Esta situación, la de vivir en un medio de novelistas potenciales, no frustrados, porque nunca han intentado ejercitar sus talentos, ni fracasado en el intento, hace que personas como yo, que no hacemos más que lo que todos podrían hacer, seamos considerados como una raza parasitaria, superflua y, francamente, de muy poco talento, porque nos cuesta un trabajo horrible hacer lo que todos harían en sus ratos de ocio. Por otra parte, esto de usar para expresarse un medio que todos conocen a la perfección desde primero de primaria, hace que los escritores tengamos una cantidad de críticos exactamente igual al número de personas que saben leer y escribir. El de lectores, en cambio, es mucho más reducido, porque la mayoría de los críticos son apriorísticos.



— ¡Novelas, las mías!— dicen, y no compran las nuestras. Criticar a un pintor o a un músico es más difícil. Al primero porque sus cuadros no los ven más que los culteranos que van a las exposiciones, y porque, además, ése sabe mezclar los colores, que requiere cierta ciencia; al segundo, porque nadie sabe leer música. Esos son desechados por locos que, en nuestro medio, es lo mismo a ser desechado por genio. Pero nosotros, los escritores, estamos en la línea de fuego.




—Oye, ¿cómo no me habías dicho que eras escritor?— me preguntó una mujer con quien he tenido la desgracia de trabajar varias veces en congresos—. A ver qué día me regalas uno de tus libros.
Ha de creer que uno tiene que andar anunciándose, y que los libros los escribe uno para regalarlos. Yo nunca le pregunté si era casada, y si me enteré de que tenía una tortillería automática, fue por boca de terceros.
Además, nunca se me hubiera ocurrido pedirle una tortilla. 



—Oiga, patrón, ¿cuándo escribe un libro de veras bueno?— me preguntó un mimeografista a quien cometí la torpeza de regalarle un libro—. Digo, porque ése es de relajo.
Pasa uno muchas vergüenzas.



—Tus libros me parecen superficiales— me dijo una culta, y por supuesto, mal educada—. Pero mi yerno dice que tienen mucho porvenir, y él es argentino.
Fue un consuelo.




Pero veamos cómo se comportan las demás profesiones. Un ingeniero se pone Ing. antes del nombre, y cuando su mujer llega a la casa, le pregunta a la criada: ¿ya llegó el ingeniero?Ninguna esposa de escritor le ha preguntado nunca a ninguna criada si ya llegó el escritor. Entre otras cosas, porque lo más probable es que no tenga criada, y porque sabe que su marido no ha salido; está en su cuarto, frente a la máquina, devanándose los sesos. 



Un Lic., un Arq., un Dr., un Ing. antes del nombre, o un CPT después son signo de que alguien se ha pasado años leyendo libros que nadie leería de motu proprio. ¿Pero nosotros? para escribir novelas no se necesita más que leer novelas, que, después de todo, se supone que la gente lee por gusto.
Así que además de parásitos superfluos, somos hedonistas.


Pero como para adquirir prestigio no podemos recurrir a la aridez, porque sería contradecir los principios mismos de nuestro arte, podemos acudir a otras profesiones, que además de lo difícil del estudio, tengan otras características que provoquen respeto por parte del público.Un psicólogo, por ejemplo, es, en sociedad, mucho más aplastante que un ingeniero, aunque sea más difícil calcular un edificio que sentarse media hora a escuchar lo que dice un paciente. Todos le tienen miedo porque creen que les va a descubrir un defectazo. La mecánica de este proceso es que el ignorante no sabe qué signos pondrán en evidencia qué cosa. La magia del psicólogo está en que él descubre lo que nadie ve y llega a conclusiones que nadie entiende.
La base del prestigio es la incomprensión. 



Esto puede ser la salvación del escritor. Si, por ejemplo, en vez de contar la novela de principio a fin, la cuenta del fin a principio, si repite la misma escena desde tres puntos de vista diferentes, si quita del diálogo los nombres de los interlocutores, si describe una mesa como si fuera un paisaje, y un paisaje como una mesa, logrará confundir completamente al lector. Es posible que éste nunca termine de leer la novela, pero respetará al que lo escribió.
De ahora en adelante escribiremos así y dejaremos de ser parias. 



Primer capítulo del libro: "Ideas en venta" de Jorge Ibargüengoitia



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domingo, 29 de agosto de 2010

Drama...acción...




No tengo la menor idea si horrorizarse tenga sentido en este momento. Leo diarios, blogs, twitts…horrorizados. Lo peor, creo sin temor a equivocarme, no tardará en llegar. Dicen que hay que tocar fondo para tomar impulso y salir a flote. ¿No lo sé?

Hace algunas semanas hicimos (juego que nos sirvió de catarsis) un simulacro de insurrección: los involucrados nos organizaríamos para lograr entrar a un lugar estratégico y hacernos presentes. Violentarnos y manifestarnos de manera sonante y mortal. No llevaríamos ninguna bandera ni color específico como representación. Se trataba de mostrar nuestro hartazgo de forma organizada y quitar de una vez por todas a un estado  fallido.

Después de haber logrado nuestra fantasía catártica, sonreímos. Recordé las juntas literarias (disfrazadas como “Academia literaria”) realizadas en la casa del Corregidor Miguel Domínguez para planear la independencia de México.

No sé quiénes serán los que lancen la primera piedra; de lo que sí estoy segura es que no serán los pobres. Y… pobres de nosotros si no despertamos, tiramos al carajo el letargo, nos dejamos de dramatismos y nos unimos a una finalidad, aceptando la responsabilidad que conlleva cualquier causa. 

ADD:  Recomiendo seguir los links de Leopoldo Méndez que están abajo.  Un ejemplo maravilloso  que muchos mexicanos  necesitamos en estos momentos. Por cierto, como me hubiera gustado encontrar un hombre como él, sin cobardías al encuentro de su verdad, de su amor real. Defendiendo a su manera su pedacito de cielo.

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Imagen de inicio GRABADO DE LEOPOLDO MÉNDEZ I
 LEOPOLDO MÉNDEZ II



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viernes, 27 de agosto de 2010

Donde habita el olvido...



De un tiempo a estas fechas, mi Flaquis  (blogger estrella) y yo (que dicho sea de paso soy una irresponsable por no alimentar como es debido este espacio y a mis visitas), hemos intercambiado algunas dudas por medio de blogger y twitter en lo que respecta a los recuerdos. Incluso utilizamos el término conocido y mencionado por muchos escritores y cantantes: Donde habita el olvido.

Creo, sin temor a equivocarme, que los recuerdos sí tienen un hábitat, lo cual nos permite a todos ir a visitarlos, echar mano de uno que otro y darles efecto, sentido, análisis, forma, continuidad, clase, etc.

El bello ser humano Champygnon  me invitó a participar en su Legítima celebración del bicentenario. Lo que se me ocurrió fue ir a La casa de los olvidos. Ante la puerta de entrada repasé una a una las preguntas. Acudir a esa casa requiere de ideas claras y principalmente sanas; no recomiendo buscar recuerdos si la finalidad está en conflicto con el razonamiento ya que podríamos enfermar de frustración.

Fui donde habita el olvido y salió un relato. Se lo regalé a Champy para su celebración. Si gustan ir a leer.  AQUÍ 

Nos inventamos a través de nuestros recuerdos y raíces. Nuestra identidad reside en la memoria, en el relato de nuestra biografía… y yo soy uno de los resultados de esa historia.





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lunes, 23 de agosto de 2010

Lectura...




Leía hace un rato en el diario español El País un artículo titulado El mago. Sonreí al topar con el siguiente párrafo: “La magia es como la política: cuanto mayor el engaño mejor el resultado”.
¡Ja!



Y continúa diciendo el artículo “…aceptando los parabienes de sus fieles, aquellos que no pueden resistirse a la belleza de una buena mentira”. ¿Qué tal?



Pero lo mejor: “Recordemos por ejemplo cuando aquel mal actor aficionado a las varitas llamado David Copperfield andaba por ahí atravesando la Gran Muralla China, volatilizando aviones o -su truco más célebre- haciéndonos creer que salía con la modelo Claudia Schiffer”. Jajajá…



Upsss, y… ¿Por qué me llamó tanto la atención esto de las poses, el manipuleo, la mentira, el engaño?



: )





Pasaré a otro punto.



Eso de leer en público me resulta complicado. Una cosa es leer novelas y poesía de escritores célebres a una anciana enferma (lo hice algunos meses cuando era estudiante de secundaria) y otra muy diferente es leer frente al público. La situación se complica aún más cuando las personas que me escucharán son aficionados a la lectura, incluso, algunos son escritores. El terror corroe y estremece mi osamenta porque leeré a esos espectadores-escuchas… ¡mis cuentos!

Desde que me enteré que fui elegida para esto he sufrido un retroceso lectoral jejeje. Ahora resulta que se me seca el hocico al segundo párrafo, o se me traba el bosquejo; por momentos me voy de trompa y como hilito de media sin marcar la puntuación; de repente se me nubla la palabra. Un día hago capricho, entonces, elijo y ensayo la lectura del cuento más largo que he escrito (no es recomendable para un evento de este tipo); otra noche le cambio de nombre a mis personajes: a Manuel le digo Efraín o Mauricio, a Francisco le digo Juan, etc.



El pánico escénico está menguando mis nervios. Lo bueno es que faltan algunas semanas para mi debut jejeje.
Deséenme suerte por favor…




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foto de inicio cargada en flickr por matit@







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lunes, 9 de agosto de 2010

Fetiches...




¿Cuál es tu fetiche? Las nalgas, las piernas, los senos, los pies, las manos bien cuidadas. ¿Qué te gusta de mí? Siempre les pregunto. Existen los que en directo responden: el culo, el escote, las caderas. Los hipócritas: no importa eso sino tu alma y tu inteligencia.



El cuerpo, si se quiere, es alma hecha carne.



En ocasiones se trata de prendas de vestir: las medias negras, los ligueros, las tangas, los sostenes de encaje, la falda corta, la blusa roja, las gasas trasparentes. Me las pongo y observo reacciones.



Somos cuerpo como decía Nietzsche. Y aunque no queramos, el cuerpo es y termina siendo el centro de todo: es flaca, gorda, armónica, grotesca, alta, compacta, conservada, vieja; así nos califican los hombres. Es el juego sexual y erótico. Advierto que no estoy hablando de amor. El amor como milagro que es, tiene una complejidad que va más allá de la vista.



La mujer que sabe y acepta sin doble significado el papel del erotismo, no agredirá con moralismos escondidos, con la crítica mordaz que esconde la evidente envidia o con abierta rivalidad a la que le aventaja. La mujer que juega con el erotismo y luego sataniza y juzga a otra que exhibe a gusto su propio cuerpo, sólo muestra lo inconforme que está consigo misma.



Recordé una película americana, de las típicas romanticonas, vaya a saber cuál era el título. El protagonista masculino tenía ante él a la mujer culta, de belleza sublime, sensualidad decantada, misteriosa. Enloqueció por ella. Aunque él, también se permitía mirar y jugar (sin ella) con los extremos, con sus fetiches en otras mujeres.



Detrás de tu desnudes, ¿habrá algo? ¡Cuéntame!



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Foto de inicio cargada en Flickr por cuenta conmigo





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lunes, 26 de julio de 2010

Ecléctica...




En este lugar (blog) casi nadie me conoce. Puedo escribir barbaridades; inventarme novios y decir que muchos hombres me flirtean; relatar sin disimulos, sin juego de manos. Por momentos se me olvida contar esa historia que todos llevamos dentro. Otras veces se me complica el cómo hacerlo. Repaso mis letras antiguas y sonrío. Soy la misma y otra, me leo y digo no, y luego pienso sí.
Así continuo.

Es necesario escribir, decir, confirmar.
Tú, léeme si gustas, palpitando desde un púlpito.

Sé de disturbios, de ciclones y turbulencias. Conozco el sonido de los besos y de las lágrimas. Permanecí muchos años en la mentira y logré sobrevivir cuando llegó la verdad.

Hay días difíciles, me aburro. Dedico el tiempo a leer libros, blogs, twitts, correos, etc. ¡Ah! También escribo: hoy un cuento, mañana le agrego una cuartilla a esa historia que no termina de ajustarse. Por momentos siento que se me ha detenido la máquina, que olvidé el movimiento de la mano que prende el ordenador, que se me zafó un perno o un tornillo. Y así, desorientada, me atrevo a colocar palabras en los blogs de otros. Eso sí, con gran cariño. Por semanas se me enquista el silencio del tiempo, porque me falta, entonces me desaparezco. Me aburro.

De pronto parece que me sobran las ventanas. Por una lo vi escondiéndose de todos y con deseo de ser encontrado. En otra la sorprendí enmascarada, acuclillada. Tengo momentos que me gusta casi todo, o bastante, o nada. Los recuerdos llegan y me tocan tan fuerte que me duele la piel al sentirlos. Me rindo ante ellos, se derriten y queman; porque los abrazos son también espirituales, la emoción tiene forma, el deseo sigue vivo.

Tengo tentación de libertad. Me iré algunos días a los campos. Recolectaré alcatraces gigantes, deshojaré montones de cenizas. El río de las convicciones me mostrará varios caminos. Flotaré por la afluente de tranquilidad.

A mi retorno solucionaré los problemas de ajuste de la máscara, el nudo de las cintas en la nuca. Tengo que centrarme en la no-historia para soportar vivirla.
Mmm, o tal vez para disfrutarla.

Upss, por cierto, a ustedes, ¿cómo les suena la vida?


Foto de inicio cargada en Flickr por purplebeats



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jueves, 8 de julio de 2010

Nuevo viaje...



Una vez más estás preparando el equipaje. Dos años allá, otro allí, tres aquí. La maleta no cambia de tamaño. Tú no eres otro. Leí la carta muchas veces. Creíste que no te descubriría. Esa forma de decir te quiero sin decirlo te mostró de nuevo ante mis ojos. Tus palabras llegaron resbalándose por el tapete de la entrada, descubrí el sobre cuando alistaba el sillón y una mesa pequeña frente al televisor: iba a comer y al mismo tiempo vería Cinema paradiso. Ahí estaba la carta en un sobre. Cuánta incertidumbre cabe en dos hojas, aguardando la estocada certera.

Te dirigías a mí diciéndome amiga; luego hablaste de los sueños. Por un momento no entendí a qué te referías con eso de: “te miré soñándome”. Luego recordé que siempre me encontrabas montada en nubes de ideas, estoy segura que a eso te referías. No te gusta el orden, así que sin el detallaste cómo es el lugar que abandonas. Es una casa con gatos, con libros, con música, con gestos, con llantos, con sexo, sin niños, sin certidumbre, sin magia.

Sé cómo eres, lo bueno es que no leí lamentos y justificaciones. Se terminó de nuevo y habrá que caminar. No te soñé, sólo confieso que antes de la llegada de tu carta, las hojas crujieron, avisando tu paso…




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Foto de inicio tomada de internet





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martes, 29 de junio de 2010

Vuelos de verano...



El día que decidí escribir acerca de ti, no encontraba el sitio adecuado. Caminé por varias calles y con los pies adoloridos, por fin me senté en un bar y pedí una cerveza. La ley del 11° mandamiento: NO FUMARÁS, aún no llegaba por estos rumbos; así que encendí un pitillo. Fumo desde los veinte años y disfruto cada cigarro; esta vez no fue la excepción, así que en ese lugar con sillas de madera y rock metálico de fondo, dejé escapar la espuma del corazón.

Los días pares que pasamos juntos, se contaron con ayuda de gorriones amaestrados; vale decir que los impares se anotaron con el empuje de rasguños de guitarra. Estaba allí escribiendo acerca de ti, entonces, el lugar se llenó de alas y relámpagos. Algunas estatuas aparecían y de inmediato se desintegraban, dejando montoncitos de arena. El viento me despeinaba y recorría el bar de un lado a otro; servilletas y mantelillos volaron como si fueran almas en pena. Un espectro de mantel se asomó por mi hombro y leyó palabras, incluso esas que se quedaban escondidas en las grietas de la prisa, en la impunidad del que lee y no lee. Fui dejando en letras nuestra historia, ese momento puntual en que llegaste, las expectativas no cumplidas, los errores. El frío congeló algunos momentos, decidida, consideré replantearlos y lo logré.

Terminé el relato con dos cajetillas de cigarros vacías, ocho envases de cerveza sobre la mesa consumidos y veinte cuartillas con caligrafía delgada.

Salí de nuevo a caminar. La niebla acompañaba el salpicar de la lluvia. Me descalzé y pisé el frescor del adoquín. Sentada en el suelo por fuera de una posada hundí la cabeza en mi eterna soledad. Como alondra perdida supe que era el momento de buscar ser libre.

Tengo muchos tesoros, me sostengo de ellos y de esa manera no se escapan por ninguna rendija de la memoria. Seguiré escribiéndolos.


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lunes, 14 de junio de 2010

sábado, 12 de junio de 2010

Desde mi almena y sin cruzar la línea...




Se me ocurrió escribirte. Inicié por el extremo superior derecho de la hoja en blanco y permití que las verdades se deslizaran una por una hasta distribuirse al azar y también, a lo largo y ancho del papel. En el centro, salpiqué un número considerable de mentiras; las muy cínicas, se acomodaron por los costados de las verdades, para desafiarlas.

Por cierto, ¿sabías que escribir es abrir la puerta oculta de un espejo para que el que lee salte hacia este otro lado? Creo que fue por eso que se me ocurrió escribirte.

Soy tan feliz. Así inicié. Luego, me esmeré en explicar el porqué de mi felicidad: Cada noche le cuento a la luna que soy un botón de rosa roja. No me importa que los demás me vean como rosa y no como botón. Tú me conociste y aspiraste mi aroma.

Frente al espejo pienso: “que linda rosa vestida de botón”. Ya no duele esta soledad porque me siento llena de ti. Estoy segura que bebí lo mejor que tenías, es por eso que no te reflejaste en otros ojos. El sol descubrió que no tengo secuelas es por eso que escurre sus mechas amarillas a través de mi ventana. Dice la gente que no soy la de antes, por supuesto porque soy un botón de rosa roja.

Caí en la madurez y la boca se me llenó de sonidos raros. Estoy segura que sucedió cuando aprendí a recolectar algunos fragmentos de vacío y los atiborré de letras. Fue entonces que entré en mí, lo hice a través de los oídos y así sin más ni más llegué a la garganta, dejándome caer hasta los pulmones. Entré a mi corazón resbalando por las venas. Vaya músculo romántico que adivina y siente. Balanceándome sobre la aorta –lugar privilegiado- planté la mirada en mi pequeño hígado; ahí puse varios tiestos rojillos y alguno que otro sentimiento. Por último, corrí de nuevo por mis venas hasta el lugar inicial y decidí salir por la mirada.

Ahora ordeno y clasifico trozos de alma, no lo hago como si fueran despojos; lo que hago es cantar y escribir cada sentimiento. En cada palabra, frase, párrafo…está el yo. Tú me lees, espectador atónito. Corre hacia el espejo, te invito a entrar las veces que quieras verme.

Hay un horizonte allá en la lejanía. Caen las hojas desde nuestra acacia, me arrodillo a recogerlas…mañana será otro día.



Foto inicial cargada en flickr por Keithimmyfoto


Firma: Un ser de este mundo





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martes, 8 de junio de 2010

Rayo






El padre dormita solitario sobre la cama que compartieron. Su cuerpo, apenas tapado por una sucia sábana, se estremece como si una corriente de aire frío lo abrazara; al moverse, despide un olor desagradable: nadie podría imaginar al ver esos desechos que alguna vez fue un hombre imponente. La penumbra de la habitación lo obliga a forzar los ojos, cuyas venas parecen salirse. Tiene las pupilas dilatadas debido al deseo insatisfecho y quisiera traspasar esa oscuridad para yacer de nuevo con Judith.



Ella espera de pie en el pórtico, mirando hacia las montañas; una brisa suave le ondea la cabellera, mientras trata con dificultad de aquietarla con las manos y descubrir su cara. A pesar de los años y el maltrato, las profundas marcas en el rostro no desmerecen la belleza que tiene. Aprieta los músculos de las quijadas para contener la furia en el cuerpo; está implorando a Dios que de una vez por todas termine con él y con la vida de perversión que le obligó a llevar.



Su rencor no tiene límite, ella recuerda su fallido intento por escapar; se iría con Alberto, en su velero de tres palos. El padre peleó contra el marinero, lo dejó tendido en el muelle, detrás de la iglesia, desangrándose, con la faca clavada en el vientre; después la regresó amarrada sobre la grupa sin montura de un caballo tan negro como su destino.



El silencio de la noche es alterado por un estruendo proveniente de la habitación, mezclándose con el resplandor de un rayo, el cual enciende las montañas. El rostro de Judith se suaviza; al tiempo de enrojecer por el destello. Las sábanas se van tiñendo del mismo color.



*Roberto Carreño Colorado (México D.F., 1949). Estudió la carrera de Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional y la carrera de Antropología Social en la E.N.A.H..

Ha participado en los talleres de cuento de Guillermo Samperio, Alejandro Toledo y Erika J. Báez entre otros. Ha escrito ensayo, cuento y crítica. Ha publicado en antologías latinoamericanas. Dentro de sus actividades está la literatura, fotografía y vitralismo.




Foto de inicio cargada en flickr por Zseike







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miércoles, 19 de mayo de 2010

La Recoleta







La Recoleta, barrio de Buenos Aires





Camino sola en la madrugada de viento por las calles de La Recoleta. Me pongo las medias negras de red y perfumo mis piernas de jazmín. Me hago rizos en el cabello negro espeso y lo adorno con un clavel rojo. Dejo las pantaletas de seda en el bolso, debajo de las monedas. Me confundo con cualquiera o con todas las prostitutas del barrio, de vientres aroma tabaco rubio. Me pierdo en la oscuridad porteña silbando una tonadita de tango. Escucho el eco de mis pasos que quiebran el pavimento. Me paro debajo de una solitaria farola. Enciendo un cigarrillo y dejo que el humo oculte mi rostro. Siento cómo el aire frío me eriza los pezones. Espero a que alguien se anime a levantarme y me desnude en el asiento trasero de un viejo taxi. Observo la lujuria de los paseantes. Les guiño el ojo a las mujeres bien educadas por sus padres, saludo a extraños y le sonrío a obesos. Me preparo para la gran noche.

Checo puntual mi entrada al cabaret. Pido una melodía del arrabal al hombre del bandoneón. Bailo en la pista con las luces tenues. Coqueteo con el último hombre de la barra. Me siento con los machos. Escucho vulgaridades, me convierto en una de ellas. Río a carcajadas. Me abro por debajo de la mesa y uso la liga como monedero. Entrelazo mis dedos con el de la sortija. Bebo de otros vasos colmados de licor de caña. Entro al baño de los caballeros. Orino mientras me observan. Jadeo en los privados. Me maquillo una y otra vez con el polvo mate y me delineo los labios de carmesí. Saco ventaja de mi género y gano el dinero por las que se quedan en casa. Me regocijo por el bien que hago a la humanidad.

Camino lento hacia los cuartos traseros de terciopelo azul de afortunados encuentros. Toco a un hombre y permito que otro me toque, hasta desconocer en las caricias las manos. Dejo la vergüenza en el ropero, a un lado de la culpa, debajo del arrepentimiento. Me olvido de los rostros y recuerdo al que un día me abandonó, mientras beso con los ojos cerrados. Me cambio el nombre: cortesana, acompañante o ramera. “Llamame como vos querés”; y me ensucio con lascivia: “No se ha inventado el jabón que limpie el amor”.

Entro en los hoteles donde se enamora la gente enferma de desdicha, lleno la soledad de un extraño con un poco de mi humedad y aprendo de memoria un poema de amor. Me deslizo con suavidad las medias. Camino descalza sobre la alfombra. Pregunto si mis senos son lo suficiente grandes o ¿qué es lo que más te excita de mí? Bebo del cuello de la botella hasta derramarla sobre mis tetas. Me pellizco los pezones. Me siento desnuda en una silla y poso como la Minelli. Enciendo la lámpara de la esquina. Observo cómo mi sombra se alarga en la habitación y se retuerce como serpiente. Abro las cortinas y también la ventana. Rompo el silencio con un grito. ¡Bailo la milonga! ¡Me siento poderosa!

Me desvanezco en un sillón de forro viejo y me toco frente al espejo. Gateo y me arrastro hasta que mis rodillas enrojezcan. Me hago la inocente y después la caprichosa; Lolita o dominatriz. Me pinto las uñas de los pies para los fetichistas y humillo a los masoquistas. Toco mi sexo para los voyeristas y me visto de hombre para los machistas.

Prometo, mientras dure la plata, amor eterno y digo que algún día dejaré todo por él, que tendremos dos hijos y que el primero será varón.

Me escondo entre unas piernas. Lleno mi boca. Escurro mi cuerpo entre las sábanas, bajo un cuerpo extraño. Me asfixio e inhalo del aliento. Nado en saliva. Digo las palabras precisas y calculo los gemidos correctos. Finjo que finjo y me entrego como si fuera el último de mis amantes. Migro mis sentimientos a un lugar seguro, donde la realidad no me alcance y dejo las lágrimas para los orgasmos, que por ellos sí vale la pena llorar. Al final, recompenso con una caricia, aunque ésa la pague yo.

Espero desnuda en la ventana de un cuarto extraño a que amanezca y le robo a la luna algunas horas, de todas las que me debe el sol. Fumo el último cigarrillo que sobró en mi cajetilla de piel marrón y veo cómo el crepúsculo matutino difumina las últimas luces de Buenos Aires.





*Faustino López Rangel. Egresado de la carrera de Ciencias de la Comunicación. Sus cuentos han sido publicados en las revistas Eme equis, La Revista de El Universal, Onexpo y Veintitantos –donde colaboró un año escribiendo cuentos eróticos-, así como en diferentes sitios de Internet. También ha colaborado escribiendo reseña cinematográfica para el diario del Festival de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México (FICCO).
Finalista del decimocuarto Certamen Internacional de Narrativa Breve organizado por Editorial Nuevo Ser, de Buenos Aires, Argentina, donde fue incluido en la antología Nueva literatura de habla hispana 2006.





Imagen de inicio tomada de internet.




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lunes, 17 de mayo de 2010

Posicionándose...




Días más, oportunidades menos. Aquí estoy. Sigo en esta página entre flojera, sorpresas, espanto, inquietud, fastidio pero principalmente desilusión.

Meses atrás descubrí a algunas personalidades pasadas que, tras mi espalda, tejían planes y actitudes. Yo, como es mi costumbre, en la distracción total. Estoy convencida que si hubiera sospechado esto en otros momentos, un hoyo como mínimo, sería la secuela gástrica, cicatrizando como recuerdo.

Hoy el descubrimiento de esa telaraña de intrigas y mentiras la tomo como bálsamo curativo. De pequeña disfrutaba sacar los cubitos de hielo del refrigerador, colocarlos en un plato, exprimirles un limón y salpicarles sal. Mirando la televisión chupaba con singular alegría el hielo salado. Hoy realizo esta analogía de saborear mis errores con la mente fría y con la hiel que le pone sabor: entre vengativo y sal-pimentado.

El escenario de repeticiones me resulta conmovedor. Pero me ha quedado claro que me deshice de co-dependencias turnándolas al mejor postor jejeje. Dejé la puerta abierta y el paso libre a otras personas que como yo, querían equivocarse…experimentar en carne propia.

No me gustó que se movieran las piezas del ajedrez mientras yo miraba el arcoíris. Me irrita la gente maquiavélica y canalla que después de descubierta, niega la acción. Está claro que es parte de esa misma actitud negar los hechos, lo que no me cuadra es la búsqueda hipócrita de reivindicación.

El ensimismamiento y análisis que he ido narrando en post previos se trato de esto que mencioné. Preveía escribir largo y tendido acerca de un deslumbramiento y quemón. De la venganza en plato frío. Ahora existen otros acontecimientos buenos y malos que se sobreponen a esto. Mí blog logró durante estos años un cometido que no planeé. Me ayudó a expresar ideas. Pocas veces escupí el dolor del engaño y la traición. Muchas otras me sirvió para conocerme y reconocerme. Sin buscarlo ni ser lo que me impulsó a tener un blog, también conocí a hombres y mujeres inteligentes y valiosos.

Cargando la tristeza, la melancolía, las experiencias (buenas y malas) y el conocimiento (poco aún) de mis aciertos y errores, daré paso total a crear fantasías reales. De algo me sirvió haberme equivocado, llorado, perdido, ganado, amado, etc. En cada letra, línea, párrafo, relato, cuento o novela, habrá un pedacito de ti y de mí.

La reglas de comentarios permanecerán ahí descritas, porque estoy segura que cargaré con el tufo eterno de fantasmas, los cuales regresarán y tal vez molestos por verse reflejados, impriman su coraje en alguna misiva.

Las redes sociales como facebook y twitter han ganado espacio y seguidores a los blogs. El primero lo abrí para jugar e interactuar con mis sobrinitas. El segundo lo abrí por curiosidad. Le encontré el chiste (lo que a mí me resulta interesante) y ahora mientras escribo, dejo abierta mi cuenta y leo, casi no interactúo pero me gusta echarle un ojo a lo que recomiendan algunos twitteros.

Bloggear me gusta más. Este espacio-casa, estará para que ustedes pasen, opinen, saluden, lean mis letras y en ocasiones algunos textos de amigos o de mi maestro Samperio.



Es mi casa. Están invitados a llegar y tomarse un café, un té, un vino. Pueden coger algún librito de los que vean bien colocados o mal posicionados. Escuchen musiquita, espero tener tiempo y abastecerles de diferentes melodías para que elijan.  Llegen con un turrón de azucar para mi Cornelio y algo de alimento para peces.  Mi colibrí de pecho colorado es algo tímido, tal vez muchos de ustedes no logren verlo.   Entren al estudio y dejen su turrón en el platito que está por un lado del saxofón. Si tienen suerte, mientras leen, escuchan música o simplemente descansan, Cornelio llegará con su corazóncillo acelerado y su aleteo hipnótico a hacerles un poco de compañía.

Aún en estos tiempos difíciles, son bienvenidos a la Casa pintada con tiza y té.



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Foto de inicio cargada en flickr por LauraNelPaeseDelleMeraviglie




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lunes, 10 de mayo de 2010

"Con responsabilidad" no viene a ser lo mismo que "a ultranza"...




He levantado la mano para solicitar tiempo. No sé si se me concederá.

Hoy es día de las madres. Yo no soy ni seré madre. Años atrás hubo un leve brillo de oportunidad para serlo, me ganó la cobardía y además el hombre en turno no adornó con flores el camino de mi duda, entonces, el miedo tomó el mando y el título se quedó en quimera.

Respeto a las valientes que a ultranza, son madres; les dejo de aplaudir cuando descubro que la ultranza no las hace responsables. Me quito el sombrero ante las que no sólo paren un hijo rasguñando las piedras, sino que lo alimentan con el calostro sabio de las causas y los efectos. Vitoreo a las que no utilizan a los hijos de estandarte protector o de trofeo.

Yo amo a mi madre, soy capaz de dar la vida por ella. No me pesa velar su enfermedad a un lado de su cama. Lo mucho o poco que gano es en gran parte para esa mujer morena. Temo perderla.

Hay a quienes les aterra llegar a la tercera edad y necesitar ayuda hasta para limpiarse después de defecar, o para mover la cuchara hacia la boca. Y qué me dicen de los que les aterra cuidar, limpiar y alimentar a su madre, padre, hijo(a), esposo(a). El amor es activador y procesador de este tipo de actitudes. Aquel que se preocupa o huye en el momento crucial, claudicó o nunca en realidad amó.

Hoy es día de la madre, eso que nunca seré.

Lo que sí soy es: una hija que amará a su chata hasta el último día que se le conceda tenerla a su lado.

Soy también una mujer que solicito más tiempo… ¿para qué? ¡Vaya dilema! ¿Será que se me conceda?



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Foto de inicio cargada en flickr por =anja=





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lunes, 26 de abril de 2010

Plan de vuelo para un futuro incierto...



Ella se levanta y  lava su cara. Sigue las recomendaciones para ocultar la melancolía que reseca la piel. Espía su propia mirada y no logra descifrar lo que otros le pueden leer. Lo que sí ve es el baúl viejo y largo a su espalda. Ese baúl que encierra otro más pequeño que es adonde guarda frases hiladas. Dentro de ese baúl de letras hay otro que atesora cenizas y, envuelto en franela roja está un baúl con silencios; tiene varios meses que ha notado que de los bordes mohosos se resbalan algunos silencios panzones que no logran acomodo dentro de la valija.



El destiempo la tiene molesta e inconforme. A su alrededor los otros juegan al juego de reír y ella ya está harta de resistirse a disfrutar del carnaval que satura las calles. Hay escases dé máscaras, por eso a sus conocidos no les quedó  más que disfrazarse de ellos mismo. 



Desde mi trono la observo.  Con decisión abre el baúl de frases, luego esculca en el fondo del closet hasta que encuentra una tiza. Se sienta en el suelo con la valija de frases en un costado, y lentamente empieza a escribir el plan de vuelo para un futuro incierto:



Llegar precavida a la cita y por el lado más oscuro de la calle. Acicalarse el pelo y colocarle un broche que brille con las luces de neón. Arreglarse el escote donde caerá su mirada sin remedio. Aguardar la llegada de su paso demorado y cauteloso. No demostrar la ansiedad aún y cuando se desborde en sístoles y diástoles. Estar consciente de lo inconsciente que es salir con él. Poner de pretexto la amistad e intentar sin mucho esfuerzo colocarle distancia al amor. Premeditar sin alevosía y aventajar con las semejanzas. Mirar de soslayo el furtivo deleite que siente cuando huele mi pelo y fingir que no lo noto. Evitar decir más de lo que pienso y siento. Oír con atención su grito silente que dice: “Chiquilla, me cuesta trabajo aceptarlo pero… desde que te vi traigo colgado tu peso en mi sexo. Duele, sé lo que te digo, me duele, pero estoy disfrutando este juego. Me he disfrazado y ese del espejo convexo es el que soy hoy, mañana…¿Quién lo sabe?” Entonces, después de escuchar, fumarse el cigarrillo de la duda. Espantar como moscas los recuerdos de vuelos equivocados, aviones volando bajo, lluvia en el Golfo y entrar de lleno a la niebla del Distrito Federal. Permitir que adivine  gustos, que lea a Neruda, que crea que enseña nuevos rumbos. Compartir el vino en vasos improvisados y comer por primera vez en el jardín de un Edén personal. Morder la manzana y atenerse a los acontecimientos. Oírlo murmurar: “Por cierto, preciosa, empiezo a tener miedo ¿estás segura que alguien no nos ha visto entrar al jardín?” y cerrar los oídos a la realidad. Regresar a casa y rezar la letanía: “Un solo beso no importa que sea breve, un beso a destiempo, uno solo”.

Continurá...


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Foto de inicio cargada a flickr por Noretta






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viernes, 23 de abril de 2010

Hoy en tú día...





Interrumpo el ensimismamiento para homenajear al mejor amigo del hombre…

EL LIBRO



Mi amiga Florenzano, la bella Ale, me decía hace algunos años: “Gachita, con eso de que ahora todo el mundo lee y es bien culto”.

Mi gremio tiene un porcentaje tristemente bajo de cultura general. Conozco a pocos (los cuento con una mano) que les gusta la literatura.

Entré a blogger en 2006 y me sorprendió encontrar por todos lados (cibernéticos) personas que crecieron rodeadas de libros. Gente que antes de caminar, gateaba hacia los libros, así, al más estilo  Matilda  (la de la película) ¡sopas!

Recuerdo que un bloggero al que yo era asidua mencionó en uno de sus comentarios algo más o menos así: “las mujeres se ven re’ chulas e interesantes con un libro entre las manos”.

Sospecho que la pose de ente-libro se ha convertido en lugar común , para de esa forma sentirse interesante, atractivo, misterioso, cautivador y no del montón.

En mi infancia me entraron las letras a golpe y porrazo. El gusto por las mismas lo obtuve en la preparatoria y no por mi mamá, que antes de andarme comprando un libro, mejor se abastecía de leche, pan y carne para alimentar a cuatro chamacos. Fue mi amigo Abraham el que abrió la puerta de la curiosidad y entré a ese mundo. Muchos años leí de prestado. Cuando gané mi dinero, lo primero que hice fue ir a comprar “Cien años de soledad” y lo guardé como mi primer tesoro (ya lo había leído de prestado).



Hoy, el regalo que deseo brindarle a EL LIBRO en su día, es quitarle el maquillaje de lugar común y vestirlo de autenticidad.



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Foto de inicio cargada en flickr por Fabienne Lin





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miércoles, 21 de abril de 2010

Con los pies desnudos…




Tiene sus ventajas protegerse para ver el sol, después, cada quien elige: silla, suelo, cama, etc,. Yo quise columpio. Pero no cualquier columpio. El indicado lo encontré a diez horas de distancia. Lo bueno es que ahí se puede beber o fumar, incluso llorar; cuando esto último suceda yo sé que de inmediato cada gota salada de llanto se convertirá en cristal, tin, tin, tin, así sonarán al caer sobre el suelo.

Pasaré al momento inicial, podría excusarme diciendo que se trató del más importante, en la lejanía del momento cualquier escenario dista de asemejarse al que se pisó en otro presente y, que desde el trono, ahora se visualiza con detalle.

Iniciaré entonces...

Ella entra en escena para actuar y yo desde mi trono le veo los tobillos desnudos, enseñando un tatuaje de gena en su pie derecho. Tanto le ha llovido que lleva una máscara de llanto, de esas que tienen una sonrisa franca al tiempo que comprimen  los ojos anegados de lágrimas. "Puede que la vida me dé alguna oportunidad", le decía cada tarde a su amiga Mara. El mundo se le caía en grandes trozos y le llovían pedazos de truenos desde los rascacielos.

Mira la hora y la máscara se le retuerce. Se percata de la fecha al mirar el calendario que cuelga en la pared. “De nuevo tarde”, murmura. Descuelga el calendario y le da vuelta como buscando momentos pasados. “¿Dónde estaba yo antes de este día? Anda, contéstame tragón de tiempo, mandilón de suertudos, marcador de ironías. ¡Méndigo informal!”, en ese momento se arranca la sonrisa y deja que le llueva la frustración a borbotones.



Continuará…





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Foto de inicio cargada en flickr por daniloFiore





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