Aquí permanezco, aprendo a vivir a pesar de tu distancia. Me siento en el lugar de los recuerdos para verlos pasar. Escucho la vida dispararse a mi alrededor y las voces que conocimos entonan nuestra canción.
No permito que se apague el color de nuestros cuerpos, evito que el amor se torne transparente. Ya no deshojo margaritas, ni le permito al río robarse los pétalos que la indecisión soltó con lágrimas a través de los confluentes de soledad.
Descifro miradas de cenizas, miradas de fuego, miradas de agua, miradas de viento. Traduzco palabras, las embellezco, las acomodo, las conjugo para que tengan significado. Cuando por fin le doy forma a una rama de abedul para asirme, el ruido de la noche, o la humedad de semillas derramadas, me atrapan. Me pierdo entre las hojas; encuentro aves y me uno a su vuelo. Interpreto también sonidos. Por momentos me aburre aceptar mi debilidad que se asoma en forma de temblor en los labios.
Aquí permanezco, reencontrada por amores pasados. Maldita sea.
No permito que se apague el color de nuestros cuerpos, evito que el amor se torne transparente. Ya no deshojo margaritas, ni le permito al río robarse los pétalos que la indecisión soltó con lágrimas a través de los confluentes de soledad.
Descifro miradas de cenizas, miradas de fuego, miradas de agua, miradas de viento. Traduzco palabras, las embellezco, las acomodo, las conjugo para que tengan significado. Cuando por fin le doy forma a una rama de abedul para asirme, el ruido de la noche, o la humedad de semillas derramadas, me atrapan. Me pierdo entre las hojas; encuentro aves y me uno a su vuelo. Interpreto también sonidos. Por momentos me aburre aceptar mi debilidad que se asoma en forma de temblor en los labios.
Aquí permanezco, reencontrada por amores pasados. Maldita sea.
Tito está recostado en mis pies. Corrió por el jardín varias horas, a su regreso en su hocico cargaba un palo de madera. Lo soltó en el suelo y se echo a dormir. Por momentos sueña que persigue ardillas, mueve el rabo y suelta un leve ladrido.
Tengo meses escribiendo la historia de Ateh con varias voces. La casa se fue pintando de tonos maravillosos. En ocasiones me entretenían otras historias sin relación con la casa. Hay días que tengo que leer, lo necesito, se ha convertido en una necesidad así como lo es dormir y comer.
Al escribir de la Casa pintada, me convertí en inquilina de la misma. Ahora es un hogar de historias, de sentimientos, de experiencias, de ensoñaciones, de absurdos, de promesas y de recuerdos.
Entrar en ella es reencontrarse con la infancia, con el amor, con la sensualidad o consigo mismo.
Entrar en ella es reencontrarse con la infancia, con el amor, con la sensualidad o consigo mismo.
Ateh , Cornelio, los peces, Tito y yo, Dorotea, les invitamos a soñar, a cantar, a reseñar o simplemente a leer poesía, cuento y algunas que otras: Confesiones inconfesables.
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FIRMA: Un ser de este mundo.
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