martes, 4 de diciembre de 2007

ARTE DECORATIVO Y CULINARIO



Además de comprar libros, tengo una manía bastante Kafkiana, consiste en adquirir revistas de decoración y de recetas culinarias. Ni soy decoradora de interiores, ni tengo casa propia, departamento u oficina para decorar de manera continua; no cocino por falta de tiempo y mucho menos tengo a quién guisarle algo de vez en cuando. Ahí me verán: sentada hojeando mis revistas de manera patética, recreando mi imaginación con las imágenes de azulejos españoles colocados en amplios baños de tinas perladas, que de sólo mirarlas se antoja irse a meter y sumergirse entre burbujas. Con lo que respecta a las recetas de cocina, es simpático también; nunca he realizado -en mi cocina imaginaria estilo entre modernista y minimalista-, el asado de cordero con aceitunas reposadas en finas hierbas, para cenar con algún individuo a la luz de aromáticas velas y, después, de tan apetitosa receta, sentarnos -ambos- en la sala frente a la chimenea, escuchando música y bebiendo un delicioso vino tinto.  Luego, desnudos los dos, retozar por horas, gritando extasiados sin la zozobra de ser escuchados por otras personas, sin la preocupación del tiempo y el espacio.




A lo único que he podido aspirar, fuera de mi imaginario e irreal mundo decorativo y culinario, es “amueblar” mis segundos hogares. Mi hogar principal -que comparto con mi Chata linda-, ese, ya está revestido de cosas y muebles, lo más que se le tiene que agregar es un barandal a las escaleras, para de esa forma evitar una caída que rompa huesos o jetas.



2003 llegó y realicé un intento decorativo -por primera vez- de un consultorio; existía agregado a este primer intento, un sentimiento adicional: emoción de compartirlo con él. Mi cabeza, loca de contento, realizó ese ejercicio que no dañaba a terceros y que aminoraba el sabor amargo del anhelo. El ejercicio consistió en imaginar que, ese segundo hogar, designado para atender pacientes, sería NUESTRO hogar-hogar. No había mucho dinero para llevar a cabo la ardua tarea, pero eso no fue un obstáculo. Mi osamenta en movimiento permanece más horas en mis segundos hogares (son tres), es por eso que siempre insisto en el intento de que esos espacios sean dignos de cualquier persona en lo que respecta a la limpieza.  En lo que respecta al tiempo de permanencia: dos de mis tres segundos hogares, tienen televisión y sillones de descanso. El hogar-hogar adoptó una personalidad propia porque allí estábamos juntos, revisábamos pacientes y, cuando no existían citas médicas, se convertía en nuestra cueva secreta. Él prendía la computadora y, como amante apasionado de la música, seleccionaba alguna canción, entonces, nuestros cuerpos hablaban y nuestras bocas suspiraban. Ese fue mi irreal espacio donde de vez en cuando llegaba a visitar el cielo, incluso, creí, que llegaría a tocarlo. Me podían ver dedicarle los días al ceremonial de la espera, atareada en los mínimos rituales de todos los que en el mundo aguardan, tiritando de impaciencia cuando se tardaba en llegar.





Sólo yo asumí el sentimiento, el VALOR y el concepto de este sitio, lo comprobé con dolor.  La duda fue lanzada en cubeta grande por una de mis mejores amigas: agua fría, helando mi tranquilidad y sosiego, congelando la fe que le tenía a esa mirada melancólica y serena, a esa boca delgada que me decía “te haré el amor aunque estemos bien viejitos y arrugaditos”. Recogí el trancazo, lo doble en cuatro con ensimismamiento y, como si fuera un pañuelo de fina holanda, lo guardé bien escondido contra mi pecho;no sin antes preguntarle a él , mirándolo a los ojos, si era verdad.  Luego llegaron los tiempos de tránsito por territorios de la nada.

Pero ese día se frunció, sin llegar a romperse -eso sucedió más tarde-, una parte anatómica de mi cerebro, donde se almacena la esperanza de la reciprocidad.  Ese lugar anatómico se transformó en una pedazo de cristal duro y filoso. De ese material se convirtieron mis puntillosas palabras; me trasmuté en un enorme signo de interrogación, ya no hubo sosiego. No sólo se violó ese hogar-hogar irreal con otras presencias, sino con los mismo rituales amorosos. El otro segundo hogar que compartimos, también se llenó de presencias y acciones. Cuando de esto no me quedó ninguna duda, se rompió en su totalidad la parte anatómica que me hacía creer en el humano. Se murió alguien y nació algo.



Cuando alguien es violada físicamente y después le violan la fe y la confianza, se le joden tantas cosas difíciles de recuperar, estoy segura que algunas serán imposibles de volver a restablecerse. La peor clase de ladrones a uno le pueden succionar inclusive la vida; al desafortunado le deján la cáscara vacía para que se pueda mover y ellos no tengan que responder formalmente por el asesinato cometido.

En estas fechas estoy remodelando mi vida y nuevamente un consultorio, irónicamente está moteado por cosas que existían en el primero, incluyéndolo a él; pero en estos tiempos no estoy sola con la decoración, hay tres amigas más con las que compartiré el espacio físico y la responsabilidad decorativa.

Al otro segundo hogar acudo con miedo, que se trasforma en tristeza cuando los miro caminando juntos y alegres por esos pasillos que yo, en otros tiempos, recorría orgullosa a su lado.  Se sientan juntos a leer en la computadora, toman café, salen a disfrutar de un helado, leen el diario.  Lo sé porque dejan la basura en el escritorio de trabajo de la cueva.  Eran las mismas rutinas que compartíamos juntos en ese mismo lugar, en ese otro segundo hogar. Seguro les dice a todas lo mismo que me decía a mí (para no errar).

Sigo impactada… ¿Será valemadrismo, insensibilidad o qué?
¿Querrá adicionarle tranquilidad a la Dama a costa de quedar como un cínico, canalla, etcétera?
¿Un hombre, obtendrá seguridad llevando a sus Damas al "hogar" donde alguien lo amo, al lugar que le pertenece en presencia y audencia a otra?
Sabrá la fregada.

Entonces, me coloco mi gabardina hecha de silencio y disimulo, no sin antes ingerir una fuerte dosis de indiferencia y pasó sin ver… aunque, mi piel siente… luego sonrío con tristeza al ver que no es posible engañar a lo inevitable.




Se darán cuenta que mis letras tardan en plasmarse semanas, soy floja como diría mi amiga W.  Sí, efectivamente hay algo de eso.  Se agregan también muchas otras cosas. Es por eso que, como no sé hasta cuándo me den fortaleza de espíritu los vientos que sobrevienen, les deseo por anticipado a todas y a todos, que tengan felices fiestas, un abrazo fraternal de manera virtual. Y, para el próximo año, mis mejores deseos de todo corazón.

Aquí estaremos leyéndonos...




¡¡¡FELICES FIESTAS!!!



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lunes, 19 de noviembre de 2007

RECUPERANDO EL EGOISMO EN PEDAZOS






Tal vez por eso estamos tan muertos y al mismo tiempo tan vivos, porque cada anochecer nos aniquila y nos redime el alba. Lo mejor de todo esto es que he descubierto -con grato sabor a felicidad- que aún permanece intacta mi entrañable capacidad de asombro, de la mano de mi absurda valentía.

Sí, es absurda, no le encuentro sentido a esa rara necedad de permanecer en este lugar, donde por momentos me embarga la duda y el desconcierto. Permanecer en el camino, despertar por las mañanas y subirme al camión que atraviesa las veinticuatro horas del día, con el peso cargado sobre mis hombros, realizando sola el recorrido de la vida. Así, en un subir y bajar he permanecido desde el 31 de marzo. Ese día murió alguien y nació algo. Ya no puedo ser la misma después de descubrir el verdadero valor que le dan la mayoría de las personas a eso que llamamos “verdad”.

Se detuvo el tiempo ese último día de Marzo. Me he internado aún más en mi misma; todo ha transcurrido en cámara lenta. Hace unas semanas, logré salir de mi encierro voluntario a fuerza de grito interno y de rabia contenida. Mis viajes hacia la Huasteca Potosina y después a Cancún Quintana Roo, me fortalecieron.

Lo cercano y lo alejado resultaron ser de una extraña manera dos puntos de unión determinados por un teclado de computadora. Las conocí leyéndolas y tecleándoles comentarios. Ahora, tengo el conocimiento de la cercanía física, las miré a los ojos, las abracé; compartí charlas y cervezas en la calidez de la playa y caminé con ellas. Curiosidad que se desbordó en confirmación de mis expectativas. Angeek y Juana Gallo son lo que imaginé. Angeek es una Dama en toda la extensión de la palabra. "Para Mafalda yo era como Elena Poniatowska", menciona Angeek. Lo eres mi Dama eso lo corroboré; portas el conocimiento en la mirada y en la piel. Fumadora empedernida, como su servidora, y con una biografía envidiable en amplitud y experiencias. Juana Gallo, en su menudez, esconde una fuerza envidiable, su huella pequeña la ha plasmado en tierras lejanas y su esencia profunda de mujer tatuó corazones.

Juana, me has hecho comprender que si no nos enfrentamos a nuestros fantasmas, estos nos perseguirán. Juntas, Angeek y Juana golpearon mi realidad; mostraron cuán árida he permanecido durante tantos años. Ambas mujeres extraordinarias han vivido con pasión; a su lado mi vida se muestra tan plana, que me avergüenza seguir en el mismo cauce. "Di lo que sientes Mafalda", me dice Juana; "escribe sin huir, cuéntanos tu historia".






La historia que contaré le viene bien a muchos y también a aquellos que, a sabiendas de lo doloroso que es vivir, aún así, se arriesgan a todo.
Tengo pocas fotografías de él, las miro tanto que incluso he descubierto gestos que desconocía. Leo su mirada en forma constante para intentar descifrar ese desamor que habitaba y que nunca logré descubrir. Yo que he practicado el idioma de la mirada (idioma que he bautizado con el nombre de tangencial) no logré o tal vez no quise advertir la verdad durante nueve años. Por momentos escondo enojada las fotos; abro mi cajón con chapa y las arrincono en lo más profundo, allá en el fondo, antes que me pierda en sus ojos. Llega a mis oídos el recuerdo de su voz y me escondo en cualquier lugar a solas: escribo cualquier cosa para huir de la realidad. Ha sido inútil, porque la realidad se impone grosera y burlona en cada frase, en cada palabra.

Dicen que escribir es un ejercicio de alquimia, que consiste en alterar los recuerdos para confundir la realidad que los inspiró. Como te darás cuenta, amor, a mí no me funciona, aún así apareces escondido, apareces entre líneas o simplemente apareces. Yo me limito inútilmente a hacerte un lado, a mirarte con el rabillo del ojo y fingir que no pasa nada, que no me duele. La soledad, sin embargo, nos sitúa frente a nosotros mismos, entonces, sentada a solas en mí eterna cafetería, con un cigarrillo en la mano, entiendo que no debo obligarme a cargar con tanto deseo que no se cumple y que sólo muele mis huesos.
Existen misterios en esta vida tan cerrados que el cerebro humano no logra meterles uña; uno es la sustancia de que están hechas las ideas, otra más es la magia sensorial provocada al admirar un arco iris, pero ninguno tan asombroso como el de la felicidad, ese vicio del humano de colocar su dicha entera en manos de un semejante. Ese vicio también de dedicar años y más años para lograr que, ese semejante, te conozca; sin tener la precaución de conocerte antes a ti misma. Pero lo peor llega después, cuando esa persona sabe todo de ti, ya no eres un misterio para él, ya no hay sorpresa y, entonces, no sabe manejar la rutina. Sí, así es la rutina, esa vieja infeliz que llega y se aplasta a un lado; se convierte en baba putrefacta. Por último, el semejante, que ya sabe todo de ti, desaparece; se va a descubrir otros misterios, con el hambre insasiable de un lobo, llevándose entre las patas tus sentimientos.

"Tú qué sentías cuando lo abrazabas, Mafalda", me pregunta Juana; ""Existían momentos en que él se acunaba en mi pecho, mencionando:“qué bien se está aquí, que tranquilidad”", le contesto; "¡No, no, Mafalda! yo quiero saber lo que sentías tú", me insiste Juana; "Una felicidad que aún no logro descifrar", le respondo; "Eso es lo que importa, lo que tú sientes, de hoy en adelante lo más importante eres tú y solamente tú; si él ya no te ama más, eso no importa, importa lo que tú sientes, sólo eso". Amiga Juanita, qué gracioso es descubrir que las mayores crisis surgen por lo que se tiene, más que por lo que se es, aunque con demasiada frecuencia se confunde el tener y el ser.


Miren esa arena blanca, fina por la que caminaron mis pies cansados. Allí en ese lugar hermoso, conocí a dos mujeres maravillosas, además reconocí mi falta de amor propio, la dosis inapropiada de egoísmo equilibrado que perdí durante nueve largos años, depositándolo en un semejante que nunca adivinó qué hacer con esas dos grandes cosas. Pensarás amor que es mentira, que yo tuve una actitud egoísta hace algunos años; cuánto reproche por el TERROR que me invadió, ese miedo de repetir la historia de mi madre.

Mi trabajo consiste ahora en alimentar y aumentar la dosis de egoísmo; no me interesa otra cosa más por el momento.

“A mi me gustas así, como estás, como eres, con tu longuita. Yo sería capaz de casarme contigo”.  Este piropo lo recibí hace unas semanas. NADIE le hace ningún favor a Mafalda por fijarse en ella. Yo he sido y sería capaz de decile a tantos que no, que no me casaría con ellos.

Sí, así soy, medio llenita y compacta pero bien locuaz, chingona, trabajadora y necia. No ando buscando, ni necesito, ultimas oportunidades, ni mucho menos ser parte de las mismas. No quiero aferrarme -a ciegas- a alguien para no recordar, para no sufrir, para no estar sola. Sé estar sola! Ahora tengo que recuperar el gusto y el disfrute de mi soledad.

Seguiré expresando mis sentimientos, podría hacerlo de esta forma o con historias donde aparezcas tú; o no contar nada durante meses. Y, tal vez un día deje de doler el alma, esa que me robaste y que anda, sin razón, extraviada quién sabe dónde.  Si la encuentras, ¿me la envías por favor?



“Dolor jovial de perder
las cosas idolatradas.
Dolor que cuesta la vida
a veces,
y a veces no cuesta nada.
Le dije una vez: te quiero,
como nunca lo había dicho
ni le volveré a decir.
Le dije desesperado
porque sabía que muy pronto
otro se lo iba a decir.
Le dije desesperado,
más no me he de arrepentir.
La quise tanto, la quise
porque llevaba en los ojos
una brizna de infinito,
por sus cabellos castaños,
por su boca
bárbaramente desnuda
la quise, la quise tanto….
Más la quería tanta gente
a la vez,
que me dije: no es plausible
el ofrecer
si la quiere tanta gente-
cosas que no ha menester.
Pensé matarme myself
entonces,
más no lo hice, porque
me pregunté ¿y para qué?
Abismado en el dolor
me dejé crecer las barbas
porque ese límpido amor
gustaba reírse de ellas,
que las barbas fueron siempre
-dicen- solaz de doncellas.
Dolor jovial de perder…

“Romance del perdidoso”
(Renato Leduc)






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jueves, 25 de octubre de 2007

NACER Y VIVIR EN LA MAGIA












“Mi casa tiene alas y, a veces, en la profundidad de la noche, canta...”
Edward James.



Como con los sueños, de los cuales despierto saboreándolos durante horas, incluso semanas, hoy me propongo atrapar la realidad. He experimentado durante días una capacidad de asombro con niveles extraordinarios. Soy feliz, aunque se vislumbran momentos fríos. Se acerca el invierno, la estación del año que más me gusta.  Estoy consciente que aquí en mi tierra no se verá nieve. Me dispongo a echar al cielo mi imaginación y de esa manera ver montañas nevadas y robles canosos.

Este post va dedicado a una amigocha gacha y valiosa. Está dedicado a ella porque hablaré de su tierra y, al hacerlo, hablaré indirectamente de lo que fundamenta su presente, como ella me dijo hace unos días. Así es mi amiga, nos inventamos a través de nuestros recuerdos y nuestras raíces, que es igual que decir que nos inventamos a nosotros mismos, porque nuestra identidad reside en la memoria, en el relato de nuestra biografía.

No me extraña, ahora que he conocido ese pedazo de Huasteca Potosina, el por qué Edward James, heredero de un aristócrata inglés, amigo de Salvador Dalí, André Breton y Leonora Carrington, poeta y artista surrealista, se enamoró de este pedacito de mi país y decidió radicar en Xilitla San Luis Potosí (este nombre es de raíces indígenas del habla náhuatl o mexicano, Xilitla “del Mexicano cili-tlán, lugar de caracolillos").

Mi primera sorpresa la experimenté, escuchando nueva trova en una fiesta familiar al aire libre dentro de una palapota hermosa. Un trovador (Roberto Cervantes) contratado para amenizar, cantaba canciones de Joan Manuel Serrat, Alejandro Filio, Silvio Rodríguez, Pablo Milanes, Noe Nicola y Fernando Delgadillo. El cantante encontró entre los presentes, a tres mujeres que tarareaban letras complejas que se deslizaban sobre el calor húmedo de 33 grados centígrados. Salvando la sed con cerveza y tequila cantamos hasta pasada le media noche. Con esa agradable compañía percibí un bienestar, sólo comparable al que he llegado a sentir cuando me encuentro en solitario con un aromático café y un libro.
La magia penetró grosera por mis ojos desde que descendí del autobús, nueve horas de viaje valieron perfectamente la pena.

El camino que llevaba hacía Axtla de Terrazas San Luis Potosí (Axtla deriva del náhuatl o mexicano, Aztlán, que equivale al lugar de las garzas), nos internaba en un pasadizo cubierto de mechas de árboles que formaban un  túnel, por el cual transitó el automóvil que más tarde nos  dejaría en nuestro destino: la casa familiar de mi amigocha, cercana al caudaloso río y con vista panorámica al mismo. Entonces, con taza de café en mano, nos acompaño a recorrerlo. Estaba crecido más de lo acostumbrado, el último huracán fue el culpable. Brincando entre las piedras llegamos hasta la inmediaciones del majestuoso y turbulento río, las fotos iniciaron.









Se contagia la piel de algo llamado magia, la que está instalada desde siglos en muchas regiones de este, mi hermoso país; entonces, vuelas, respiras, sientes y la piel se te eriza de emoción y sensaciones. En la cálida morada de mi amigocha habitan frutos y flores, habita el calor humano, el amor de familia. La mañana siguiente después de la parranda, fuimos despertadas por el rechinido constante de tripas, un desayuno potente y variado lleno nuestras panzas. Disfruté el sabor de un delicioso Zacahuil recién salido del horno, enchiladas huastecas, barbacoa de res, Zarabanda y Soyo. Después del apetitoso desayuno salimos a visitar “Las Pozas”, en Xilitla. Orgullosa mi amiga me mostraba, explicando con detalle cada tradición, cada rincón. Su rostro se teñía del orgullo de quien ama con sabiduría de historia, la tierra que la vio nacer. Estoy segeura que sus raíces marcarán la esencia de lo que es hoy y será hasta su último suspiro.




Me explica apasionada mi amigocha que Edward James llegó a Xilitla en 1947 y adquirió en 1948 la propiedad, convirtiéndola en una obra surrealista. Pienso que los conocedores podrán encontrar similitud arquitectónica con Gaudi, Escher, Piranessi o Cheval. Para mí, es una fantasía visual donde se toman de la mano la belleza natural y la desbordante imaginación de un humano, dando como resultado un mundo onírico maravilloso. Se observa además una combinación artística innegable: la unión de ideas occidentales del imaginador y la interpretación de la misma por los artesanos constructores huastecos. Esto de las combinaciones da buenos frutos, no me cabe la menor duda y, además, no considero que le reste valor. Siempre se mejora y se da calidad cuando se combinan puresas.






Las visiones me hicieron presa y esclava durante las horas que duró el recorrido. Subía escaleras que no conducían a ningún lado. Observaba dónde habita lo fantástico: humedeciéndose entre el verdor y el agua. Bailaba con el rugir del agua de cascada: agua fría que baja como velo de novia y deposita el cristal en las pozas. Por momentos oía ruidos de animales que no lograba ver, volvía la cabeza y me seducía con el frenesí de la vegetación en perpetuo brotar y florecer, con un verde voraz y pertinaz. Es un lugar donde se podrían combinar perfectamente las alegorías Borgianas. El delirio forma parte y presencia, es lenguaje visual esperando ser descifrado.




Terminé el recorrido con una alegría que aún no deja de transitar mis vertientes. Las imágenes robadas por mis ojos me acompañaran en el camino que día a día realizo, ese transcurrir que va del sueño a la realidad.




Por las venas de mi amigocha corre la magia huasteca, es por eso que es compleja, profusa, auténtica. El tipejo que descubra la hermosura que ella carga a cuestas, se llenará de poesía.






El tamaño de un ser humano depende de la actitud y amigocha mía, en última instancia la hermosura no es sino una actitud.
Te quiero hermosa amigocha........gracias por llevarme a conocer esa, tu otra vida.


Fotos:
1. Anillo de la reina (con la reina sentada, faltaba más)
2.Axtla de Terrazas Rio Axtla
3.Las Pozas (Cascada inicial)
4.Anillo de la reina, Poza del Capitán, Alberca en forma de ojo, Casa de los bambúes
5. La reina en la poza
6. La casa de los cinco picos, Puente de la flor de lis, La mano de la bienvenida
7. La reina mayor en la poza



FIRMA: Un ser de este mundo.

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martes, 5 de junio de 2007

ODA AL ONANISMO



El diabólico personaje, (me refiero al post previo) me dejó una herencia que parece fue entendida por muchos de ustedes. A diferencia de Gatita no fui su amiga y nunca compartí en su compañía un desayuno, comida o cena. Fui intolerante con respecto a sus burlas misóginas. Sólo compartimos charlas cortas, miradas sarcásticas combinadas con ternura (de mi parte) y huidizas o respingonas (por parte de él). Alguien probablemente sabe lo que él pensaba acerca de mi. La verdad  en estos tiempos no me preocupa ni me importa.






Cuando lo escuché por primera vez (1983), su voz resbalaba cadenciosa a través de las calles que a diario yo recorría para llegar a la facultad de Medicina.
Combinado con el murmullo estudiantil logré detectar...

"Fue en ese cine, ¿te acuerdas?,
en una mañana al este de Edén,
James Dean tiraba piedras
a una casa blanca, entonces te besé.

Aquélla fue la primera vez,
tus labios parecían de papel,
y a la salida en la puerta
nos pidió un triste inspector nuestros carnets.

Luego volví a la academia
para no faltar a clase de francés,
tú me esperaste hora y media
en esta misma mesa, yo me retrasé.

¿Quieres helado de fresa
o prefieres que te pida ya el café?.
Cuéntame como te encuentras,
aunque sé que me responderás: muy bien.

Ten, esta foto es muy fea,
el más pequeño acababa de nacer.
Oiga, me trae la cuenta,
calla, que fui yo quien te invitó a comer.

No te demores, no sea
qqe no llegues a la hora al almacén;
llámame el día que puedas,
date prisa que ya son las cuatro y diez." 

Es el tono y la cadencia de su voz un toque de sensualidad, un cachondeo de tonos y matices. Instinto fue lo que afloró y encontré el origen del sonido. No dudé y compré el casset. “Entre amigos” un disco editado en 1983, donde Luis Eduardo Auté comparte en un concierto con Silvio Rodríguez, Joan Manuel Serrat y Pablo Milanes entre otros.

Cuando una voz nace candente, la manifestación de pasión a base de tonos y letras manifiesta y trasmite liberación. La infancia, donde el tiempo actúa de un modo más libre y elástico, se había marchado. La adolescencia, con sus dolencias y faltas, florecía en mi. Para curarme de ella, busqué identificación.  Auté fue uno de los tantos que encontré .

Siempre he pensado que vivir sin imaginación provoca llevar una vida puramente animal, entregada a la rutina, al puro instinto. Nos negamos a lo humano que no es sino fantasía, imaginación. La fantasía y la imaginación son lo que hace que nuestros DESEOS y anhelos se desarrollen y nos impulsen a actuar, a cambiar las cosas, a ser distintos. Sin la imaginación nos convertimos en la peor expresión de nosotros mismos, la expresión animal.

Soy imaginación. Encontrar o localizar imaginarios me enloquece. Cualquier manifestación de lo imaginario me es agradable. Mi fantasía y juego erótico no es algo fuera de lo común, no es comphicado. Pero de eso no hablaré. Escuchar a Auté para mi es entrar en un juego erótico...


“Mécete lentamente
para que las olas no se despierten,
no digas nada,
ni una palabra.
piensa que el mar te arrastra 
y que voy montado en tu barca. 

Mécete lentamente
y un batir de plumas será tu vientre,
tiende tus alas
a lo que pasa.
Vuela, encendida ave,
yo seré tu viento en el aire.

Mécete lentamente,
ata los segundos y no los sueltes,
fin y principio
suman lo mismo.
Haz de este instante un siempre,
un preludio eterno a la muerte.

Mécete barca mía,
mécete ave mía,
mécete tiempo mío,
lentamente, lentamente...”


Soy una solitaria que juega con su mente, Auté me llena de magia, me pone en trance. El erotismo es el enriquecimiento del amor físico a través de la imaginación, de la cultura y de los ritos. Es lo que distancía al amor de su fase puramente animal, es una fuente de creatividad. Él, Luis Eduardo Auté es la Oda al Onanismo en su máxima expresión... 

“Que el final de esta historia,
enésima autobiografía de un fracaso,
no te sirva de ejemplo,
hay quien afirma que el amor es un milagro
que no hay mal que no cure
pero tampoco bien que le dure cien años;
eso casi lo salva, 
lo malo son las noches que mojan mi mano*”


Está de más decirles que acudí a su concierto del día 01 Junio 2007, en el Teatro de la Ciudad. Puntual a las 20:30 hrs, sola , rodeada de gentes desconocidas. No, miento, dos butacas atrás de mi estaba René Franco (patético y soberbio).

Fue un concierto fraternal, cálido y por supuesto cachondo. Nada más chequen esta canción. Se la dedica a Sharon Stone, esperando que ella la escuche, le guste y no lo deje así: 

ALONE WITH YOU

"If you don`t mind,
Wrong or right,
Let me be your lover
In my dreams tonight.

I close my eyes,
You’re in sight
Seated just before me
But your skirt is tight
And you play with
A cigarette,

Then I light it
At your command.
Smoke gets thicker,
Suddenly wet
When desire
Grows in my hand.
Cause you know,

Oh, Sharon, my precious stone,
Solitaires are a dream come true
Everytime that I’m in you
When I’m alone,
Alone with you.
When I’m in you
Without you
You parted thighs,
Wings in flight,
Lead me to the heavens
Of your hell tonight
And then we burn
In delight

All the flaming angels
Reach their pleasant height.
When I look for 
A cigarette 
Then I light it
At my demand.
Smoke gets thinner

Drowning in sweat
When your image
Melts in my hand
Cause you know,

Oh, Sharon, my precious stone,
Solitaires are a dream come true
Everytime that I’m in you
When I’m alone
Alone with you
When I’m in you
Without you"



SOLO CONTIGO

"Si no te importa,
Para mal o para bien,
Déjame ser tu amante
En mis sueños esta noche.

Cierro mis ojos,
Estas a la vista,
Sentada justo delante de mi...
Pero tu falda es estrecha
Y juegas con
un cigarrillo,
luego lo enciendo
a tu petición.

El humo se espesa,
Y de repente se humedece
 
Cuando el deseo
Crece en mi mano.

Porque sabes,
Oh, Sharon, mi preciosa piedra,
Los tesoros son un sueño hecho realidad,
Cada vez que estoy en ti
Cuando estoy solo,
Solo contigo,
Cuando estoy en ti,
Sin ti.

Tus muslos abiertos,
Alas en vuelo,
Me conducen a los cielos
De tu infierno esta noche.
Entonces ardemos
Encantados,
Todos los ángeles ardientes
Alcanzan su cenit de placer.

Luego busco
Un cigarrillo
Y lo enciendo
A petición propia.
El humo se disipa
Ahogado en mi sudor
 
Cuando tu imagen
Se derrite en mi mano.

Porque sabes,
Oh, Sharon, mi preciosa piedra,
Los tesoros son un sueño hecho realidad
Cada vez que estoy en ti
Cuando estoy solo,
Solo contigo
Cuando estoy en ti,
Sin ti."



En mis placeres mando yo, y los administro como mejor me parezca. No hay embrollo en lo generado por mi mente ni por mi fantasía.

Que esa fantasía generada por la mente sea útil para el conocimiento de el propio placer, ese es el secreto para entender el placer ajeno y ser un BUEN AMANTE EN ACCIÓN no sólo de palabra, de múltiples amantes insatisfecha(o)s o de chaqueta.



FIRMA: Un ser de este mundo

lunes, 14 de mayo de 2007

DEL CALOR DEL INFIERNO Y DEL MISÓGINO DE CLOSET





Hoy voy a hablar desde la ausencia porque él ya no está, partió hacía el desconocimiento. Tal vez se molestaría si se enterara que utilicé la palabra “desconocimiento” para describir hacia donde se fue (él, que aborrecía a los incultos y a los ordinarios).
Se fue a ese espacio, a la otredad, a lo irreal (?) que es la muerte. No tengo la menor idea del “cómo” murió. De eso no se trata esta narración.

Conocí el infierno en 1992; era mi tercer año de especialidad y mi primer año de residencia en Cardiología. Llegaría el momento de mirar a “El Diablo” en persona. Asustada, escuchaba los vaticinios y mi corazón latía a mil. No me iba a amilanar; no es parte de mi personalidad. Cuando rotes por el infierno -así le llamaban al servicio de hemodinámia- y conozcas a “El Diablo”, sabrás lo qué es amar a Dios -me decían-.

La primera vez que lo vi, estaba sentado en su oficina de jefe, vociferando maldiciones. Miré a un hombre delgado, limpio, con manos grandes, zapatos de charol pulcros, pantalones de pana cuadrada, camisa verde con un anacrónico moño amarillo y una chaqueta de pana sin una mínima armonía con el pantalón; su pelo era entrecano y exhibía un bigote mal cuidado. El ambiente que generaba a su alrededor era tenso.

Hablar de él desde su ausencia provoca que pueda cometer el error de corregir, exagerar o errar con la palabra, y no mostrar adecuadamente al personaje. Tómenlo como un defecto técnico que el tiempo probablemente borrará.  “El Diablo” era un hombre -en ese año- de la sexta década de la vida, que había leído un número incontable de libros, hablaba más de dos idiomas, era aficionado a la música que él y muchas personas consideran “culta”. La gramática, para él, era un enigma; le fascinaba el análisis. Sus pleitos y sus peroratas iniciaban por su grosera y burlona manera de corregir a los demás: en la forma de hablar. Cuando platicábamos con él o en su presencia, nos disecaba; los resultados obtenidos de esa disección los desplegaba en su laboratorio mental particular. Todas nuestras palabras eran sometidas sarcásticamente a esos rigores. Era un individuo obsesivo, didáctico, aplastante.  Nos ofrecía dos o tres veces por semana, unos sermones furiosos, compuestos de periodos complejos e interminables. Sermones en los que desplegaba los brazos como dos alas inmensas, creando silencios hipnóticos. Miraba lugares indefinidos. He olvidado los temas, pero no los ademanes, el acento trágico, la atmósfera de catástrofe que pretendía suscitar. Mi primer encuentro cara a cara con él nunca lo olvidaré. Se llevó a cabo el segundo día de mi rotación.  Además, se sumarían varias situaciones en mi alocada osamenta.

El servicio de hemodinámia era, en esos días, un eslabón indefinido para mi. Aprender la física de los fluidos, entenderla, asimilarla y proyectarla en la Cardiología era mi reto en esos tres meses iniciales. Como residente de menor jerarquía y primera vez en ese servicio mis actividades eran: aprender hemodinamia en los libros, vigilar la computadora de presiones intra-cardiacas, tomar presiones intra-cardiacas, vigilar electrocardiograma del paciente. Si detectaba alguna alteración: avisar de inmediato y ayudar en caso de alguna complicación. De acuerdo a mi avance académico, iniciativa, el estado de ánimo o deseos de enseñanza de los médicos adscritos, podía dejar el teclado de la computadora de presiones y ser la ayudante del que realizaba el estudio hemodinámico.

Estaba asustada, con los ojos completamente abiertos, hecha pelotas con el teclado de la computadora -como testigo- y con los médicos gritándome: “dame cero” y la idiota de mi no acertaba cómo darles el mentado cero. “El Diablo” entra en escena, colocándose a mi derecha, pica una tecla, grita: “cero”, pica otra tecla, toma presión, pica otra tecla, toma trazo de presión intra-cavitaria; grita: “ya está VI, dame aorta”, dice: “cero”, toma presión, toma trazo intra-cavitario. Yo intercalaba una mirada hacia él, una mirada al teclado, intentando grabar en mi cabeza todo el procedimiento. De pronto, con actitud retadora me grita: ¡¿Qué me ve?! No lo pensé, no medí las consecuencias, no lo ensayé, nada, sólo me salió así de pronto la respuesta: ¡Qué le importa!  Se hizo un silencio raro. La sangre calentó mis orejas. Algo me dijo al oído que le sostuviera la mirada, que lo retara con mis inmensos ojotes y así lo hice. Simplemente sonrío un poco para si mismo, como si mi respuesta lo hubiera herido. Todos los demás resoplaron para dejar salir la tensión del momento, después, sonrieron; él me dio la espalda y salió de la sala.  Después de ese día, por lo menos a mí, nunca me asustó. Siempre creí que polemizaba para trasportarse, salirse de este mundo que lo tenía cansado. Como el Quijote que peleaba con los molinos, él nos convertía a nosotros en personajes raros y, furioso, sacaba su espada para pelear con ese mundo con el cual estaba en conflicto continuo. Inclusive sospeché, que su familia cercana (que no conocí), lo utilizaba como una especie de espanta pájaros sagrado. Pocos éramos dignos de un trato amable o por lo menos de su no indiferencia. Yo no me sentía especial, importante o diferente cuando platicaba, bromeaba o me saludaba. Nunca profundicé con él acerca de un libro, de una preferencia musical, no hablé en latín, en griego, en inglés, francés, etcétera. No tengo la menor idea por qué fue condescendiente conmigo.

Hace algunas semanas lo recordé. En ese año, 1992, cuando lo conocí, se llevó a cabo una corta conversación entre él y yo, una plática de un contenido raro para mi en esa época. Estaba sentada haciendo cáculos, con un cerro inmenso de cines-angios que reportar. Era tarde, mis compañeros ya se habían retirado. El día siguiente sería: martes de sesión medico-quirúrgica; era necesario terminar los reportes. Él entró y se sentó a mi lado:
  • D: ¿Qué intenta hacer tan tarde?.
  • M: Tengo muchos reportes pendientes.
  • D: No logrará la atención de los medicuchos cuando usted presente los casos.
  • M: Lo tengo que hacer de todas formas.
  • D: Mmmm ¿No se cansa de mirar las mismas caras, de obtener las mismas respuestas? Todo es igual, nada ni nadie me resulta diferente en estos años.
  • M: ¿Usted ha cambiado? ¿Ha intentado ser diferente?.
  • D: No me senté aquí para ser cuestionado. La miro y me resulta tan familiar. Usted debió ser hombre en lugar de ser mujer.
  • M: Ya salió el peine. Lo bueno de usted es que no oculta ser misógino.
  • D: Lo bueno es que usted descubrirá que todo se rige por la misma regla. Lo bueno de usted es que aprenderá a vivir día a día, que a todo le dará su lugar. Algún día entenderá que la fe y la esperanza son un estorbo. Poniéndose en pie finalizó: “Yo cierro en cuanto usted termine sus reportes”.
Creo que ese día lo miré realmente por un instante. Miré a ese ser solitario, de caparazón duro, que leía a solas sus libros. Quién sabe en qué momento perdió la capacidad de asombro, olvidó que los libros no sólo son necesarios: para que seamos más cultos, para que descollemos entre nuestros semejantes, para conquistar, engañar y embelezar oídos; sino justamente para cambiar. Como en el amor, lo importante sería NO la acumulación de mujeres u hombres, sino la transformación, la sensación del vértigo. Sartre dijo: “Hay hombres que nunca han sentido la necesidad de ser otros. La lectura es un acto de transformación”.

Tal vez “El Diablo” miró en mi a la solitaria que se sienta a ver detenidamente el panorama, a mirar este mundo etiquetado o no etiquetado. Y desde ese año, que lo conocí, aún no sé por qué, inicié una lucha constante contra la amargura. Ha habido veces que no le encuentro sentido el seguir adelante. Pero sigo adelante. Me he quedado en el camino todo el tiempo. Y sí, he descubierto que todo se rige por la misma regla; la iglesia, la política, los negocios, el matrimonio, la relación de pareja; en todos existe la mentira, la deshonestidad, la guerra del poder, la desventaja del débil, etcétera. He recibido indirectamente una herencia de él. Esa única herencia quizá sea esta intolerancia mía, la convicción de que su constante rectitud en el habla, excluye el humor; la acidez, impide las sorpresas. Por lo menos a mi las personas intolerantes, que son inteligentes, que se creen únicas, que creen tener toda la verdad, y que los vence el cinismo (el cínico en mi opinión es alguien que cree que nada tiene valor, no tienen respeto por la gente, los signos y los sentimientos; tomando las cosas y los cuerpos, porque creen que es su derecho. Un escéptico cree por lo menos que él mismo tiene valor, teniendo el suficiente sentido para no convertirse en un cínico), me hacen levantar la voz, esto permite en un instante cambiar el tono de la plática, voltear la medalla, quitar la pacotilla y el azúcar, lanzar un balde de agua helada. Otra herencia es mi rebeldía y protesta contra las explicaciones excesivas. Sin embargo mi verdadera golosina es la pregunta a un rasgo íntimo, a la mínima duda, nunca me quedo con el signo de interrogación, cargo siempre con el riesgo constante de ser catalogada de ignorante por preguntona.

Me gusta el universo donde haya personalidades mayores, lejanas, intratables. Aquellos que reconozco como maestros y jueces. Nostalgias filiales, deshechos religiosos, imaginería romántica o sicología de discípulo. Frente a los cuchicheos y las altanerías prefiero mis reverencias.

Unos años después, yo era médico adscrito, acudí a hemodinámia a presentar un paciente. Al llegar a la oficina de él, salía una pareja de esposos. ambos eran médicos. Seguro ella le habló de pintura, de música clásica; practicó su inglés o su latín y, el esposo, discutió algún libro raro, profundizó sus conceptos acerca de la muerte. Cuando ya no estaban a la vista de él, puso mala cara y dijo:
  • D: ¡¡¡Qué farsa!!!
  • M: Oiga Doc, no sea injusto, para mi el esposo es auténtico.
  • D: ¡¡Lobos vestidos de ovejas!!, aprenda a detectarlos. El misoginismo escondido.
Al misoginismo escondido en esta época yo lo he dado otro nombre. Las personalidades masculinas que no se ven bien atacando al género femenino, que en su cabeza -de forma oculta- existe la seguridad de que la mujer es inferior: aunque no es prudente decirlo, no es adecuado manifestarlo; son encantadores porque es necesario serlo, hablar de manera inteligente para lograr el objetivo; porque para ellos la mujer está ahí para darle placer, únicamente para eso fueron creadas, no hay que espantarlas, la acción y la realidad las colocará en su lugar. Éste es el “Misógino de closet”.

Puedo decir que no sé cuál es el misterio que nos hace o que nos rompe. Sólo seré yo. Seguiré sin hacerle daño a la gente. Intentaré no juzgar demasiado. Cumpliré con mi palabra. Pagaré todo lo que debo. No seré adorable, intentaré ser amable con la mayoría de la gente menos con los estúpidos. Exigiré siempre el peso completo de lo que pago. No culparé a un ser superior por lo que me pasa. Pienso que no es Dios, Jesús, Ala, Jehová, Buda, quien da o arrebata, quien engaña o miente, es la gente y las condiciones. Quizá haya una probabilidad de que exista un Dios personalmente interesado en mi, y una buena probabilidad de que no exista. Amo y amaré a mi país, estaré siempre en contra de morir por una bandera, la que fuere. Seguiré gozando de mi cuerpo, he descubierto que el sexo no tiene nada de romántico, es real, es una exigencia de liberación, y el sexo y el amor en ocasiones pueden trabajar en grupo. Si no dejo de despertar cada mañana, podré seguir viviendo. Eso de la fe y la esperanza, poco a poco lo he ido entendiendo, es probable que llegue a estar de acuerdo algún día con él. Las palabras hipnotizan y más si son pronunciadas para ese objetivo, no hay que creer por completo en ellas, no permitiré que me despeguen del piso. Muchos de los problemas suceden porque queremos pensar que la sociedad y la naturaleza son lo mismo. La felicidad eterna no existe. Hay que llevar el amor a cuestas, no el amor a fuerzas.


Les comparto este pequeño poema; llegó a mis manos en mis viajes por el metro (mi tranvía) durante mis días de preparatoriana.



VEN, ASÓMATE


“¿Quién te extrañaba
cuando estabas afuera del espejo?
¿Quién te extrañará
cuando vuelvas a estarlo?
El espejo esta siempre completo,
aunque no refleje nada.
Sin embargo
en su centro hay un llamado".



FIRMA: Un ser de este mundo







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lunes, 9 de abril de 2007

ÁRBOL ADENTRO




Iba a la Universidad en un tranvía, bueno, en realidad el vagón del metro se transformaba en tranvía en el momento que el pie de ella tenía contacto con la vía. Un miércoles ocurrió el milagro. De regreso a casa, el tren disminuyó de golpe la velocidad y casi se detuvo. Por las ventanas vio una plaza amplia, los pasajeros con ella se abalanzaron hacia el mejor lugar para poder ver algo.


Y en la plaza había un pequeño restaurant y en la terraza del mismo, muchas parejas bailando Tango, de un modo muy "corporal", provocador y cercano.








"Estoy en pie por la costumbre de jugarme,

porque aprendí en el rigor a modelarme;

hay mil caminos por andar,

no quiero ya retroceder

en esta lucha por llegar,

en el deseo de vencer.


Cada mañana estrena un nuevo día

y yo también mi terca valentía

y le respondo al milagro de estar vivo

inventándome un motivo para amar.


Es mi vida más que nada

una página callada de heroísmo,

el afán de sostenerme

y el deseo de ponerme a mi mismo en pie

ante el sopapo de la suerte en pie.


Frente a la vida y en la muerte

y si un día el dolor me destruye la fe,

como un árbol me muero de pie".**













Así como disminuyó su velocidad, el tranvía recuperó su rodaje habitual. Nada había cambiado, ni el dormitar del chico adolescente que estaba a su lado, ni la señora gorda cargando el fastidio y los paquetes de compra. Se bajo del tranvía en la siguiente estación. En la búsqueda de un lugar donde fumar, entro a un lugar más neutral, donde las ideas y pensamientos se entrecruzan sin conflictos. Entró a una cafetería. Miraba con los ojos muy abiertos, con esa mirada tan suya, bien cocida, muy espesa.

Ese Miércoles en el tranvía, encontró de nuevo su árbol. Su árbol que llora hacía arriba.



Lo había sospechado mas no entendido. Durante su infancia cuando una noche en su pequeña cama de niña, vio que el claro de luna empezaba a iluminar el ropero y, a penetrar en él por la cerradura. Con la piel erizada de miedo, se levantó, y miró por la rejilla y por ella se veía una sola cosa, tan asombrosa que casi se cayó de la estupefacción. Dentro del armario crecía un árbol. Un hermoso árbol frutal con guindas rojas trasparentes, como si fueran de cristal. Y, bajo del árbol dormía, un viejo pastor inglés con pelaje brilloso, largo, blanco y beige.


En la espera de respuesta, los años superaron al asombro. Porque el tiempo solo existe en el calendario. Porque en la vida uno tiene su propio tiempo, y en ocasiones se torna estacionario.


Ya tengo mi árbol que llora hacia arriba, se repetía. Con la necesidad de ser otra, de renovarse día a día, tomaba la solapa de los libros y de las letras y como acto de transformación se arriesgaba a caer en la voragine de la tentación.


No solo en la turbulencia de las letras y de los cantos se logra el cambio, sino también en la más perversa: la vorágine del amor.









Ya tengo mi árbol que llora hacia arriba en forma constante se repetía.

El secreto es más viejo que la verdad.


Se acercan los patanes bailando su tango provocador y cadencioso. Los de madera de abeto, luego luego se prenden, son eterna primavera: vacíos, insatisfechos, sin apego. Se transforman rápido en humo, se olvidan con facilidad y se convierten en estorbo.


Los que son como el enebro, huelen bien, son fuertes, pero eso es todo.


Existen los que son como el roble turco, fuertes, pero verdes, no sirven para el fuego.


Algunos son duros como la haya.


Por último los bien arraigados como el fuerte roble, solos, y con la certeza de haber encontrado su árbol que llora hacia arriba, aunque son tan pocos que no los encuentra, no pasan por su lado.


Subida en su tranvía, con su árbol que llora hacia arriba, decide elegir la soledad en lugar de la vulgaridad.




**"En pie" Tango



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MEME

Nelly, el ángel eres tu, así como los otros ángeles amigos tuyos y gratamente míos. Anquilosada por semanas he estado, y ahora mi querida Nelly “CON ALAS PARA VOLAR” me invita a la cadena o juego llamado MEME. La Guapa Natinat la invito a ella y ahora ella me incluye e invita.
Se trata de transcribir la página 123 del libro que estemos leyendo en este momento.



Antes de iniciar comentaré que hace unas semanas se llevo a cabo en esta mi ciudad, México Distrito Federal, del 22 de Febrero al 04 de Marzo, la XXVIII Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, monumento del siglo XVIII ubicado en el corazón mismo de la vida cultural de mi país.











Siempre me hago un tiempecillo para ir, a embelesarme con los libracos. He encontrado algunas perlitas en esas visitas, y generalmente me gasto un buen de lana, pero ese gasto no duele, se los juro. En esta ocasión encontré unas nuevas perlitas literarias, de la editorial sexto piso. Estoy leyendo CONTAR CUENTOS, es una compilación de cuentos editados por Nadine Gordimer. Una antología de autores diversos. En total son veintiún historias, contadas por : Arthur Miller, Paul Theroux, José Saramago, Gabriel García Marquez, etc......

La que les voy a transcribir es la página 123, que corresponde al cuento “Testigos de una era” de Günter Grass:

“ El señor Jünger, que había reaccionado con fina sonrisa a las experiencias escolares –evidentemente sólo de escuela secundaria- de su colega escritor, calificó desde luego el culto a Langemarck de --sandez patriótica-- , pero admitió que ya mucho antes de comenzar la guerra se había apoderado de él una gran nostalgia del peligro, el deseo de lo insólito -- aunque fuera al servicio de la Legión francesa-- : -- Cuando luego empezó, nos sentimos fundidos en un gran cuerpo. Sin embargo, incluso cuando la guerra mostró sus garras, la lucha, como vivencia interior, fue capaz de fascinarme hasta en mis últimos días de jefe de tropas de asalto. Reconózcalo, mi querido Remarque, hasta en "Sin novedad en el frente", su excelente primicia, hablaba usted, no sin emoción, de la fuerza de una camaradería entre soldados que llegaba a la muerte --. Ese libro, dijo Remarque, no hilvanaba cosas vividas por mí, sino que reúne las experiencias del frente de una generación sacrificada. -- Mi servicio en un hospital militar me basto como fuente --.
No es que aquellos ancianos caballeros comenzaran entonces a pelearse, pero insistieron en ser de distinta opinión en materia bélica, tener estilos contrarios y, en general, venir de campos distintos. Mientras uno seguía considerándose --pacifista incorregible---, el otro exigía ser considerado --anarquista--.
-¡Qué va! – exclamó Remarque-. En su libro En tormentas de acero, hasta la última ofensiva de Ludendorff, era usted como un niño travieso en busca de aventuras. Reunió frívolamente una tropa de asalto para, con placer sangriento, hacer un par de prisioneros y de paso, posiblemente, birlar un par de botellitas de coñac...
Luego, sin embargo, reconoció que su colega Jünger, en su diario, había descrito en parte acertadamente la guerra de trincheras y posiciones; en general, el carácter de la lucha de desgaste.
Hacia el final de nuestra primera ronda de conversaciones – los caballeros habían vaciado dos botellas de tinto - , Jünger volvió a hablar de Flandes.”

Es un buen ejercicio, aquí se los dejo, invito a este juego MEME a cuatro personalidades que estimo mucho y que me gustaría saber que están leyendo:
AGEEK
JUANA GALLO
W
ANTONIO


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domingo, 25 de febrero de 2007

EL LOBO















He visto por fin el rostro de la sombra. Me observa en silencio desde la oscuridad, acechante e inmóvil. Percibo su afilado perfil, sus ojos inyectados, lascivos, sedientos y ansiosos.






Antes, en repetidas ocasiones, su presencia provocaba despertarme y encontrar: sudor perlado en mi frente, en los pechos y, en la entrepierna palpitante, evocando algo que yo no podía descifrar. Sólo era para mí un sueño caótico y absurdo. Entre imágenes anacrónicas y sin curso, mis manos tocaban sudorosas mí rostro, mí sexo y mis nalgas. Una ventana caprichosa con cortinas entreabiertas, permanecía ahí, como testigo mudo de un placer que no atinaba relacionarse con nada ni con nadie. Por momentos, con mis manos me cubría de la luz impertinente de la ventana. Y sí, también percibía sin ver a la sombra, su presencia manifiesta sin espacio.






Hoy no logré despertar.






Veo más allá de mis manos.






Me veo completa:






De pie, en una sala con escasos muebles, estoy vestida de blanco. La tela sedosa pegada a mis muslos los dibuja y, también, grosera muestra dos pezones excitados.






Mí cabello suelto se mueve.








Hay un viento indeciso y perverso, que no logra disminuir ese calor que poco a poco impregna cada fibra de mi cuerpo. Un ramo de rosas dentro de un florero que está sobre la mesa, expide burlona su fragancia que entra de golpe por mí naríz. Y por primera vez la descubro. Logro ver el rostro de la sombra.






Acerca su calor al mío. Su aliento húmedo recorre con lentitud mi cuello. Al principio no me toca, pero la siento. Un roce fue suficiente y el delicado vestido se deslizó completo hasta el suelo. Su lengua suave recorre milímetro a milímetro mí columna vertebral y mis nalgas. Sus manos de fuego se posan en mis pechos. La humedad de mí sexo se revela ante su falo brilloso y erguido.






No hay prisa, el tiempo se esconde.






Me recuesta en su regazo. Toma el ramo de rosas, y con los pétalos, acaricia mí venus sudoroso y anhelante. Deja caer gotas de agua frías sobre mis pechos, las devora una por una, saboreando moroso la pasión que vierten.






Un calor solaz e intenso sube y baja en mi vientre, hay miel y mar, oleadas que se derivan por dedos ardientes, lengua agitada. Las ondulaciones se trasmiten placenteras, la sombra las siente con el sentido exacerbado.
Entra a la cava y ataca sin piedad y sin reposo. Nuestros vientres sudorosos están en contacto. Yo, en cada empeine, admito, percibo y exploto.






Su sangre de toro estallará de forma irremediable, pero él se esfuerza y la contiene. Pasea su llaga dura, de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha y de adelante hacia atrás. Entonces la sombra, adherida a mi espalda, me mantiene penetrada. Formamos una sola imagen, un solo movimiento. Sus vigorosos brazos me envuelven, el placer se prolonga.






Su semen ardiente escurre acariciando mis piernas, lo deslizo con las manos por mi cuerpo. Contraigo mi pelvis con fuerza. De pronto, escucho el gemido de la sombra. Se trata de un lamento prolongado, que se trasforma en eco y poco a poco se aleja hasta desaparecer por completo.






En mí, inicia la tregua y el reposo.






Abro los ojos...








Me descubro sola en la sala de los espejos y los ecos, en el colmo de la soledad, con la inmensa sombra de su recuerdo.














FIRMA: Un ser de este mundo

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