martes, 29 de junio de 2010

Vuelos de verano...



El día que decidí escribir acerca de ti, no encontraba el sitio adecuado. Caminé por varias calles y con los pies adoloridos, por fin me senté en un bar y pedí una cerveza. La ley del 11° mandamiento: NO FUMARÁS, aún no llegaba por estos rumbos; así que encendí un pitillo. Fumo desde los veinte años y disfruto cada cigarro; esta vez no fue la excepción, así que en ese lugar con sillas de madera y rock metálico de fondo, dejé escapar la espuma del corazón.

Los días pares que pasamos juntos, se contaron con ayuda de gorriones amaestrados; vale decir que los impares se anotaron con el empuje de rasguños de guitarra. Estaba allí escribiendo acerca de ti, entonces, el lugar se llenó de alas y relámpagos. Algunas estatuas aparecían y de inmediato se desintegraban, dejando montoncitos de arena. El viento me despeinaba y recorría el bar de un lado a otro; servilletas y mantelillos volaron como si fueran almas en pena. Un espectro de mantel se asomó por mi hombro y leyó palabras, incluso esas que se quedaban escondidas en las grietas de la prisa, en la impunidad del que lee y no lee. Fui dejando en letras nuestra historia, ese momento puntual en que llegaste, las expectativas no cumplidas, los errores. El frío congeló algunos momentos, decidida, consideré replantearlos y lo logré.

Terminé el relato con dos cajetillas de cigarros vacías, ocho envases de cerveza sobre la mesa consumidos y veinte cuartillas con caligrafía delgada.

Salí de nuevo a caminar. La niebla acompañaba el salpicar de la lluvia. Me descalzé y pisé el frescor del adoquín. Sentada en el suelo por fuera de una posada hundí la cabeza en mi eterna soledad. Como alondra perdida supe que era el momento de buscar ser libre.

Tengo muchos tesoros, me sostengo de ellos y de esa manera no se escapan por ninguna rendija de la memoria. Seguiré escribiéndolos.


FIRMA: Un ser de este mundo




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lunes, 14 de junio de 2010

sábado, 12 de junio de 2010

Desde mi almena y sin cruzar la línea...




Se me ocurrió escribirte. Inicié por el extremo superior derecho de la hoja en blanco y permití que las verdades se deslizaran una por una hasta distribuirse al azar y también, a lo largo y ancho del papel. En el centro, salpiqué un número considerable de mentiras; las muy cínicas, se acomodaron por los costados de las verdades, para desafiarlas.

Por cierto, ¿sabías que escribir es abrir la puerta oculta de un espejo para que el que lee salte hacia este otro lado? Creo que fue por eso que se me ocurrió escribirte.

Soy tan feliz. Así inicié. Luego, me esmeré en explicar el porqué de mi felicidad: Cada noche le cuento a la luna que soy un botón de rosa roja. No me importa que los demás me vean como rosa y no como botón. Tú me conociste y aspiraste mi aroma.

Frente al espejo pienso: “que linda rosa vestida de botón”. Ya no duele esta soledad porque me siento llena de ti. Estoy segura que bebí lo mejor que tenías, es por eso que no te reflejaste en otros ojos. El sol descubrió que no tengo secuelas es por eso que escurre sus mechas amarillas a través de mi ventana. Dice la gente que no soy la de antes, por supuesto porque soy un botón de rosa roja.

Caí en la madurez y la boca se me llenó de sonidos raros. Estoy segura que sucedió cuando aprendí a recolectar algunos fragmentos de vacío y los atiborré de letras. Fue entonces que entré en mí, lo hice a través de los oídos y así sin más ni más llegué a la garganta, dejándome caer hasta los pulmones. Entré a mi corazón resbalando por las venas. Vaya músculo romántico que adivina y siente. Balanceándome sobre la aorta –lugar privilegiado- planté la mirada en mi pequeño hígado; ahí puse varios tiestos rojillos y alguno que otro sentimiento. Por último, corrí de nuevo por mis venas hasta el lugar inicial y decidí salir por la mirada.

Ahora ordeno y clasifico trozos de alma, no lo hago como si fueran despojos; lo que hago es cantar y escribir cada sentimiento. En cada palabra, frase, párrafo…está el yo. Tú me lees, espectador atónito. Corre hacia el espejo, te invito a entrar las veces que quieras verme.

Hay un horizonte allá en la lejanía. Caen las hojas desde nuestra acacia, me arrodillo a recogerlas…mañana será otro día.



Foto inicial cargada en flickr por Keithimmyfoto


Firma: Un ser de este mundo





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martes, 8 de junio de 2010

Rayo






El padre dormita solitario sobre la cama que compartieron. Su cuerpo, apenas tapado por una sucia sábana, se estremece como si una corriente de aire frío lo abrazara; al moverse, despide un olor desagradable: nadie podría imaginar al ver esos desechos que alguna vez fue un hombre imponente. La penumbra de la habitación lo obliga a forzar los ojos, cuyas venas parecen salirse. Tiene las pupilas dilatadas debido al deseo insatisfecho y quisiera traspasar esa oscuridad para yacer de nuevo con Judith.



Ella espera de pie en el pórtico, mirando hacia las montañas; una brisa suave le ondea la cabellera, mientras trata con dificultad de aquietarla con las manos y descubrir su cara. A pesar de los años y el maltrato, las profundas marcas en el rostro no desmerecen la belleza que tiene. Aprieta los músculos de las quijadas para contener la furia en el cuerpo; está implorando a Dios que de una vez por todas termine con él y con la vida de perversión que le obligó a llevar.



Su rencor no tiene límite, ella recuerda su fallido intento por escapar; se iría con Alberto, en su velero de tres palos. El padre peleó contra el marinero, lo dejó tendido en el muelle, detrás de la iglesia, desangrándose, con la faca clavada en el vientre; después la regresó amarrada sobre la grupa sin montura de un caballo tan negro como su destino.



El silencio de la noche es alterado por un estruendo proveniente de la habitación, mezclándose con el resplandor de un rayo, el cual enciende las montañas. El rostro de Judith se suaviza; al tiempo de enrojecer por el destello. Las sábanas se van tiñendo del mismo color.



*Roberto Carreño Colorado (México D.F., 1949). Estudió la carrera de Ingeniería en Comunicaciones y Electrónica en el Instituto Politécnico Nacional y la carrera de Antropología Social en la E.N.A.H..

Ha participado en los talleres de cuento de Guillermo Samperio, Alejandro Toledo y Erika J. Báez entre otros. Ha escrito ensayo, cuento y crítica. Ha publicado en antologías latinoamericanas. Dentro de sus actividades está la literatura, fotografía y vitralismo.




Foto de inicio cargada en flickr por Zseike







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