El día que decidí escribir acerca de ti, no encontraba el sitio adecuado. Caminé por varias calles y con los pies adoloridos, por fin me senté en un bar y pedí una cerveza. La ley del 11° mandamiento: NO FUMARÁS, aún no llegaba por estos rumbos; así que encendí un pitillo. Fumo desde los veinte años y disfruto cada cigarro; esta vez no fue la excepción, así que en ese lugar con sillas de madera y rock metálico de fondo, dejé escapar la espuma del corazón.
Los días pares que pasamos juntos, se contaron con ayuda de gorriones amaestrados; vale decir que los impares se anotaron con el empuje de rasguños de guitarra. Estaba allí escribiendo acerca de ti, entonces, el lugar se llenó de alas y relámpagos. Algunas estatuas aparecían y de inmediato se desintegraban, dejando montoncitos de arena. El viento me despeinaba y recorría el bar de un lado a otro; servilletas y mantelillos volaron como si fueran almas en pena. Un espectro de mantel se asomó por mi hombro y leyó palabras, incluso esas que se quedaban escondidas en las grietas de la prisa, en la impunidad del que lee y no lee. Fui dejando en letras nuestra historia, ese momento puntual en que llegaste, las expectativas no cumplidas, los errores. El frío congeló algunos momentos, decidida, consideré replantearlos y lo logré.
Terminé el relato con dos cajetillas de cigarros vacías, ocho envases de cerveza sobre la mesa consumidos y veinte cuartillas con caligrafía delgada.
Salí de nuevo a caminar. La niebla acompañaba el salpicar de la lluvia. Me descalzé y pisé el frescor del adoquín. Sentada en el suelo por fuera de una posada hundí la cabeza en mi eterna soledad. Como alondra perdida supe que era el momento de buscar ser libre.
Tengo muchos tesoros, me sostengo de ellos y de esa manera no se escapan por ninguna rendija de la memoria. Seguiré escribiéndolos.
FIRMA: Un ser de este mundo
_________________________