martes, 4 de diciembre de 2007

ARTE DECORATIVO Y CULINARIO



Además de comprar libros, tengo una manía bastante Kafkiana, consiste en adquirir revistas de decoración y de recetas culinarias. Ni soy decoradora de interiores, ni tengo casa propia, departamento u oficina para decorar de manera continua; no cocino por falta de tiempo y mucho menos tengo a quién guisarle algo de vez en cuando. Ahí me verán: sentada hojeando mis revistas de manera patética, recreando mi imaginación con las imágenes de azulejos españoles colocados en amplios baños de tinas perladas, que de sólo mirarlas se antoja irse a meter y sumergirse entre burbujas. Con lo que respecta a las recetas de cocina, es simpático también; nunca he realizado -en mi cocina imaginaria estilo entre modernista y minimalista-, el asado de cordero con aceitunas reposadas en finas hierbas, para cenar con algún individuo a la luz de aromáticas velas y, después, de tan apetitosa receta, sentarnos -ambos- en la sala frente a la chimenea, escuchando música y bebiendo un delicioso vino tinto.  Luego, desnudos los dos, retozar por horas, gritando extasiados sin la zozobra de ser escuchados por otras personas, sin la preocupación del tiempo y el espacio.




A lo único que he podido aspirar, fuera de mi imaginario e irreal mundo decorativo y culinario, es “amueblar” mis segundos hogares. Mi hogar principal -que comparto con mi Chata linda-, ese, ya está revestido de cosas y muebles, lo más que se le tiene que agregar es un barandal a las escaleras, para de esa forma evitar una caída que rompa huesos o jetas.



2003 llegó y realicé un intento decorativo -por primera vez- de un consultorio; existía agregado a este primer intento, un sentimiento adicional: emoción de compartirlo con él. Mi cabeza, loca de contento, realizó ese ejercicio que no dañaba a terceros y que aminoraba el sabor amargo del anhelo. El ejercicio consistió en imaginar que, ese segundo hogar, designado para atender pacientes, sería NUESTRO hogar-hogar. No había mucho dinero para llevar a cabo la ardua tarea, pero eso no fue un obstáculo. Mi osamenta en movimiento permanece más horas en mis segundos hogares (son tres), es por eso que siempre insisto en el intento de que esos espacios sean dignos de cualquier persona en lo que respecta a la limpieza.  En lo que respecta al tiempo de permanencia: dos de mis tres segundos hogares, tienen televisión y sillones de descanso. El hogar-hogar adoptó una personalidad propia porque allí estábamos juntos, revisábamos pacientes y, cuando no existían citas médicas, se convertía en nuestra cueva secreta. Él prendía la computadora y, como amante apasionado de la música, seleccionaba alguna canción, entonces, nuestros cuerpos hablaban y nuestras bocas suspiraban. Ese fue mi irreal espacio donde de vez en cuando llegaba a visitar el cielo, incluso, creí, que llegaría a tocarlo. Me podían ver dedicarle los días al ceremonial de la espera, atareada en los mínimos rituales de todos los que en el mundo aguardan, tiritando de impaciencia cuando se tardaba en llegar.





Sólo yo asumí el sentimiento, el VALOR y el concepto de este sitio, lo comprobé con dolor.  La duda fue lanzada en cubeta grande por una de mis mejores amigas: agua fría, helando mi tranquilidad y sosiego, congelando la fe que le tenía a esa mirada melancólica y serena, a esa boca delgada que me decía “te haré el amor aunque estemos bien viejitos y arrugaditos”. Recogí el trancazo, lo doble en cuatro con ensimismamiento y, como si fuera un pañuelo de fina holanda, lo guardé bien escondido contra mi pecho;no sin antes preguntarle a él , mirándolo a los ojos, si era verdad.  Luego llegaron los tiempos de tránsito por territorios de la nada.

Pero ese día se frunció, sin llegar a romperse -eso sucedió más tarde-, una parte anatómica de mi cerebro, donde se almacena la esperanza de la reciprocidad.  Ese lugar anatómico se transformó en una pedazo de cristal duro y filoso. De ese material se convirtieron mis puntillosas palabras; me trasmuté en un enorme signo de interrogación, ya no hubo sosiego. No sólo se violó ese hogar-hogar irreal con otras presencias, sino con los mismo rituales amorosos. El otro segundo hogar que compartimos, también se llenó de presencias y acciones. Cuando de esto no me quedó ninguna duda, se rompió en su totalidad la parte anatómica que me hacía creer en el humano. Se murió alguien y nació algo.



Cuando alguien es violada físicamente y después le violan la fe y la confianza, se le joden tantas cosas difíciles de recuperar, estoy segura que algunas serán imposibles de volver a restablecerse. La peor clase de ladrones a uno le pueden succionar inclusive la vida; al desafortunado le deján la cáscara vacía para que se pueda mover y ellos no tengan que responder formalmente por el asesinato cometido.

En estas fechas estoy remodelando mi vida y nuevamente un consultorio, irónicamente está moteado por cosas que existían en el primero, incluyéndolo a él; pero en estos tiempos no estoy sola con la decoración, hay tres amigas más con las que compartiré el espacio físico y la responsabilidad decorativa.

Al otro segundo hogar acudo con miedo, que se trasforma en tristeza cuando los miro caminando juntos y alegres por esos pasillos que yo, en otros tiempos, recorría orgullosa a su lado.  Se sientan juntos a leer en la computadora, toman café, salen a disfrutar de un helado, leen el diario.  Lo sé porque dejan la basura en el escritorio de trabajo de la cueva.  Eran las mismas rutinas que compartíamos juntos en ese mismo lugar, en ese otro segundo hogar. Seguro les dice a todas lo mismo que me decía a mí (para no errar).

Sigo impactada… ¿Será valemadrismo, insensibilidad o qué?
¿Querrá adicionarle tranquilidad a la Dama a costa de quedar como un cínico, canalla, etcétera?
¿Un hombre, obtendrá seguridad llevando a sus Damas al "hogar" donde alguien lo amo, al lugar que le pertenece en presencia y audencia a otra?
Sabrá la fregada.

Entonces, me coloco mi gabardina hecha de silencio y disimulo, no sin antes ingerir una fuerte dosis de indiferencia y pasó sin ver… aunque, mi piel siente… luego sonrío con tristeza al ver que no es posible engañar a lo inevitable.




Se darán cuenta que mis letras tardan en plasmarse semanas, soy floja como diría mi amiga W.  Sí, efectivamente hay algo de eso.  Se agregan también muchas otras cosas. Es por eso que, como no sé hasta cuándo me den fortaleza de espíritu los vientos que sobrevienen, les deseo por anticipado a todas y a todos, que tengan felices fiestas, un abrazo fraternal de manera virtual. Y, para el próximo año, mis mejores deseos de todo corazón.

Aquí estaremos leyéndonos...




¡¡¡FELICES FIESTAS!!!



FIRMA: Un ser de este mundo



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