viernes, 13 de enero de 2012

Nada que no suceda todos los días y del niño que no crece...







Llovía mucho. Aún así no me quedó de otra que correr y alcanzar la entrada al metro taxqueña. Bien me hubiera caído una mojada de esas dimensiones en otra situación, pero en ese momento sólo enmarcó mi estado de ánimo. Lo que menos imaginé fue a Juan llegando a su casa y que todo se saliera de control. Se supone que Leticia me invitó para explicarme que él no le interesaba, y cuando Juan llegó, el mundo dejó de existir para mi. Efectivamente, Leticia no aceptó a Juan, yo amé a Juan durante mucho tiempo más y Juan, había dejado de quererme porque se enamoró de Leticia.

Esta es la historia de uno de tantos reveses en mi vida.

Nada que no suceda todos los días...






Recuerdo del día: No existe terror más auténtico que el que se experimenta al reconocer la naturaleza humana. Me sucedió con Óscar Matzerath, personaje pícaro y malévolo. El muy cínico decide no crecer y manipular a la gente con su tambor. Un personaje amoral y pragmático, acompañado de su banda de rufianes. Una novela dividida en tres libros, y cada uno de ellos estigmatizado por una muerte en la cual tiene que ver Óscar, el niño manipulador. Es una lectura encantadora y al mismo tiempo aterradora, donde no hay inocencia infantil, sino inteligencia malvada. Entrelazando personajes maravillosos: la abuela de las mil faldas; en ambientaciones entrañables: "El bodegón de las cebollas"; en tiempos externos: la segunda guerra mundial, la postguerra y la guerra fría; es que se desarrolla esta historia: "El Tambor de Hojalata" de Günter Grass.



Foto de Rafał Kurs




Mafalda desde si misma...


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