miércoles, 4 de enero de 2012

Tengo una cita con él en "La mano de la buena fortuna"...





Contrario a lo que se espera, él me buscó a mi y no a ella. Temo pensar que la suerte jugó un papel importante, lo digo porque yo no creo en la suerte como explicación a un deseo mutuo. Si dos lo desean, las causas aparecen, se cruzan, enredan, entonces, llega el azar implacable y efectúa. El caso es que fue a por mi. Me gusta pensar que mi actitud lo convenció, no deseo restarle inteligencia, él no tiene ni la menor idea del trabajo que me costó desprenderme de todo, pero nunca sabrá que maldije hasta la madre que lo parió.

Ahora me rebano el seso pensando cómo le voy a explicar que de puritita rabieta fui y quemé las escrituras de los terrenos. Me haré taruga con lo que respecta al dinero que gasté en la terapia consabida para las mujeres tristes, esa que consiste e ir y gastar en garras y zapatos. Lo contentaré poniéndome cada noche un vestido y le bailaré en el tubo, a ver si con eso se le olvida reclamarme también lo de la camioneta chocada. Ya hablé con el amigo que les vende música pirata a mis sobrinas, a ver si me consigue, aunque sea en CDs, los acetatos de colección antigua que rompí en uno de mis ataques de furia, esos que les cuento donde maldije a la suegrita. Lo que estoy segura no lo va a enojar, es no encontrar ninguna garra suya en el closet, la regalé toda. Al fin que él siempre puntualizó que los hombres para vivir sólo necesitan un par de zapatos negros, unos tenis, un pantalón de mezclilla, uno de vestir de color negro, una camisa blanca, tres playeras (roja, azul y verde), una corbata, una chamarra de vestir y una de mezclilla, diez trusas y diez pares de calcetines y un cinturón, estoy dispuesta a acompañarlo a renovar su guardarropa. Aquí viene, miro su sonrisa desde donde estoy.

¡Ay el amor!, cosa tan, pero tan rara...







Recuerdo del día: Petrović, en su libro "La mano de la buena fortuna", habla acerca de un personaje que tuvo una idea genial, dejar "el legado", que no es más que un realidad alterna hecha de letras, o sea, un libro. Anastas, es el nombre del personaje que escribió "el legado", logró una manera de encontrarse con su amada por medio de la lectura simultánea. Más que leer, Petrović te invita a vivir dentro de lo escrito, palpitar en el centro mismo de las cosas que se describen, formar parte en la historia. El tiempo y el lugar del que lee con convicción desaparecen en el momento que se coincide con otras personas en ese mundo alterno, que sólo puede ser habitado por lectores.

Hace poco conocí a un niño (en ocasiones los niños son mejores lectores que los adultos) que aseguraba haberme visto montada en un columpio frente a las letras que Adam hizo en bajorrelieve en el frontón de la casa, y repitiéndolas una y otra vez: *Verba volant, scripta manent.



*Las palabras vuelan, lo escrito permanece.






Mafalda desde si misma...


1 comentarios:

Workaholica dijo...

Mi querida Mafis...

Este post me lo vas a tener que explicar en vivo... mínimo!!!

Estoy con mis ojitos así : @_@

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