
Cuando EfraĆn entra, miras hacia el piso con ojos muy abiertos como si buscaras algo diminuto en la superficie irregular del mosaico. Este dĆa la lluvia cae con fuerza y la cafeterĆa es el refugio adecuado para varios de los clientes que en ese momento ocupan el local. Conoces la rutina de EfraĆn: acudir al RĆvoli de lunes a viernes al tĆ©rmino de su jornada laboral para cerrarla con su bebida favorita.
DespuĆ©s de solicitar un espress doble en la barra, EfraĆn se quita la gabardina, coloca en el suelo su portafolio y se sienta en una de las mesas. De reojo lo ves. Tiene algunas canas en las patillas y en la barba de candado que tanto te gustaba, y continĆŗa acicalĆ”ndose el pelo con esos movimientos rĆ”pidos de atrĆ”s hacia adelante que siempre le erizaban el peinado. Bright moments suena leve a travĆ©s de las bocinas colgadas sobre repisas. En las paredes rojas, las sombras de los clientes se distienden como guardianes nocturnos; mesas chaparras le aportan intimidad al ambiente sutil.
Muchas veces planeaste y en varios escenarios este momento. Ante el espejo ensayabas los gestos, el movimiento de tus manos, las palabras adecuadas; te vestirĆas de colores frĆos porque, segĆŗn tĆŗ, debĆas trasmitir el mensaje con tranquilidad. Para decidir el lugar conveniente: el restaurant donde come o la cafeterĆa, tardaste dos aƱos y a este Ćŗltimo lo definiste como espacio neutral, sitio de excusa para encuentros; por eso fue designado. La fecha resultó para ti un conflicto mayor. Viviste pocos meses tranquila sin pensar en elegir; y en muchos te invadĆa la angustia. Los mĆ”s te sumergĆas en laberintos de insomnio e inquietud. En ese vaivĆ©n transcurrieron seis aƱos.
Hoy llegas a la cafeterĆa en este dĆa nublado que amenaza con disparar gotas gruesas de lluvia como las que te llueven en el alma y sin vestir ninguno de los atuendos que compraste para la ocasión. Tu imagen se refleja en los vidrios de la entrada del RĆvoli; la miras un momento e intentas reconocer a la mujer desaliƱada, ojerosa y sin peinar. Mejor agachas la cabeza y entras.
Faltan treinta minutos para el arribo de EfraĆn. Cuando ves la hora en tu reloj pulsera, sientes un impulso de salir corriendo y perderte entre las calles; logras dominarte con los puƱos apretados. No quieres cafĆ©, son suficientes los recuerdos para mantenerte alerta y con el corazón en vilo. El mesero te sirve el tĆ© que solicitaste y, al mismo tiempo, mira tus manos; entonces, advierte los rasguƱos y por instinto las escondes. No te molesta la seƱa en cĆrculo que hace alrededor de su oreja cuando se dirige hacia la barra; otra mesera secunda la befa, tal vez no estĆ”n equivocados.
Flashazos iluminan tu cara, son los relĆ”mpagos que dan la bienvenida a la tormenta; llega brusca, lanzando en cortinas chorros de agua. Es inevitable, empiezas a llorar al tiempo que el cielo se desgrana; rĆ”fagas de viento le escupen a las gotas, deformĆ”ndolas; el ventarrón se filtra sin obstĆ”culos al RĆvoli. Hay algunas mesas vacĆas; el ruido de la lluvia y el murmullo humano opacan el castaƱeo de tus dientes. Dos hombres sentados en la mesa de la entrada han descubierto que lloras, te miran por momentos con discreción. Este dĆa muchas cosas estĆ”n en tu contra; el ambiente, tu atavĆo y el principal: lo indefectible. Sabes que hablar de vida, de nacimiento, es diferente a dialogar de muerte. Dar una noticia de pĆ©rdida sin haber anunciado antes la ganancia resulta ambiguo. El tiempo se comió el momento adecuado y lo permitiste. Durante seis aƱos tu hijo ahuyentó tu soledad y te dio alegrĆa. Hoy el dolor es grande, te despiertas a diario de un sueƱo no reparador, sintiendo el fantasma del beso infantil. Echas de menos sus ojos grandes, sus travesuras, sus hoyuelos, su mirada condescendiente cuando lo reprendĆas. Entras a su recĆ”mara que no has logrado desocupar, el dolor que experimentas te lacera; a veces, temblando, imploras tu muerte para escupir esa opresión en el pecho que te impide respirar. Existen momentos en los cuales revientas maldiciones, te enojas con las circunstancias; luego estĆ”s agotada, abrazas sus ropas y besas sus fotografĆas. Un dĆa deseaste que EfraĆn estuviera a tu lado y, desde entonces, la idea de compartir el dolor no ha dejado de dar vueltas en tu cabeza. Por eso estĆ”s en la cafeterĆa.
Por un momento dudas de que Ʃl llegue, la lluvia no cesa, se encuentra en lucha intermitente con el viento. Miras el piso cuando al fin Ʃl pasa a tu lado; despuƩs, se sienta en la mesa contigua.
El espress de EfraĆn ya estĆ” sobre su mesa; se agacha para sacar un libro del portafolio y, entonces, te ve. Esa mirada tan tuya, bien cocida, espesa, jala la de Ć©l. EstĆ”s mĆ”s delgada, tĆŗ pelo corto lo hace dudar. Seis aƱos no son demasiados o quizĆ” no son de importancia cuando existió atracción y armonĆa.
El conflicto de nuevo aparece en ti, enfrentas la indecisión sin desviar los ojos del suelo; entonces (en esta cafeterĆa rodeada de locales y edificios, donde vive la rutina) vuela una paloma gris y blanca. Ni tĆŗ ni EfraĆn logran definir con exactitud de dónde sale. Hilos sin nombres te jalan. Te pones de pie cuando Ć©l se dirige hacia ti. Sin darle tiempo para nada, sales a llorar con la lluvia, a cargar sola el duelo con las mismas piernas con las que cargaste tu demodĆ©.
DespuĆ©s de solicitar un espress doble en la barra, EfraĆn se quita la gabardina, coloca en el suelo su portafolio y se sienta en una de las mesas. De reojo lo ves. Tiene algunas canas en las patillas y en la barba de candado que tanto te gustaba, y continĆŗa acicalĆ”ndose el pelo con esos movimientos rĆ”pidos de atrĆ”s hacia adelante que siempre le erizaban el peinado. Bright moments suena leve a travĆ©s de las bocinas colgadas sobre repisas. En las paredes rojas, las sombras de los clientes se distienden como guardianes nocturnos; mesas chaparras le aportan intimidad al ambiente sutil.
Muchas veces planeaste y en varios escenarios este momento. Ante el espejo ensayabas los gestos, el movimiento de tus manos, las palabras adecuadas; te vestirĆas de colores frĆos porque, segĆŗn tĆŗ, debĆas trasmitir el mensaje con tranquilidad. Para decidir el lugar conveniente: el restaurant donde come o la cafeterĆa, tardaste dos aƱos y a este Ćŗltimo lo definiste como espacio neutral, sitio de excusa para encuentros; por eso fue designado. La fecha resultó para ti un conflicto mayor. Viviste pocos meses tranquila sin pensar en elegir; y en muchos te invadĆa la angustia. Los mĆ”s te sumergĆas en laberintos de insomnio e inquietud. En ese vaivĆ©n transcurrieron seis aƱos.
Hoy llegas a la cafeterĆa en este dĆa nublado que amenaza con disparar gotas gruesas de lluvia como las que te llueven en el alma y sin vestir ninguno de los atuendos que compraste para la ocasión. Tu imagen se refleja en los vidrios de la entrada del RĆvoli; la miras un momento e intentas reconocer a la mujer desaliƱada, ojerosa y sin peinar. Mejor agachas la cabeza y entras.
Faltan treinta minutos para el arribo de EfraĆn. Cuando ves la hora en tu reloj pulsera, sientes un impulso de salir corriendo y perderte entre las calles; logras dominarte con los puƱos apretados. No quieres cafĆ©, son suficientes los recuerdos para mantenerte alerta y con el corazón en vilo. El mesero te sirve el tĆ© que solicitaste y, al mismo tiempo, mira tus manos; entonces, advierte los rasguƱos y por instinto las escondes. No te molesta la seƱa en cĆrculo que hace alrededor de su oreja cuando se dirige hacia la barra; otra mesera secunda la befa, tal vez no estĆ”n equivocados.
Flashazos iluminan tu cara, son los relĆ”mpagos que dan la bienvenida a la tormenta; llega brusca, lanzando en cortinas chorros de agua. Es inevitable, empiezas a llorar al tiempo que el cielo se desgrana; rĆ”fagas de viento le escupen a las gotas, deformĆ”ndolas; el ventarrón se filtra sin obstĆ”culos al RĆvoli. Hay algunas mesas vacĆas; el ruido de la lluvia y el murmullo humano opacan el castaƱeo de tus dientes. Dos hombres sentados en la mesa de la entrada han descubierto que lloras, te miran por momentos con discreción. Este dĆa muchas cosas estĆ”n en tu contra; el ambiente, tu atavĆo y el principal: lo indefectible. Sabes que hablar de vida, de nacimiento, es diferente a dialogar de muerte. Dar una noticia de pĆ©rdida sin haber anunciado antes la ganancia resulta ambiguo. El tiempo se comió el momento adecuado y lo permitiste. Durante seis aƱos tu hijo ahuyentó tu soledad y te dio alegrĆa. Hoy el dolor es grande, te despiertas a diario de un sueƱo no reparador, sintiendo el fantasma del beso infantil. Echas de menos sus ojos grandes, sus travesuras, sus hoyuelos, su mirada condescendiente cuando lo reprendĆas. Entras a su recĆ”mara que no has logrado desocupar, el dolor que experimentas te lacera; a veces, temblando, imploras tu muerte para escupir esa opresión en el pecho que te impide respirar. Existen momentos en los cuales revientas maldiciones, te enojas con las circunstancias; luego estĆ”s agotada, abrazas sus ropas y besas sus fotografĆas. Un dĆa deseaste que EfraĆn estuviera a tu lado y, desde entonces, la idea de compartir el dolor no ha dejado de dar vueltas en tu cabeza. Por eso estĆ”s en la cafeterĆa.
Por un momento dudas de que Ʃl llegue, la lluvia no cesa, se encuentra en lucha intermitente con el viento. Miras el piso cuando al fin Ʃl pasa a tu lado; despuƩs, se sienta en la mesa contigua.
El espress de EfraĆn ya estĆ” sobre su mesa; se agacha para sacar un libro del portafolio y, entonces, te ve. Esa mirada tan tuya, bien cocida, espesa, jala la de Ć©l. EstĆ”s mĆ”s delgada, tĆŗ pelo corto lo hace dudar. Seis aƱos no son demasiados o quizĆ” no son de importancia cuando existió atracción y armonĆa.
El conflicto de nuevo aparece en ti, enfrentas la indecisión sin desviar los ojos del suelo; entonces (en esta cafeterĆa rodeada de locales y edificios, donde vive la rutina) vuela una paloma gris y blanca. Ni tĆŗ ni EfraĆn logran definir con exactitud de dónde sale. Hilos sin nombres te jalan. Te pones de pie cuando Ć©l se dirige hacia ti. Sin darle tiempo para nada, sales a llorar con la lluvia, a cargar sola el duelo con las mismas piernas con las que cargaste tu demodĆ©.
FIRMA:Un ser de este mundo

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25 comentarios:
Ay, Mafalda. Este relado es desbordador. Te felicito por la construcción de esta historia. Un beso grande!
…
RESPUESTAS A COMENTARIOS DEL POST: “VOLAR NO ES LA SOLUCIĆN.
Champignon:
Un amor grande fue lo que conocĆ, idealizarlo es el error mĆ”s grande que se comete. Al momento insisto en no mirarlo y recordarlo como ser Ćŗnico. Me niego mi Champy.
El poema me encanta, es idĆlico y saca suspiros a las damiselas. Pero yo pienso como tu comadrita. Me bajo de la nube y miro lo real. Cruda como realidad que se jacta de serlo. AsĆ que dejĆ©monos de cosas.
Ya vi la peli, esta chida. Y esas nal… perdón, el bomboncito estĆ” para comĆ©rselo jajaja.
Aurore:
Jejeje, sip, cada quiƩn con su baile y sus propios pasos mi Dama.
Yo me uno.
Mi Flaquis:
Coloqué primero el poema de Girondo y luego el texto de Rosa a propósito jejeje. Y sip, pues, la relación de pareja es mucho a mÔs abstracta incluso que una pintura. Y conozco tipos y tipas que se lanzan ensayos enteros acerca de un cuadro en exposición, encontrÔndole puertas secretas; y en su vida no tienen ni la menor idea de los bajos relieves.
Marina:
AsĆ es, el bosque y los vuelos asosiegan el alma. Gracias Marina por tus palabras.
Sonia:
¡Clarin!, sólo es cuestión de alimentarle adecuadamente la imaginación, jejeje. Y sip, eso que dices es poĆ©tico mi S.
Jota pe:
Estar en la vida no quiere decir que estƩ acompaƱada.
Hay soledades raras mi pechocho amigo.
Lumpenpo:
Es la segunda ocasión que mencionas a Huidobro jejeje, sabes amigo, a Vicente lo conocĆ (leĆ) por medio de un amigo encantador, de mirada franca y fumador empedernido como tu servilleta.
Hablando de Huidobro, el dice: “No se pueda amar a una sola mujer, no se las puede amar a todas. Hay que buscar un tĆ©rmino medio: amar las mujeres bonitas” , Jejeje, nada romĆ”ntico para las damiselas jajajĆ”. ¡Ah! Y tambiĆ©n dijo: “El hipócrita dice: “Lo que me importa es tu alma y no tu cuerpo”… y a los nueve meses tiene un hijo”.
El amor espanta, eso que ni que.
Yo te envĆo besotes y abrazotes mi Poeta.
Noesperesnada:
Jejeje, ya ves, tu nombre lo dice todo jajajĆ”.
Abuela:
Rosa, ¿serĆ” especial?, nop, no creo, es mĆ”s bien una lunĆ”tica jejeje.
Gracias abuela por tus palabras.
Champignon:
¡Gracias mi amor!
Maxi:
¡Vale!, yo le digo a Rosa.
Mmmm, pero el tipo ya se murió …¡Chale! Jajaja.
El tĆtulo viene a ser la respuesta a Girondo pues jejeje.
W:
¿SerĆ”? …
e.r:
Sip, asà te salió, jajajÔ.
¡Ay! Mi Ever, si Rosa tuviera tu edad, tomarĆa un avión sin meditarlo mucho para reflejarse en tus ojos jejeje… auchhh, ya me vi lancetas jejeje.
Incitatus:
¡Chale!, su natura no es ser una abnegada ama de casa. En eso tambiĆ©n radica su rareza…
: )
Mafalda
Mafis
Uno piensa tanto en cómo serÔ el reencuentro. No un reencuentro cualquiera, sino "el reencuentro". Las mujeres somos tan raritas, que no sólo delineamos una y otra vez la posible escena (las varias posibles escenas), también pensamos en el peinado, el vestido, los zapatos, etc., que llevaremos puestos para ese gran momento. Y entonces de tanto esperarlo (seis años!) y planearlo... a la mera hora, no hacemos nada de lo imaginado con antelación.
No sé si la súbita aparición de la paloma sea metafórica; pero yo veo en ella la constatación de que ya es tiempo de dejar ir las cosas, los recuerdos y el dolor y de paso, emprender el vuelo hacia otros derroteros.
Pero el ambiente que creaste es tan melancólico, casi anunciando que con semejante tormentón las cosas no podrĆan tener un final romĆ”ntico. DirĆa FranƧois Truffaut: "porque la vida casi nunca los tiene, es que yo no hago finales felices; prefiero los abiertos, para que cada quien se haga su propia versión"
Un beso
QuerĆa un ave fĆ©nix y sólo era el arrullo en un nido improvisado.
Auch!!!
Y es que es tan difĆcil compartir el dolor....
Besitos mi Mafis
wow! ... que envolvente manera de narrar las situaciones, entre pequeƱos-grandes detalles vas tejiendo un nido de ilusiones que evoca emociones.
un gusto leerte, espero seguir haciendolo.
Un saludo cordial.
vuela una paloma y se van los pasos sin retorno ¿para quĆ© regresar? Feliz decisión, que la lluvia deslavarĆ” los Ćŗltimos resquicios de la duda. Todo un ambiente para desandar el camino y que se cimpla el duelo, asĆ entonces se anuncia lo que viene, que serĆ” mejor y volarĆ”n otras palomas, en otros cielos y otro lares.
Besos y muchos a Mafalda.
Me estoy conteniendo nomĆ”s para censurar mi irrespetuosidad, no por otra cosa.... serĆ” la lluvĆa, serĆ” la debilidad, serĆ” la falta de empatĆa, serĆ” la cobradĆa...o acaso el egoismo?
Pero ya vendrĆ© con mi epilogo desbarajuste vueltas de de turca cruces de carril y sacudid´n a 190 km/hr...que entre otras cosas....que a toda madre se siente....
2046
Pero que si quede claro desde este momento.
Manuel podra ser culpable de lo sucedido hace 6 aƱos, pero ahora no.
Y en esto, soy Irreductible.
Y mira que normalmente estoy con la mujer.
Ahora no.
Y no me vengan con que: Ay! TenĆas que ser hombre!
Cuando una mujer hace uso de los guevos que no tiene soy el primero en aplaudirle.
2046
el sector viejero de este planeta es bien, pero bien raro!. No inventes!,
al momento de comenzar a leerte pense en la imagen que acompaƱaba -que me sentia ahi mismo- y con el giro que diste a la historia, comprendi inexplicamblemente pero perfectamente la reaccion de ella. damn it!
los reencuentros amorosos es una de esas terribles cosas en las que uno siempre piensa, deseando que pasen, preparandote para ell para hacer exactamente lo opuesto.
mas claro, el agua!
=0p
un abrazote muƱequita, excelente cuento, por supuesto.
He pensado mucho al respecto y aĆŗn no concluyo nada.
Es muy facil emitir un juicio y seƱalar un culpable, y mĆ”s si estamos a fuera, pero mientras mĆ”s los pienso mĆ”s compruebo que en una pareja de 2 (porque las hay de 3 y de 4) siempre hay 2 culpas asĆ como 2 vĆctimas y 2 verdugos...ya lo decĆa la sabia Lupe: Y acuerdate que segĆŗn tu punto de vista yo soy la mala!
Siempre, desde que tengo uso de la memoria, me he identificado con grandes mujeres, las he admirado, quizĆ” porque yo creĆa tener una en casa, yo admiraba mĆ”s a La mujer maravilla que a Superman desde chiquito, y preferĆa las peliculas de Dolores de RĆo a las de Pedro Infante...empatando esto a mi vida ahora lo veo muy claro.
Pero es esta misma razón la que hoy me hace seƱalar la cobardĆa de ella, la idecisión, la falta de tanates, el empeƱo en sufrir a solas, el....
Ćl ni siquiera sabe del nacimiento, ahĆ ella fue valiente y obsecada y decidida y emprendedora y.... se llevó todo eso la muerte? QuizĆ” soy severo y me paso de tueste, pero hoy me queda claro que mi personaje menos favorito hoy y siempre serĆ” la Madre.
Vivan los locos que inventaron el amor!
2046
1 beso a ti y otro a Corne.
Al Corne lo agarrƩ quietecito en la plaza de Comaaalaaaa!!!!
2046
El amor no es para cobardes...el amor vive de actos generosos,pobre mujercita...
Mafalda, Ely me dió un premio y yo lo comparto, si te gusta te lo traes y sino no hay problema.
De una vez te mando muchos besos.
Hola amigocha, buenos dĆas, pasĆ© por tu casa a dejarte un fuerte abrazo... Se extraƱa un cafecito pero mĆ”s la compaƱĆa.
Sabes que me estoy preguntando amiga?
Que hacer, cuando inicias algo, que tu crees estÔ iniciando mal, pero es tan rico y tan placentero que te vale madre todo lo malo, y tu asà quieres iniciarlo...si ya sabes que inicia mal, lo lógico es que asà se vaya y asà concluya...me sigues? Alguna vacuna contra el tsunami que se te avecina?
Los tsunamis se predicen y medio son controlados sus daños.... podemos hacer lo mismo con el corazón?
AƱos tengo protegiendolo, cuidandolo, dejandolo afuera...pero ya se me estƔ revelando, ya quiere que lo invite y lo incluya en el juego.....
Pero acuerdate que de 2046 nadie regresa..
2046
me ha gustado, sigue asĆ espero poder leer mas
...
Lo espera unos minutos, mientras las horas se vuelven aƱos. Y ni cafƩ ni tƩ pueden evitar que no se presenten junto a cada gota los recuerdos.
Pero esa falta de valentĆa es justo lo que regresa con la tormenta.
Al momento de la verdad, agua y recuerdos, cobardĆa y tormenta, es el mismo detonante para no cambiar las cosas.
Cierto, el amor no es para cobardes.
Resulta difĆcil la empatĆa, pero se logra y a la vez frustra y da coraje.
SĆ, yo tambiĆ©n quiero salir corriendo del local y patear una paloma.
Impactante seƱorita...
HOLA AMIGOCHA, PASĆ TEMPRANO A VISITARTE PORQUE MĆS TARDE NO SE SI PUEDA HACERLO. SĆLO PARA DECIRTE QUE ESCUCHANDO LA CANCIĆN DE ROBERTO DARVIN, COSTEĆA DEL TIEMPO SOLO, ME ACORDĆ DE TANTAS COSAS...
... QuedĆ©monos en silencio y escucha cómo, cómo el tiempo va pasando ¡ay! va pasando. Y no es que ya no te quiera, simplemente que te olvido, si aĆŗn en mis sueƱos te sueƱo, cómo no te habrĆ© querido.
SALUDOS NOSTĆLGICOS.
Jajajaja! No habĆa visto tus reglas para comentar, las amo!
Pues te platico dos cosas:
1. Hay un premio para ti en mi blog.
2. Acabo de ver que ya te lo otorgaron! (Es como ganarse dos Ćscares?).
En fin, sea de la manera que sea, ojalĆ” puedas pasar a misa para recogerlo.
Todos los besos
Mafis querida
Sólo pasé a dejarte un beso
Espero que estƩs bien
Marichuy
Me quedƩ con las ganas de verla lanzarse a los brazos del chico y abrazarse!
Al descubrir la verdadera intención del encuentro, me remordió el corazón (y mÔs aún por las imÔgenes que vinieron a mi mente... Ya te contaré con detalles en un mail...)
Supongo que ese tipo de dolor es extremadamente intenso; espero jamƔs experimentarlo...
En definitiva, lograste introducirme en el relato (siempre lo haces...)
Hace buen tiempo que no venĆa de visita... Me invitas un cafecito??...
Te dejo un abrazote, mi Mafis...
Ese dolor es tal que, o se comparte desde su puñalada inicial, o sólo cabe esperar la llegada de la muerte. Si es que existe algo liberador.
Igual que la paloma: sólo puede volar.
…
Marina:
Me alegra que te guste. Gracias por tu visita.
Marichuy:
Escribir historias de liberación para ser libre mi flaquis, asà es.
Los reencuentros de ese tipo o tal vez de cualquier tipo son en extremo complicados.
Este ejercicio de taller de eso se trató. Samperio dijo: “Para el siguiente jueves hacer un texto con las siguientes caracterĆsticas: Una persona a la que, en dĆas pasados, se le murió un hijo, entra en un cafĆ©. Describir: el cafĆ©, las cosas, la gente que ve tu protagonista, los camareros....con ese estado de Ć”nimo. Tu personaje no puede decir que se le murió el hijo ni que lo acaban de enterrar.
Asà que pues intenté darle ese matiz.
Aurore:
Sabes mi Dama, veo con frecuencia que para muchas mujeres tener un hijo es obtener un ave fƩnix. Muy respetable por cierto.
W:
Mi flaquita, estoy de acuerdo, aunque yo desde hace mucho tiempo lo comparto, no sƩ, a lo mejor es algo tonto pero descargar algo de dolor aminora el peso.
Univocidad:
Me alegra que te guste. Ya visite tu choza, me parece interesante. RegresarƩ.
Ahora te invito a tenerme paciencia, soy por momentos organizada en el tiempo, pero en otros, no me doy ni medio minuto para las cosas que me gustan. Me darƩ mis vueltas por tus rumbos.
Mi Poeta:
Muackkk, gracias por los besos.
No hay que regresar, ni mucho menos desandar el camino.
¡Volemos!
Champignon:
JajajĆ”… Chulada de hombre, ¡caray!
En esta narración no intentĆ© crear culpables mi amigo. No cabe duda que es cierto los que dicen: “una cosa es lo que el que escribe plasma y otra muy diferente la historia que “ve” el lector. TĆŗ leĆste una historia que no escribĆ acerca de la mujer, y saliste en defensa de Manuel. Es probable que tambiĆ©n hayas leĆdo su historia (de Ć©l) en estĆ”s letras. Historias que tĆŗ creaste.
Asà lo hace cada lector mi Champy. Quédate con lo que te guste, enójate con la mujer cobarde. No hay ningún problema. De eso se trata la literatura, de mostrar acciones humanas y provocar reacciones.
Muacckkk, besitos a ti. Cornelio te envĆa muchos y ademĆ”s un terroncito de azĆŗcar.
Abuela frescotona:
AsĆ es mi querida abuela. Lo malo es que existen tan pocos valientes jejeje.
Mi poeta:
Ya tengo mi regalito. Pero lo mƔs importante es tenerte a vos.
Anónimo:
Amigocha, ya te registrĆ©. Estos ojotes te vigilan jajajĆ”…
Bencho:
Ya fui a visitarte. Escribes poesĆa, ¡vaya pues!, lo que es Lumpenpo y vos me la ponen difĆcil jajajĆ”. Pero ahĆ andarĆ© en tu choza de vez en vez.
Incitatus:
Auchh, gracias por lo de seƱorita, jajajƔ.
Usted enójese mi amigo, de eso se trata esto.
Anónimo:
¡Ah! Que mi amigocha. Esa canción la conocĆ por ti viejilla. JajajĆ”, esos recuerdos que te trae la letra mi amiga, ¡caray!... ¡pinches hombres!
Gus:
Ya tengo en mi blog el regalito…¡gracias guapo!
Marichuy:
Gracias mi flaquis.
Kix:
¿Cómo para quĆ©?
En la vida real es muy complicado mi preciosa Kix.
Diego:
Me alegra que aparezcas de nuevo mi amigo.
Me alegra que te sigan gustando mis locuras. Recibo el abrazo. Espero el mail. Y cuando visites MƩxico te invito un cafƩ con mucho gusto.
Fernando:
Un honor tu visita mi amigo escritor. Y sip, es un texto liberador.
Un besillo volaooo para ti.
Mafalda
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