lunes, 27 de octubre de 2008

ALGUNOS SE ATREVEN









**Dedico este post a todas esas almas que tienen deseos de soƱar (a mis sobrinas: Itzel, Cinthya, Olivia, Helia y Daniela). Y tambiƩn a alguien que me sorprende por su valentƭa al explorar y buscar sin miedo: A mi queridƭsima Kix. Por cierto, tambiƩn se lo dedico a Mini-Kix. Ya tendrƔ su mamƔ algo que contarle cuando solicite lo siguiemte:


- ”Tía, queremos que nos leas un cuento! -entraron de improviso a mi habitación tres pares de ojos, y sin ser invitadas se acomodaron a mi alrededor.
- ¿Un cuento? Mmmmm, a ver...¿de algún tema en especial? -pregunté con doble intención. Estaba segura que tres adolescentes necesitaban con urgencia escuchar cualquier cosa acerca del amor.
- Algo chido, romƔntico, de novios jajajaja.
No pasó ni por un segundo por mi cabeza leerles cuentos rosas, princesas que vivieron felíces para siempre etc., y de pronto que recuerdo esta belleza, me senté frente a ellas, e inicie la narración.
Estoy segura que muchos huirÔn al ver el tamaño del post, aunque quiero advertirles mis lectores -porque estoy segura- no se arrepentirÔn, la narracción los atraparÔ desde el inicio (característica necesaria de un buen cuento) los harÔ soñar y al final reír cómplices con el autor...

TĆ© para dos

El escritor les aconseja, queridos lectores, que no lean este cuento un miércoles y de ninguna manera antes del mes de mayo. AdemÔs, lo mÔs conveniente sería que lo leyeran por las noches y en la cama. DescubrirÔn las razones por ustedes mismos. Aún debo decir que en este cuento no hay héroes; los únicos héroes aquí son ustedes, sus lectores.
Yo sé que, mientras escribo esto, mi ojo izquierdo mira el papel como el ojo de mi padre, y el derecho, como el ojo de mi madre. Tal vez por esa razón esto no resulta tanto un cuento como una especie de elixir de amor, y estos renglones se convierten en las instrucciones para el uso de dicho elixir.
Ustedes, no obstante, saben que la diferencia entre dos amores puede ser mÔs grande que la diferencia entre el amor y el odio. QuizÔs por eso cada amor grande empieza con tres pequeñas mentiras y son justamente ellas, esas pequeñas mentiras, lo que tenemos que agregar al cuento como base para esta pócima de amor.
La primera de ellas, queridos lectores, sean quienes sean o se llamen como se llamen, serĆ” su nombre secreto, es decir falso. AsĆ­ que el nombre de la lectora de este cuento serĆ” desde ahora Aseneta, como la esposa del hermoso Josefo, mientras que el nombre secreto del lector serĆ” Aristin como se llamaba un escritor del siglo XII.
Pero el elixir de amor aquí ofrecido podrÔn aprovecharlo, queridos Aseneta y Aristin, sólo si pasan por una iniciación especial, es decir, si logran alinearse entre los héroes de este cuento. Porque no todos los lectores de este texto podrÔn realizarlo. Por otro lado, tengan en cuenta que eso no es inocuo, porque la conversión del lector en el héroe de un libro le da la posibilidad al escritor de lastimarlo, incluso de matarlo, en cuestión de dos renglones. Sin embargo, nuestro objetivo aquí es el amor, y no la muerte, un elixir de amor, y no un veneno. Así que Ôrmense de valor y escuchen las primeras instrucciones. Aparentemente, todo parece bastante fÔcil, es suficiente que en un futuro cercano mientan tres veces, pero también se necesita que algo ya haya ocurrido en su pasado reciente. Un evento aparentemente pequeño e insignificante, que, sin embargo, representa la condición para acceder a la pócima del amor.
Mis instrucciones seguirƔn por separado para Aseneta y despuƩs para Aristin, porque difieren dependiendo de su destinatario.

Instrucciones para Aseneta
1. Querida Aseneta,
Tal vez tiene usted unos maravillosos ojos negros que lanzan miradas aromÔticas a su alrededor, tal vez siembra tras de sí sombras costosas y tal vez orina agua de colonia, como dijo una escritora, pero eso no le ayudarÔ a llegar a ser la heroína de este libro. Lo puede conseguir sólo la lectora que antes del día en que empieza a leer este cuento haya perdido una llave. Una llave cualquiera. La llave del maletín de maquillaje, la llave de su auto, o de un departamento ajeno, da igual. Si eso le ha pasado estÔ en buen camino y sólo usted puede considerarse la heroína de este cuento y la portadora del nombre falso de Aseneta. Ninguna otra. Las demÔs lectoras pueden tirar este libro, inclusive, porque él ya no se refiere a ellas.
2. Su siguiente deber, querida Aseneta, es soñar un sueño. Antaño los monjes de Constantinopla curaban las enfermedades del sueño de sus hermanos, o de otra gente, solicitÔndole a toda la hermandad de su monasterio que una determinada noche soñara el mismo sueño, previamente descrito. Algo semejante se necesita aquí también. Sólo que aquí el modelo tiene que ser un sueño femenino, por lo que vamos a aprovechar un sueño que había soñado mi media hermana. Así que la lectora que se sentó a leer este cuento habiendo olvidado en algún lugar una llave, por lo que tiene derecho a llevar el nombre de Aseneta, debe soñar el siguiente
SueƱo femenino
SueƱo que camino de noche por una calle desierta. Es tarde, estĆ” oscuro, empiezo a sentir miedo cuando de pronto escucho unos pasos detrĆ”s de mĆ­. Son pesados y resuenan cada vez con mĆ”s velocidad. AĆŗn estoy lejos de mi casa, me apresuro, y luego empiezo a correr con pĆ”nico. Los pasos pesados son cada vez mĆ”s frecuentes y el desconocido a mis espaldas estĆ” corriendo. Me persigue. En una esquina alcanzo a verlo con el rabillo del ojo. Es un hombre mĆ”s robusto que yo, que apresura su paso sin hablar en la oscuridad. AllĆ­ ya no hay calles, sólo una zona densamente poblada, uno atraviesa los patios de las casas, viejas escaleras, pasa por los pórticos, a veces por las antesalas abandonadas de las casas. De pronto, como suele ocurrir en los sueƱos, las piernas ya no me obedecen. Sigo corriendo, pero no me muevo de un portal que me observa con su oscuridad. Me quedo paralizada. El desconocido se acerca cada vez mĆ”s, casi me cubre su sombra, pero en el momento decisivo de repente deja de perseguirme, se detiene en una esquina, se para junto a la pared y orina por un largo, largo rato…
3. Por supuesto que a la mañana siguiente, en cuanto se despierte, querida Aseneta, usted se darÔ cuenta que no lo ha logrado. No ha soñado el sueño solicitado, sino algún otro, diferente, quién sabe cuÔl. Pero no se preocupe. Eso no importa en absoluto. El sueño, en realidad, no le fue solicitado para que lo soñara, porque hoy en día ya nadie sabe hacerlo, sino para recordarlo muy bien. Incluso, hay una razón adicional, pero cada cosa en su momento. Ahora debe buscar algún arete suyo. Cualquiera. NecesitarÔ sólo uno. Póngalo en su bolso.
4. El siguiente miĆ©rcoles debe ir a la terraza de la taberna mĆ”s cercana a la iglesia principal de su lugar (aquĆ­ en Belgrado, serĆ­a la terraza de la taberna ā€œEl signo de interrogaciónā€ en la calle Kralja Petra, nĆŗmero 6). Al medio dĆ­a debe sentarse allĆ­, al sol, y ordenar un tĆ©. Mientras lo estĆ© bebiendo ponga sobre la mesa aquel arete. Luego ya no tendrĆ” que hacer nada, salvo esperar. Debe esperar a un joven que pondrĆ” sobre la mesa ante usted una llave sin cortar. Sin embargo, la espera es un oficio difĆ­cil. TambiĆ©n una buena escuela…Pero, tenga cuidado, el cuento en este punto puede dejar de ser un cuento de amor en un sentido clĆ”sico. Porque, sólo Dios sabe a quiĆ©n traerĆ” la casualidad ante usted un miĆ©rcoles en la terraza de la taberna para que en un tĆ© para dos se tope con quien le hace falta en la vida…Puede suceder que nadie con una llave aparezca no sólo ese miĆ©rcoles, sino tampoco el siguiente. O puede suceder que un solo joven con una llave sin cortar se tope con diez chicas con aretes sobre la mesa. Es decir, este cuento se convirtió en una tienda de elixir de amor, pero Ć©ste, como todas las demĆ”s pócimas mĆ”gicas, no es inocuo.

*
En este lugar de pronto dejé de escribir porque en mi mente apareció una pregunta clara como el cristal:
-¿Por qué le mientes? ¿Por qué mientes a Aseneta, si sabes muy bien que es totalmente incierto que algo ocurra y qué cosa puede ocurrir el miércoles siguiente en la terraza de dicha taberna?
Al pensarlo un poco me respondĆ­ a mĆ­ mismo:
-Porque cada gran amor empieza con tres pequeƱas mentiras…

Instrucciones para Aristin
1. Querido Aristin,
Usted puede tener las manos y la voz que hacen temblar los oídos femeninos, los bigotes que embellecen su sonrisa y la sonrisa que embellece sus bigotes, pero eso no va a ayudarle a convertirse en el héroe de este cuento. El lector atinarÔ fÔcilmente si él es el verdadero, si es el único que puede lograrlo, si por la noche, en la cama, cuando se disponga a leer este cuento, recordara que hace poco encontró en el pasto o en la calle un arete perdido. Un arete femenino común que no tiene que ser caro en absoluto. Ese lector es el elegido. Y sólo él tiene derecho de llevar el nombre secreto del héroe de este cuento: Aristin. Los demÔs ya pueden desistir de los intentos y la lectura de este cuento ya no les va a concernir.
2. Si ha leĆ­do la instrucción del punto 2 para Aseneta se refiere a usted tambiĆ©n. AquĆ­ estĆ” el sueƱo que se requiere de usted para los fines mencionados con la advertencia de que se trata de un sueƱo masculino que yo habĆ­a soƱado, por lo que supongo lo podrĆ” soƱar usted tambiĆ©n, Aristin…
SueƱo masculino
SueƱo que estoy acostado en una cama. Arriba de mĆ­ estĆ” el techo de madera al cual estĆ” sujeta una mesa cuadrada puesta para comer. Parece como si estuviera clavada a un suelo de madera volteado. En la mesa estĆ”n de cabeza, pero sin caerse, un plato lleno de comida, tenedor, cuchara y cuchillo, una fuente con pan y un vaso de aguardiente de ciruela pasa. Tal vez en el plato estĆ” el bagre frito en agua para el DĆ­a de San NicolĆ”s. El techo es bajo y la mesa estĆ” justamente a una distancia que acostado pueda tomarme el aguardiente y almorzar todo lo que hay en ella. Y eso resulta tan fĆ”cil que causa un placer supremo, una calma y felicidad que desconocemos en la tierra. Todo allĆ­ es completamente ā€œnaturalā€, adaptado al cuerpo, un cuerpo astral, que estĆ” conectado con mi cuerpo a travĆ©s de mi ombligo astral…Mientras aquĆ­, en la Tierra, camino por un bosque y me duele cada hoja.
3. Querido Aristin, creo que usted no pudo soñar el sueño exigido y comerse allí el almuerzo, aquel bagre frito en agua para el Día de San NicolÔs. Pero no se desespere. Usted ya sabe, porque echó un vistazo en las instrucciones para Aseneta, que el sueño no se le exige para soñarlo, sino para otros propósitos. Por eso, continúe ahora su camino, es decir, pase por una tienda y cómprese la llave sin cortar.
4. El siguiente miĆ©rcoles vĆ”yase a la terraza de la taberna mĆ”s cercana al templo de su lugar (aquĆ­, en Belgrado, estĆ” en la calle Kralja Petra, nĆŗmero 6, donde se encuentra la taberna ā€œEl signo de interrogaciónā€). TendrĆ” que estar allĆ­ al mediodĆ­a y buscar a una persona femenina que estĆ© tomando tĆ© y sobre la mesa ante ella tenga un arete femenino. AcĆ©rquese a ella, ponga la llave sobre la mesa y pregĆŗntele si usted puede sentarse. Si ella no le da permiso, presĆ©ntese, dĆ­gale que se llama Aristin. Si ella es Aseneta, se puede suponer que le ofrecerĆ” el asiento y usted le contarĆ” lo que soñó la noche anterior. En realidad, el sueƱo que no ha soƱado, sino que le fue exigido. CuĆ©nteselo como si lo hubiera soƱado, aunque no lo hubiera hecho. Si tambiĆ©n ella le cuenta un sueƱo que le fue pedido, el cual usted ya leyó en este cuento, se cumplió el objetivo y todos los requisitos estĆ”n ahĆ­. Es decir, cada amor grande empieza, como dijimos, con tres pequeƱas mentiras. Esa condición la habrĆ”n cumplido los dos parcialmente, mintiendo haber soƱado lo que no soƱaron y presentando sus nombres falsos. Eso significa que estĆ”n en el mejor camino para aprovechar el elixir de amor y convertirse en los protagonistas de un gran amor. Si Aseneta le pregunta a usted, querido Aristin: Āæpor quĆ© precisamente una llave y por quĆ© precisamente un arete?, usted contestarĆ” lo siguiente: No tiene ninguna importancia si es una llave o un arete. Lo importante es que a los hombres, por lo general, les falta algo de atención, asĆ­ que alguien que fue lo suficientemente atento para notar en el pasto o en la calle un arete perdido es muy recomendable. A las chicas, por lo general, les falta ser un poco distraĆ­das, entonces, es recomendable la que puede llegar a perder unas llaves. Esos dos, segĆŗn parece, podrĆ­an formar una pareja bastante armoniosa…
*
En este lugar interrumpí por segunda vez la escritura de este cuento porque en mi mente apareció una pregunta clara como el cristal:
-¿Por qué le mientes? ¿Por qué mientes a Aristin, si sabes muy bien que todo es totalmente incierto? Porque los que lo intenten experimentarÔn por sí mismos que una relación basada en llaves sin cortar y una chuchería femenina no debe significar gran cosa. Puede ocurrir que Aseneta y Aristin simplemente no se gusten. O aún peor, puede darse el caso que, yo mismo me lo imaginaba, que Aseneta o Aristin no encuentren a nadie para tomarse un té para dos con ellos, alrededor del medio día en la terraza junto a la iglesia. La cosa puede convertirse en la amistad entre dos chicos, un compañerismo mutuamente útil entre un viejo y una joven, la plÔtica entre dos viejas, un romance entre dos lesbianas o quién sabe qué mÔs. Entonces, ¿por qué mientes a Aristin?
-Porque cada gran amor –me respondĆ­ a mi mismo- empieza con tres pequeƱas mentiras…

II
Casi dos aƱos despuĆ©s de que este cuento fuera escrito y publicado en un periódico me llamó por telĆ©fono una voz masculina, me dijo que no nos conocĆ­amos, que era mi lector y que tenĆ­a que decirme algo extraordinario en relación con el cuento ā€œEl tĆ© para dosā€. Quedamos en encontrarnos en la terraza de la taberna ā€œEl signo de interrogaciónā€. En ese entonces yo ya habĆ­a cumplido setenta aƱos, habĆ­a entrado en el siglo XXI y empezaba a olvidar sin orden muchas cosas – cazar cornejas, tirar los guijarros sobre la superficie del agua, entrar por la puerta de espaldas, dĆ­as de la semana primero en ruso y despuĆ©s en francĆ©s, mientras que los nombres de dĆ­as en inglĆ©s brotaban de mi memoria a pesar de que jamĆ”s lo habĆ­a aprendido bien. En resumen, el alma se me salĆ­a por la nariz, y yo tenĆ­a que estornudar cada maƱana. Aunque todavĆ­a no me olvidaba cómo reĆ­r. Por eso me reĆ­ en el auricular, Ć©l no lo hizo, y nos encontramos en la terraza de la taberna ā€œEl signo de interrogaciónā€. Ɖl estaba tomando cafĆ© y leyendo el periódico ā€œLa voz pĆŗblicaā€. Estaba en la mejor edad, cuando las virtudes aĆŗn no empiezan a convertirse en vicios. VestĆ­a bien, de negro, tenĆ­a tres caras transparentes una encima de la otra, cada una hermosa a su propia manera. Y tres tipos de cabellos en la cabeza - uno cerdoso, otro parecido a plumas y un corto pasto hirsuto en la mollera. Con su mirada podĆ­a congelar el agua en el vaso delante de Ć©l…Yo me desconcertĆ© y concluĆ­: Dios cura, nosotros sólo cambiamos vendajes…
Me contó lo siguiente.

El cuento del lector
ā€œAntes que nada, quiero decirle que yo no soy ningĆŗn ratón de biblioteca. Es todo un milagro que haya leĆ­do su cuento y el milagro se dio de la siguiente manera. Un dĆ­a mientras paseaba por Kalemegdan, mi mirada cayó, por pura casualidad, sobre un objeto que brillaba en el pasto. Me agachĆ© y encontrĆ© un arete femenino. ParecĆ­a un poco aplastado, probablemente pisado, pensĆ©, y lo metĆ­ en el bolsillo. Lo olvidĆ© allĆ­, porque los bolsillos son los mejores lugares para olvidar cosas. Cuando despuĆ©s de algunos dĆ­as volvĆ­ a ponerme el mismo saco palpĆ© el arete en el bolsillo, primero sorprendido de que estuviera ahĆ­, pero luego pasĆ© por ā€œEl Bazar del Milenioā€ a visitar a un joyero que fue mi compaƱero de escuela.
- ĀæDe dónde sacaste esta maravilla? –preguntó.
- La encontrƩ.
Examinó el arete bajo la lupa y dijo:
- Oro de catorce quilates con tres diamantes, tres verdaderos diamantes.
- ¿CuÔnto vale eso?
Mi amigo dijo una suma aproximada que hizo dar vueltas a mi cabeza. Siguió examinando el arete cuidadosamente bajo la lupa.
-En el arete hay un poco de sangre seca. Fue arrancado de la oreja de una chica. Por eso estĆ” un poco deformado…
Al devolverme la joya mi amigo quedó un poco pensativo y agregó:
- Yo sƩ de quiƩn es ese arete.
Me quedƩ pasmado.
- ¿EstÔs bromeando?
- Lo sabe todo el mundo. Perteneció a Ksenia Kaloper. Hace un mes todos los periódicos escribieron sobre ella. Fue robada y asesinada en Kalemegdan. Sabes aquello: ā€œNena, Ā”quĆ­tate la chucherĆ­a para que no te arranque la oreja!ā€ No obedeció. A juzgar por los periódicos, le arrancaron los aretes, le quitaron las sortijas de las manos y un anillo de un pie, todo con violencia y rapidez. El asesino tenĆ­a prisa. El anillo del pie fue encontrado ahĆ­ mismo. Lo demĆ”s no…
- ¿Y qué hago ahora con esto?
- Tienes varias posibilidades, cada una peor que la anterior. Entregar el asunto a los órganos de justicia, devolver el arete a la familia de la difunta Ksenia Kaloper, vendérmelo a mí bajo la condición de que yo quiera comprarlo. En los tres casos tendrías que explicarle a la policía cómo lo obtuviste.
Desesperado regresé el arete al bolsillo y decidí olvidarlo allí de nuevo. Por ahora. Antes de salirme de la tienda mi amigo me gritó:
- Todo eso tiene un lado bueno.
- ¿CuÔl?
- Te convertiste en el personaje de un cuento.
- ĀæCuĆ”l cuento? –me quedĆ© asombrado de nuevo.
- El cuento se llama ā€œTĆ© para dosā€ y sus personajes llegan a ser todos aquellos que encontraron cualquier arete en cualquier lugar. Yo leĆ­ hace poco en un periódico. Un momento…aquĆ­ estĆ”.
De un montón de periódicos sacó uno y me tendió su cuento. AsĆ­ lleguĆ© a ā€œTĆ© para dosā€. Y asĆ­ se dio que leyera su cuento. En un momento pensĆ© irme a la cita en la terraza del ā€œSigno de interrogaciónā€, hasta conseguĆ­ una llave sin cortar por si acaso, pero esas intenciones se vieron impedidas entonces por un gran cambio en mi vida.
Dos semanas despuĆ©s de haber leĆ­do ā€œEl tĆ© para dosā€ me dieron inesperadamente un empleo en el extranjero. Estuve fuera de Belgrado varios meses, trabajaba en MoscĆŗ y tenĆ­a la intención de continuar mi vida allĆ” cuando me avisaron que mi padre habĆ­a muerto, asĆ­ que vine a enterrarlo y a encargarme de su departamento. DespuĆ©s del funeral y de los demĆ”s trĆ”mites regresĆ© al desierto hogar paterno lleno de cosas viejas que desde hace mucho habĆ­an perdido sus aromas y adquirieron una especie de tufo comĆŗn. Miraba fijamente esas cosas y a mĆ­ mismo en medio de ellas a travĆ©s de un espejo de mi padre, gastado y con un agujero y sentĆ­ que el hombre cada dĆ­a tenĆ­a la oportunidad de ser inteligente al menos por un instante. Porque todo hombre pasa cada dĆ­a, sin siquiera percatarse, por un semi-instante anterior a su nacimiento y por un semi-instante posterior a su muerte. Entre esos dos semi-instantes estĆ” la gota de la sabidurĆ­a que apenas notamos…Con esos pensamientos me tumbĆ© en la cama, pero no pude dormirme. Toda la noche estuve dando vueltas y me levantĆ© tarde sin pegar un ojo. MirĆ© por la ventana, me di cuenta de que era casi mediodĆ­a y de que era primavera; me puse mi viejo saco que estaba en el armario y que no me habĆ­a puesto en mucho tiempo. PalpĆ© una llave en el bolsillo, la saquĆ©, me preguntĆ© de quĆ© era y con sorpresa notĆ© que no tenĆ­a cortes. Me acordĆ©, por supuesto, que estaba preparada para la cita en la taberna ā€œSigno de interrogaciónā€, pero que jamĆ”s tuve tiempo de verificar si funcionaba o no. En el otro bolsillo estaba, desde luego, el arete de oro con diamantes.
De pronto se me ocurrió que podrĆ­a tomarme el cafĆ© de la tarde, que necesitaba sobremanera, justo en ā€œSigno de interrogaciónā€ y me fui directamente a la calle Kralja Petra. HacĆ­a calor, en la terraza habĆ­a mucha gente sentada, y no quedaban mesas desocupadas. En una mesa notĆ© a una chica sola tomando tĆ©. TenĆ­a un zapato negro con el tacón blanco, y otro blanco con el tacón negro, junto a su taza estaba un arete. De oro con tres piedritas brillantes. Con tres diamantes. Algo deformado. Me quedĆ© petrificado. El otro igual a Ć©se, estaba en mi bolsillo. Al acercarme, puse aquella llave sobre la mesa y dije:
- Buenas tardes, soy Aristin, Āæpuedo sentarme?
- CuĆ©ntame un poco de eso –contestó la chica- ĀæquiĆ©n se llama asĆ­ hoy en dĆ­a? Es decir, mientes, pero siĆ©ntate, ya que el lugar estĆ” lleno. Tomate un cafĆ© y largo de aquĆ­.
Me sentƩ, pedƭ un cafƩ e intentƩ una vez mƔs. Le preguntƩ:
- ¿Quiere que le cuente lo que soñé anoche?
- EstĆ” bien, si no va para largo. De todos modos estamos matando el tiempo –dijo.
Entonces empecĆ© a contarle el sueƱo que me fue encargado en el ā€œElixir de amorā€ā€:
- SueƱo que estoy acostado en una cama. Arriba de mĆ­ estĆ” el techo de madera al cual estĆ” sujetada una mesa cuadrada puesta para comer. Parece como si estuviera clavada a un suelo de madera volteado…
- Mientes de nuevo. En tus ojos veo que anoche no pegaste un ojo. ¿Cómo pudiste soñar despierto?
Ante esas palabras yo quise levantarme de la mesa cuando ella preguntó:
- ¿Y dónde estÔ tu arete?
- ĀæDisculpe? –me desconcertĆ©, pero empecĆ© a revisar mis bolsillos aunque sabĆ­a que, por ahora, no iba a enseƱarle el arete de ninguna manera. Finalmente preguntĆ© sólo por decir algo:
- ¿CuÔl arete?
Creo que mi rostro lucƭa una sonrisa acartonada mientras pagaba el cafƩ, pero ella no desistƭa:
- ĀæCómo que cuĆ”l arete? El que es prerrequisito para que te conviertas en el hĆ©roe del cuento ā€œTĆ© para dosā€ y vengas acĆ”. Ā”Felicidades! Es tu tercera mentira hoy. Ā”Mentiste antes de que terminaras de leer el cuento! TĆŗ no encontraste ningĆŗn arete en absoluto…
Me reĆ­ y regresĆ© a la mesa. Desde entonces empezamos a vernos a diario. En las maƱanas, mientras me iba a trabajar, la dejaba sola en mi apartamento. Era fĆ”cil notar que revisaba los cajones en mi ausencia. Buscaba los diamantes. Anteayer, por fin, le enseƱƩ el arete. Le dije que lo habĆ­a comprado para mi hermana, que supuestamente usaba esos adornos siempre en una sola oreja. SabĆ­a que eso iba a obligarla a ella y a su cómplice, probablemente el asesino de Kalemegdan, a descubrirse y comenzar a actuar con rapidez antes de que el arete que apenas pudieron encontrar en mi casa, se esfumara de mis manos. AsĆ­ podĆ­a agarrarlos y entregarlos a las manos de la leyā€¦ā€

*
Ese fue el cuento del joven. EstĆ”bamos sentados tomando cafĆ© y callamos por un instante, cuando el joven apuntó con la mano hacia la chica que estaba entrando en la terraza. TenĆ­a los labios pintados de un brillo labial negro, y en el moƱo una aguja de plata con una canica de vidrio verde. Calzaba un zapato blanco con el tacón negro y otro negro con el tacón blanco…
Un paso blanco, un paso negro, otra vez blanco, otra vez negro. Y luego un silencio particular. Un silencio salado, dirĆ­a. Ɖl se levantó, se besaron y mientras todos miraban ese beso, ella le dio la mano a pesar de que Ć©l tuviera sus dos manos alrededor de los hombros de ella. DespuĆ©s se volvió hacia mĆ­ y se presentó:
- Aseneta. Se ve que usted ha desechado mĆ”s gorras en su vida que las que yo he comprado. Usted tuvo razón. Aquel elixir suyo sĆ­ funciona. Cada amor grande empieza con tres pequeƱas mentiras…
Entonces la chica puso ante mĆ­ sobre la mesa una caja de dulces con whiskey para hombres ā€œLaroshell de Luxeā€.
- Es para usted –agregó-, ademĆ”s le tengo dos preguntas, profesor. Primero, el elixir del amor, su tĆ© para dos, ĀætambiĆ©n le concierne a usted? Segundo, Āæse puede considerar como una pequeƱa mentira algo que en el futuro llegarĆ” a ser una gran verdad?
- Por supuesto –dije.
- ¿Por qué, entonces, no toma un poco de su elixir de amor que con tanta generosidad nos ofrece a nosotros?
Me reĆ­, ellos se despidieron y se fueron abrazados, y yo ordenĆ© en vez de cafĆ© un tĆ© de menta con alcaravea. Como si esperara a alguien en un tĆ© para dos. Al abrir ā€œLa Voz PĆŗblicaā€ que Aristin dejó en la mesa, leĆ­ en el periódico que ese dĆ­a yo habĆ­a muerto en las primeras horas de la maƱana.

*
Mi querida lectora y mi querido lector, seas quien seas, recordarÔs que mis palabras al final de este cuento son, en realidad, mi declaración de amor hacia ti. Mi tercera pequeña mentira que llegarÔ a ser verdad en el futuro.
Porque cada gran amor empieza con tres pequeƱas mentiras.
Autor: Milorad Pavić



¿Qué tal? ¿Verdad que les gustó?

Foto de Jes



FIRMA: Un ser de este mundo



17 comentarios:

Diego FabiƔn dijo...

Jeje...

Hoy tengo el honor de ser el primero en comentar en tu blog!!...

Solo pasaba a dejarte saluditos... Estoy cortƭsimo de tiempo, pero te prometo leer el post mƔs tarde...

Saluditos...

marichuy dijo...

Mafalda

Bellísimo y sabio cuento. Muy hermoso y original me pareció. Bueno y como mayo ya pasó y hoy no es miércoles, espero no haber violado ninguna regla, jeje

Muchas gracias
Un saludote

PS OjalĆ” hubiera sido tu sobrina para que me leyeras de estos cuentos

Diego FabiƔn dijo...

Si, me gustó... Aunque un poco confuso al inicio, el cuento se entiende al final...

Y, sabes??... Me puse a pensar: cada gran amor empieza con tres pequeƱas mentiras??... SerƔ que todos los hombres alguna vez fuimos un Aristƭn y las mujeres una Aseneta??... SerƔ que los grandes amores empiezan donde otros terminan (en una pequeƱa mentira)??...

Talvez todos tuvimos un gran amor que no podemos olvidar...

Bonito cuento... Bastante largo, pero bonito...

Un abrazo, mi querida amiga...

marichuy dijo...

Mafalda

Ayer que te leí estaba en un cyber café y no reparé en la maravillosa y metafórica foto: hermosa en verdad.

Gracias otra vez por esta bella y ensoƱadora historia.

Kix dijo...

Ay pero quƩ bonito!!! Y ademƔs me lo dedicaste!!!

:'-)

Ay mi Mafis estoy harto emocionada!! Te quiero mucho!

Un abrazote y gracias!!!

marichuy dijo...

Mafalda

Yo de latosa, necesito consultarte algo, ¿serÔ que des consultas sobre males del corazón falto de sueños?

Saludos

marichuy dijo...

Mafalda

Hola, vine a conocer la nueva casa.. pero soy una maleducada... no traje flores. Dicen que cuando uno va por primera vez a la casa nueva de una amiga o familiar debe llevar flores. TambiƩn hubiese sido un buen detalle escribirte un poema, pero no soy poeta. Asƭ que mejor te dejo Ʃste de alguien que si entiende de poesƭa.

Un saludo


"No cabe duda. Ɖsta es mi casa
aquĆ­ sucedo, aquĆ­
me engaƱo inmensamente.
Ɖsta es mi casa detenida en el tiempo.

Llega el otoƱo y me defiende,
la primavera y me condena.
Tengo millones de huƩspedes
que rĆ­en y comen,
copulan y duermen,
juegan y piensan,
millones de huƩspedes que se aburren
y tienen pesadillas y ataques de nervios.

No cabe duda. Ɖsta es mi casa.
Todos los perros y campanarios
pasan frente a ella.
Pero a mi casa la azotan los rayos
y un dĆ­a se va a partir en dos.

Y yo no sabré dónde guarecerme
porque todas las puertas dan afuera del mundo."

[Esta es mi casa
Mario Benedetti]

Diego FabiƔn dijo...

Recibi tu mensaje, asi que tambien vengo a conocer la nueva casa...

Gracias por invitarme a conocerla...

Un abrazo...

marichuy dijo...

Mafalda

Acabo de ver tu comment donde Kix; caray, poro eso soy tu fan. Pienso igual que tu.

Un cordial saludo

pez dijo...

mi Mafis,

ya tomé registro de tu nueva dirección, aunque todavía no tomo aliento para leer de corridito el cuento

como quiera, recibe saludos

PD no sƩ por quƩ no apareces en el listado de blogs actualizados

ĀæserĆ” porque no actualizas? jaja

K4RMIN4 dijo...

Mafalda, hermoso cuento. Sí, si me gustó.

Cada gran amor empieza con tres pequeƱas mentiras...se fortalece y crece con secretos, con sueƱos, con pequeƱas mentiras...y termina cuando dejas de soƱar, cuando la realidad se aparece de golpe.

Un abrazo

Unknown dijo...

Me gustó mucho MAFALDA!!!

Muchos saludos

Adal

quise comentar en otro blog,
no pude

marichuy dijo...

Mafalda

Esa primera foto; la que da imagen a tu blog, estĆ” increĆ­ble. Muy ad-oc.

Un saludo

Cuatroletras dijo...

Al enamorarnos mentimos un poco; no creo que sean tres mentiras creo que son mÔs, nos vendemos con lo que no somos, es el ritual de la conquista, y la segunda parte no es un objeto perdido, es la posibilidad de ver que de quién te enamoraste no es perfecto y aún así decides quedarte.

Pues ahora si ya leĆ­ un cuento en donde el lector forma parte, bueno a estas alturas, dos, jejeje.

Eres impresionante, me congratulo de leerte.

Saludos.

Cuatroletras dijo...

y sĆ­, algo largo el cuento.

MƔs saludos

Anónimo dijo...

Puff... definitivamente hice el intento como 5 veces, pero al fin lo he logrado, y deja un delicioso sabor de boca, de mente, de corazón... y me quedé pensando en eso de las 3 mentiras... sería cuestión de remembrar... pero seguro que es bastante posible.
Un abrazo, Mafis, me dejo de tarea el de arriba :O)

Unknown dijo...

alguien sabe que significa que alfinal diga que en el periódico que le dejo aristin diga que el autor murió ese dia en la mañana

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