martes, 21 de septiembre de 2010

Analfabetismo incipiente...



“Voy a ir, quiero ver qué tal se siente andar entre intelectuales”, me dijo un amigo por correo después que lo invité. Incluso me interrogó: “¿Darán café o vino?"  Éste cree que se trata de un congreso médico donde se derrocha chupe y comida. Se me ocurrió decirle que se comprara un capuchino en el Starbucks que está cerca del Centro de Lectura, y de paso uno para mi. Con lo que respecta a saber si se “siente” la intelectualidad, no supe que decirle. El gremio médico se acompleja cuando le hablan de literatura (no generalizo, conozco algunos garbanzos de a libra).

Estoy cohibida. Pocos saben que por momentos me siento a inventar historias. Son escasos los que tienen conocimiento de que asisto, desde hace varios meses, a un taller de cuento y microficción. Un grupo reducido ha sido al que le revelé que uno de mis relatos ganó para ser publicado en una antología de cuento (en diciembre 2011), junto con escritores reconocidos en  Small Beer Press  en los EU.

Estaba merodeando en internet para ajustar el ansia, y un twittero recomendó este fragmento de un libro de Jorge Ibargüengoitia, muy a doc con lo que siento en estos momentos.


Lo comparto con ustedes está fabuloso.

Mañana será mi debut.







¿USTED TAMBIÉN ESCRIBE?
Analfabetismo incipiente

Según parece, en los Estados Unidos el número de personas que han escrito una novela es monstruoso. Muchas veces mayor, por supuesto, al número de personas que han publicado una novela. En nuestro medio, inclusive, a pesar del elevado número de analfabetismo que tenemos, el número de personas que creen que podrían escribir una novela con las experiencias que han tenido en su vida, es tremendo. Un soneto es algo mucho más difícil porque hay que aprender a rimar y a contar sílabas. Pero una novela. ¡en prosa! es la cosa más fácil del mundo. Basta con sentarse frente a una hoja de papel y contar todo lo que nos ha pasado en nuestra vida, que es tan interesante. Lo malo es que no tiene uno tiempo, porque hay que trabajar para sostener a la familia, llevar a los niños a la escuela, ir a fiestas, lambisconear al jefe, etcétera. En realidad, escribir novelas es un trabajo de ociosos. Pero eso no quita que la mayoría de la gente tenga un talento novelístico innato, o mejor dicho, literario. La prueba está en las composiciones que hacíamos en la escuela y las dedicatorias que poníamos el día de las madres.
Eran geniales. 



Esta situación, la de vivir en un medio de novelistas potenciales, no frustrados, porque nunca han intentado ejercitar sus talentos, ni fracasado en el intento, hace que personas como yo, que no hacemos más que lo que todos podrían hacer, seamos considerados como una raza parasitaria, superflua y, francamente, de muy poco talento, porque nos cuesta un trabajo horrible hacer lo que todos harían en sus ratos de ocio. Por otra parte, esto de usar para expresarse un medio que todos conocen a la perfección desde primero de primaria, hace que los escritores tengamos una cantidad de críticos exactamente igual al número de personas que saben leer y escribir. El de lectores, en cambio, es mucho más reducido, porque la mayoría de los críticos son apriorísticos.



— ¡Novelas, las mías!— dicen, y no compran las nuestras. Criticar a un pintor o a un músico es más difícil. Al primero porque sus cuadros no los ven más que los culteranos que van a las exposiciones, y porque, además, ése sabe mezclar los colores, que requiere cierta ciencia; al segundo, porque nadie sabe leer música. Esos son desechados por locos que, en nuestro medio, es lo mismo a ser desechado por genio. Pero nosotros, los escritores, estamos en la línea de fuego.




—Oye, ¿cómo no me habías dicho que eras escritor?— me preguntó una mujer con quien he tenido la desgracia de trabajar varias veces en congresos—. A ver qué día me regalas uno de tus libros.
Ha de creer que uno tiene que andar anunciándose, y que los libros los escribe uno para regalarlos. Yo nunca le pregunté si era casada, y si me enteré de que tenía una tortillería automática, fue por boca de terceros.
Además, nunca se me hubiera ocurrido pedirle una tortilla. 



—Oiga, patrón, ¿cuándo escribe un libro de veras bueno?— me preguntó un mimeografista a quien cometí la torpeza de regalarle un libro—. Digo, porque ése es de relajo.
Pasa uno muchas vergüenzas.



—Tus libros me parecen superficiales— me dijo una culta, y por supuesto, mal educada—. Pero mi yerno dice que tienen mucho porvenir, y él es argentino.
Fue un consuelo.




Pero veamos cómo se comportan las demás profesiones. Un ingeniero se pone Ing. antes del nombre, y cuando su mujer llega a la casa, le pregunta a la criada: ¿ya llegó el ingeniero?Ninguna esposa de escritor le ha preguntado nunca a ninguna criada si ya llegó el escritor. Entre otras cosas, porque lo más probable es que no tenga criada, y porque sabe que su marido no ha salido; está en su cuarto, frente a la máquina, devanándose los sesos. 



Un Lic., un Arq., un Dr., un Ing. antes del nombre, o un CPT después son signo de que alguien se ha pasado años leyendo libros que nadie leería de motu proprio. ¿Pero nosotros? para escribir novelas no se necesita más que leer novelas, que, después de todo, se supone que la gente lee por gusto.
Así que además de parásitos superfluos, somos hedonistas.


Pero como para adquirir prestigio no podemos recurrir a la aridez, porque sería contradecir los principios mismos de nuestro arte, podemos acudir a otras profesiones, que además de lo difícil del estudio, tengan otras características que provoquen respeto por parte del público.Un psicólogo, por ejemplo, es, en sociedad, mucho más aplastante que un ingeniero, aunque sea más difícil calcular un edificio que sentarse media hora a escuchar lo que dice un paciente. Todos le tienen miedo porque creen que les va a descubrir un defectazo. La mecánica de este proceso es que el ignorante no sabe qué signos pondrán en evidencia qué cosa. La magia del psicólogo está en que él descubre lo que nadie ve y llega a conclusiones que nadie entiende.
La base del prestigio es la incomprensión. 



Esto puede ser la salvación del escritor. Si, por ejemplo, en vez de contar la novela de principio a fin, la cuenta del fin a principio, si repite la misma escena desde tres puntos de vista diferentes, si quita del diálogo los nombres de los interlocutores, si describe una mesa como si fuera un paisaje, y un paisaje como una mesa, logrará confundir completamente al lector. Es posible que éste nunca termine de leer la novela, pero respetará al que lo escribió.
De ahora en adelante escribiremos así y dejaremos de ser parias. 



Primer capítulo del libro: "Ideas en venta" de Jorge Ibargüengoitia



FIRMA: Un ser de este mundo






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6 comentarios:

Workaholica dijo...

Mi queridísima amiga:

Será un verdadero orgullo estar en tu debut.... ahí nos vemos con café en mano.... para abrazarte... y felicitarte...

Adivina a quién convencí para que hiciera acto de presencia??? jajaja... ya ves cómo es remilgosito para esas cosas...

Nos vemos mañana...

Tú... tranquis que lo escrito... escrito está... y muy bien escrito...

Abrazos

Alhami dijo...

.


...hola Mafa, veo que para vos es hora de ir a la luz y hacerle un túnel...

io sólo te puedo decir que vas bien... y ta tuanis la onda esa del debut... supongo vas a leer alguno de tus mejores cuentos... dichos los oídos que te van a a oír y lo sojos que te van a ver... a mí pues solo me toca imaginarte y sumarme a los aplausos desde aquí, desde la linda Nicaragüita, así es que has todo lo posible por verme ahí como espectador imaginario jejeje y ve Mafis, no te pongas nerviosa sino mas bien osada... todo lo que vas a hacer aparte de leer es actuar y se es tu momento para deslumbrar.... oye no conocía lo de tu relato en la antología... si la publican en internet avísame que me gustaría echarle un ojoche... Por otra parte el texto que transcribes de jorge y que leí, está genial, porque es una auténtica realidad... relatada con gran maestría, buen puntacho el tuyo

Bueno mis felicitaciones y muchas gracias D por compartirnos toda esta preciosidad... cuídate

Te mando besos grandes y abrazo apretado iluminado de mi afecto
.

Champy dijo...

Yo muero y mato de envidia a quien este a tu lado... así sea a la mismisima W y a quien me mande al infierno...

Sabes una cosa?

Hoy tengo algo en comun con Salvadora y con el Pocho.....un orgullo muy grande por ti provocado.

Dile al maistro que vengan a leyer cuentitos a regiolandia!!!

2046

marichuy dijo...

Mi Mafis

Como te decía en twitter (y en un mail que te envié y que creo no recibiste), no albergaba duda de que te iría bien. Lamentablemente, motivos laborales (acá la cosa está dura, con amenaza de recorte y todo), me impidieran asistir a tu lectura como originalmente tenía pensado.

Espero que sepas entenderme y, sobre todo, disculparme

Un beso

Diego Fabián dijo...

A estas alturas, y como leí por ahí, ya tuviste tu debut, y estoy seguro que te fue muy bien en él...

Yo también me siento orgulloso por ti... Tus textos, tu manera de escribir, de plasmar ideas, de hacer sentir en los demás a traves de las palabras es un don que muy pocos tienen, y que tú, definitivamente, tienes a montón...

Cuando seas famosa, tendré que seguir pidiéndote copyright??... Jajaja...

Felicidades, mi Mafis... Desde el fondo de mi corazón...

Karina Elizondo dijo...

Al grano.

He leído tus historias desde hace varios años, me enteré que iniciaste con un curso de creación de cuentos, algo así.

Tengo nervios de escribir esto, no porque sea fisgona, no qué va, más bien porque después de tanto, ahora es que lo hago.

Felicidades!

Serías tan amable de decirme en dónde es que tomaste el taller de cuento y microficción?

Realmente me interesa.

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