VIENTOS CONTRARIOS

Una parte de mi está en conflicto. Por extraño que parezca me siento amada por alguien, aunque insegura de ese amor que me prodigan.  Y camino así: entre la seguridad y la inseguridad. 

¡Estos vientos contrarios!

¡Cuidado!

No os acerqueis a mi, estoy cargado

de dinamita.

Pero tú no te alejes, vuelve, vuelve

a mi.

Yo soy la verdad y la vida, porque

sólo hay amor en mi espíritu

Vuelve. Te estaré aguardando en mi

calvario de nubes...

Con los brazos abiertos ¿Te acuerdas?

No hay que temerle al vértigo cuando durante el largo camino de la vida se encuentra al ser excepcional; héroe, amante, poeta.  Todo conjugado. ¡Agárralo por la solapa, no lo dejes ir! 
Dolores de cabeza, delirios estupidos, lágrimas interminables, inpaciencias, incongruencias.

Mi padre siempre temeroso de que su pequeña sufra.  Ahora me observa: pensativa, frágil, insegura. Él quisiera enviar a los cuatro fantásticos y armarle un pedo al susodicho. Después de largas discusiones con papá, se logró una tregua, un acuerdo de no intervención.  Prometió dejarme libre y en paz. Ahora sólo mira, ¡pobre viejo! Así como yo, llora también. 

Es inevitable que su peque esté en esta situación.

Mis hermanos a quienes llamaré Guille I, II, III y IV esperan la roqueseñal de papá para descargar todas sus fuerzas contra el enemigo número 1.

He observado que Guille II y IV ya no están tan seguros de que Felipito sea el monstruo de la laguna verde. De Guille II , tengo tatuada esa ansia de conocer, leer y leer.  Le correspondía cuidarme durante mi infancia, entonces, sentada sobre un tapete con un tarro de helado en mis piernas, y, frente a mi: el Guille II  que me leía a Octavio Paz, Vicente Huidobro, Keats,Whitman, etc,. "Entiendes ojos, de mi depende que no seas ordinaría, que no seas del montón.  Como que me llamo Guille II. ¡carajo!" me decía.

Qué puedo decir de Guille IV, ojos como su servidora, mujeriego hasta más no poder, aficionado a las respuestas rápidas y profundas, ingenioso, práctico, enamorado de la vida, incansable.  Aprendí a amarlo y a no desear tener como pareja a nadie como él. Cuando le correspondía cuidarme, yo vivía días que resultaban ser una vorágine de aventuras, a la mínima señal del méndigo, yo soltaba una letanía de peladeces para espantar a las damiselas, que el muy cabrón quería cortar.  En otras ocasiones, ahí estaba la Mafalda, espiando en una esquina para avisar si llegaba Pancasia, ya que el galanillo estaba besuqueandose con Rigoberta.  En pocas palabras era su tapadera.

Guille I y III son inteligentes innatos, deboradores de libros, mentes fotográficas, exactos en todo (no es literal eh?, han cometido semejantes metidas de pata) estóicos para darse importancia, poco sensibles.  Aquí su servilleta pelea a más no poder con ellos, incluso hasta mentadas; cuando les gano una batalla verbal se enchilan pero me siguen amando.  Me dicen: "¡Ay escuincla! presiento que ningún wei ( como dice W ) te va a aguantar el paso, que vamos a hacer contigo, o te encuentras un pendejo que diga sí a todo, o te nos quedas para vestir santos". Estos dos sí son capaces de romperle el hocico al Felipito.

No tengo remedio y creo que tampoco ganas de dejar de sentir.  Él está incapacitado -creo- desde siempre para manifestar con hechos sus sentimientos.  Espero -sentada para no cansarme- ser parte de sus otras formas de expresión.

Tal vez algún día por ahí aparezcan unos ojos en sus letras.



FIRMA:  La Mafalda estupidamente enamorada.

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