En esos días se consolaba con
escuchar la charla entre el viento y las
cortinas; pegando su oído contra el portillo de la habitación, la imagen de los
corredores se abría paso ante sus ojos.
Siempre hubo una puerta cerrada entre ella y la felicidad. Sus manos
traducían los sonidos: silbidos agudos y soplos profundos se convertían en
volantas blancas.
En solitario y sin ningún testigo,
se desnudaba: la espalda, contra el lienzo, las manos en alto, sosteniendo la
paleta con las acuarelas, dibujándose.
Dejó de ser sombra, se formó de
sonidos, de murmullos de viento.
Hoy vaga por pasillos con ventanas
y cortinas blancas. Buscó lo imposible y lo encontró: consuelo de eternidad invisible…
Me duele la espalda. Cargo el
mundo con todo y sus patrañas. Me cago sobre los que persiguen quimeras. A mi me divierten las realidades. Encontré un
juego divertido que consiste en ver pedazos de vida, trozos de movimiento, puntos indefinidos, momentos divinos, intimidades, cachitos de vida.
1 comentarios:
Amiga...
Deja al mundo un rato en un rincón y descansa...
Te mando muchos besos muchos
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