*Dedico esta entrada a la doctora Patricia Frontana por su profesionalismo y por ser un extraordinario ser humano. Pronto será su cumpleaños y yo le regalo esto...
Existe en mi entorno cada medicucho digno de ser convertido en personaje de novela. Yo también soy un ente raro, una mujer antisocial, tontamente territorial, pero creo, sin temor a equivocarme, que no tan fuera de lo común. Los galenos nos caracterizamos por llevar un gen mutante –ya que se revela en distintas formas y grados– de vanidad. Por supuesto que soy vanidosa, pero el grado de mutación que tengo es una variante que cargamos un porcentaje bajo de doctorcitos. Hay quienes se suicidan (un chiste frecuentes entre médicos) lanzándose desde su propio ego, imaginarán de qué tamaño es. Algunos caminan como haciéndole un favor al piso: "¿Vanidoso, yo?", estos, son los pretenciosos de mal gusto. Otros: "No me considero Dios, pero él me dotó de este don y se lo agradezco", ¡vaya pues!, estos son los típicos que transforman sus incapacidades y alienaciones en credos, puaff. "Seamos humildes y agradezcamos nuestra profesión", decimos, y estoy segura que algunos lo hacen con falsa modestia. Así vamos, ínter"actuando"; intentando equilibrar nuestra deficiencias, ausencias y traumas. Mentiría si no acepto que tengo el gusto de conocer seres humanos que merecen ser llamados DOCTORES en todo el sentido que la palabra conlleva y son pocos por cierto (uno de ellos es a quien dedico este post).
Hace unos días sucedió algo chusco, que si no fuera porque conozco al protagonista del asunto, tal vez creería que el destino, las causas y el azar, jugaron un papel fundamental. No había visto el video –que en estos momentos circula y es famoso en Youtube – del "corazón huidizo", ese, que por poco se escapa a saltitos de ser trasplantado. Jajá, ese personaje, me refiero al corazón, jeje, estoy segura que llevó a cabo el papel secundario, porque el medico al que se le cayó la víscera palpitante, ese sí que se lleva el papel principal y se podrían escribir páginas y páginas con anécdotas suyas...
Recuerdo del día: Tiene muchos años que no acudo a una boda de amigos o amigas. Los que se casaron, en la actualidad, son padres y uno que otro es abuelo y abuela. Cuando alguien se casa, ese alguien nace hacia una nueva vida. No es que se pierda o se gane algo, más bien se llega a un lugar diferente, con una perspectiva o situación novedosa. Cuando nacemos tenemos un corazón limpio, blanco. Cuando se llega al matrimonio se abre paso a una corriente nueva, de inicio blanca. Saber o no saber, es una de las cuestiones que con el tiempo, en esa nueva vida de pareja, empieza a circular en el ambiente y es una de las inquietudes que Juan Ranz, personaje de la novela "Corazón tan blanco" de Javier Marías, tiene después de su matrimonio. Una novela de secretos y tonalidades, suspenso y sobresaltos, con un final inesperado. Dice Javier Marías en voz de su personaje Juan Ranz: "Quién no ha tenido sospechas, quién no ha dudado de su mejor amigo, quién no se ha visto traicionado y delatado en su infancia...también hay un compañero que dice: he sido yo; la primera forma de reconocimiento de las responsabilidades...En la vida adulta, dominada por las palabras, no se oye un sí y un no, nadie dice: he sido yo; o: yo no he sido; las heroicidades pasan a engrosar la lista de los errores".
Mafalda desde si misma...
1 comentarios:
Jajaja...me encantó eso de "suicidarse aventándose desde su propio ego". En la consulta tenía dos vecinos...un hombre y una mujer que....aggghhh...y además (con perdón tuyo) ¡rete chismosos!...imagínate y yo con voto de silencio a perpetuidad....Y bueno, los especímenes que practican mi profesión no se quedan atrás. ¡God complex!
Con respecto al segundo párrafo...mira que con el paso de los años va adquiriendo unas tonalidades que....ufff.
Ya no se puede ser héroe en esta época.
Lindo regalo para tu colega y amiga. Saludos.
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