Supongo que yo tenía miedo porque le encontré el defecto a la primera. Entre aromas de cilantro y libertad, puse en duda el brote de emociones y me dediqué al trabajo arduo de acumular incertidumbre. Terminé como todos los tontos inseguros, atrapada en arquitecturas de barro, en sombras de chimeneas barrocas; abrazada a rieles fríos que nunca reciben a esos trenes abarrotados de sonrisas.
Luego llegó enero... de un año nuevecito y sin arrugas. En las hojas del calendario antiguo, quedaron los impulsos y en el nuevo, germinarán inseguras las próximas pretensiones: brotando a través de las tizas de colores...
DOM.
1 comentarios:
Con la ventaja amiga, de que un año nuevo nos da el pretexto perfecto para tener nuevas inseguras pretensiones, lo bueno es que tenemos todas esas hermosas tizas de colores :)
Sabes que te deseo que las uses a diestra y siniestra iluminando tu paso.
:*
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