CARTA
A Richard Howard
Los hombres corren a través de un campo,
de sus bolsillos caen lapiceros.
La gente que sale a caminar los recoge.
Esa es una de las formas en que se escriben las cartas.
¡Cómo caen las cosas en los otros!
El ser ya no me pertenece a mí, sino que duerme
en la sombra de un extraño, y le da vestido
a ese extraño, e incluso lo guía.
Es mediodía cuando te escribo.
La vida de alguien ha llegado a mis manos.
El sol emblanquece los edificios.
Es todo lo que tengo. Te lo doy todo. Tuyo.
Mark Strand
Decir “te amo” es resultado de la casualidad; del clima; de la dirección del viento. No coloques palabras en mi boca sólo recógelas, guárdalas. Las dedicatorias pertenecen a quien las pesque en el aire.
En esta ocasión te corresponde una elegía, mañana una balada, alguna noche de insomnio un soneto, una oda; el drama lírico lo dejaremos para los días con lluvia.
El tiempo está impregnado de algo húmedo: placeres, recuerdos amontonados.
No portes la gabardina vanidosa, te escribí porque encontré tirado algo con qué hacerlo…
Firma: DOM
Recuerdo del día: “El gato apareció un día y desde entonces siempre estuvo allí”. Así inicia uno de los mejores cuentos de Juan García Ponce: “El gato”: un triangulo amoroso de connotación obscena, transgresora desde un punto moral. Desde el otro, el erótico, el gato representa misterio, fuerza. Un relato donde el fetichismo rescata una relación en decadencia.
2 comentarios:
Anoche quise comentar pero esta nueva platilla tiene de bonita lo que tiene de delicadita: no es nada fácil comentar desde medios móviles. Más bien, es imposible.
Te decía (tres intentos hice) que hace mucho tiempo leí ese gran cuento de García Ponce, El Gato. Extraño el apego que ella llega a sentir por el pequeño felino.
Me encantó este poema sobre la escritura de la vida, diría yo. No lo conocía.
Saludos, Mafis
No vuelvo a levantar un lapicero en mi vida querida... siempre se pondrán la gabardina vanidosa...
:(
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